Apenas la Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción al capítulo de regularización de activos, más conocido como blanqueo de capitales, empecé a recibir consultas y dudas de todo tipo y color.

Por eso -y solo por eso- vuelvo sobre el tema, con estas cinco claves a tener en cuenta:

1) En su formulación actual, que obviamente puede ser mejorada (o empeorada) por vía de resoluciones de AFIP, este proyecto incurre en los mismos errores no forzados que
habíamos señalado en el pasado con respecto al sinceramiento fiscal de Macri, e incluso
añade algunos más. Ya llegará el tiempo de ahondar en ellos.

2) Si es cierto que se van a reducir impuestos a partir de 2025, y no tengo razones para
dudarlo, habría sido preferible lanzar el blanqueo en ese momento, es decir, de manera
simultánea o posterior a una reforma fiscal integral. De ninguna forma antes.

3) Tanto la coyuntura internacional como la nacional no parecen ser para nada propicias para un programa de blanqueo, en este momento. Por ende, solo ingresarán a aquel las personas que tengan alguna necesidad puntual que atender.

4) Resulta contradictorio convocar a la población a un blanqueo mientras se mantiene
vigente el cepo cambiario.

5) Lo realmente importante -y en este punto me detengo- no es entrar o no al blanqueo, sino cómo estructurar el patrimonio en uno u otro caso.

Esto último implica, entre otras cosas, pensar con claridad de qué forma se para uno frente al Estado argentino, desde el punto de vista de la estructura patrimonial. Es importante saber, por ejemplo, que no necesariamente debe liquidarse una sociedad, fundación o trust por haber ingresado al blanqueo.

Sé que muchos asesores domésticos les van a decir que es “más fácil” tener todo a título personal, pero muchas veces, una simple sociedad extranjera sirve para evitar el impuesto a la herencia vigente en los Estados Unidos, alcanzar un mayor nivel de privacidad, resolver cuestiones sucesorias de manera eficiente y transformar en el primer escalón para armar en el futuro una estructura fiduciaria más compleja que lleve más tranquilidad al propietario de los bienes. Para cerrar, les comparto algunas preguntas que todo argentino que pague impuestos debe hacerse antes de decidir acogerse a un nuevo blanqueo:

¿Cambió Argentina en materia de seguridad jurídica, voracidad fiscal y privacidad? ¿Hubo algún cambio relevante en el contexto internacional recientemente, como ocurrió por ejemplo con la inminente puesta en marcha del Common Reporting Standard en 2017? ¿Necesito “blanco” para una inversión puntual o para vivir más tranquilo desde el punto de vista contable? ¿Tengo claro que estoy blanqueando frente a Argentina y no frente a Javier? Una vez tomada la decisión, llegamos a la más relevante de todas las preguntas: ¿Cómo estructuro mi patrimonio una vez que decidí exteriorizarlo o no exteriorizarlo?