Píparo en su propio laberinto: el conflicto que Juntos no puede resolver
La diputada bonaerense quiere renovar su banca pero no encuentra apoyo interno. La ventana mediática que podría generar su salto al radicalismo.
Es un hecho. Carolina Píparo representa en la actualidad política de la oposición un problema de difícil solución. La situación es clara. La diputada bonaerense quiere revalidar su banca, pero no cuenta con el apoyo interno para lograrlo.
Los motivos son varios. Y se acumulan. Más allá de la situación judicial que atraviesa su marido, Juan Ignacio Buzali, quien en la madrugada del 1 de enero atropelló a dos motociclistas y hoy cumple prisión domiciliario por doble tentativa de homicidio, desde el PRO buscan desligarse de su figura porque “resta mucho más de lo que ella misma piensa. No alcanza con bajarle el precio y ponerla al fondo de la lista. Para nosotros es ciclo terminado”, aseguran fuentes cercanas al intendente Julo Garro.
En la actualidad, el PRO reordenó la nómina y la corrió no sólo del primer puesto con el que llegó en 2017, sino también de la lista total. “Hay otros nombres que vienen trabajando fuerte para representar a los platenses en la Legislatura”, respondieron desde la oposición platense ante la consulta de Data Clave. El principal candidato hoy es Fabián Perechodnik, ex Secretario General durante el gobierno de María Eugenia Vidal.
Vale recordar que Píparo llegó a la política en 2017 como una outsider capaz de captar el apoyo de parte de una sociedad que pedía, y sigue pidiendo, por leyes más duras para detener el avance de la inseguridad. “Estoy conforme con el rol que me han dado porque tengo voz, pero no tengo voto”, decía en la mesa de Mirtha Legrand días después de anunciar su candidatura como primera diputada provincial para representar a Cambiemos en la octava sección (La Plata). Pero no todo salió según lo esperado.
“No es buena legisladora, ni buena funcionaria. Vivió una tragedia horrible que la llevó a ocupar una banca, pero no alcanza. Es muy difícil de tratar”, le dice a Data Clave un compañero de banca.
Lo cierto es que en el armado local, Píparo no tiene lugar. Menos, desde que la lapicera mayor pasó a manos del larretismo, donde nunca cosechó demasiados apoyos. “Aparentemente Vidal ya le soltó la mano 100%. Estaba muy molesta con la actitud que tomó Píparo tras el episodio de salir a contratacar y no reconocer el error que cometió al perseguir y atropellar a los inocentes”, dijeron desde La Plata.
Más si se tiene en cuenta que la propia Píparo está a cargo de la Secretaría de Asistencia a la Víctima en La Plata, un cargo que no supo representar y que la dejó en evidencia tras su accionar en la madrugada del 1 de enero.
El problema con el que cuenta hoy la diputada es que se quedó sin referencia directa. Con la baja de Patricia Bullrich y Jorge Macri, la diputada no tiene a quién recurrir. Salvo la presidenta del PRO, y los diputados Waldo Wolff y Fernando Iglesias, no tiene apoyos internos. Según encuestas locales, la legisladora cuenta con una imagen negativa del 63 por ciento.
“Por eso le cuesta que en el cierre alguien le dé lugar en la lista. Pero sigue siendo una tentación tener un arma así en la campaña porque te garantiza presencia mediática y conocimiento público”. Y a eso apuntan desde el radicalismo, quienes a pedido de Emilio Monzó, reciente incorporación, ya comenzaron a generar los vínculos necesarios para ver si es posible tenerla en sus filas detrás del alfonsinista Leandro Bazze, hijo de Miguel, diputado nacional por la UCR. Pero no es tan simple. No hay mucho espacio. Menos, si se genera la unidad. Algo que pondría a Píparo con un pie afuera de la Legislatura.