No pudo salir por sus propios medios de Cromañón, sufrió quemaduras de 2do grado y hoy está al frente de un organismo en favor de los vecinos
Ezequiel Rocchia asumió días atrás como delegado de la Defensoría del Pueblo bonaerense en Ituzaingó. Por qué la tragedia le generó un impulso de vida. Su nuevo rol y el recuerdo de lo que jamás olvidará.
A finales de 2004, Ezequiel Rocchia tenía 18 años y un deseo: ver a Callejeros en Cromañón. La historia de lo que pasó aquella noche del 30 de diciembre ya es más que sabida. Pero cada sobreviviente guarda diferentes retazos de una tragedia que, en conjunto, le dan vida a una memoria colectiva que hoy persiste en todos los argentinos.
Casi 18 años después de aquella jornada fatídica que lo encontró parado en medio de su vida, Rocchia le cuenta a Data Clave cómo pudo reconstruir su camino hasta convertirse en el delegado de la Defensoría del Pueblo de Ituzaingó. “Lo que pasó en Cromañón me dio mucha fortaleza e interés para cambiar las injusticias que vivía como joven. Fue un impulso para no caer en una depresión y poder salir fortalecido con el objetivo de modificar la realidad. Cromañón marcó mi interés por transformar”, asegura.
Aquel 30 de diciembre, Rocchia no salió por sus propios medios. Solo recuerda, o incluso le contaron, que lo sacó un hombre. Sus tres amigos no sufrieron ningún tipo de herida. Sin embargo, él sacó la peor parte: se llevó quemaduras de primer y segundo grado. Todos perdieron a algún conocido.
“Fue una noche caótica. Algunos tuvimos un poco más de suerte y esa suerte me acompañó a no quedarme quieto. El más lesionado fui yo, pero gracias a un buen tratamiento estoy bien”, sostiene. Y agrega que “mi enojo principal fue con el estado. Con los que tenían que controlar la habilitación correspondiente”.
Con este antecedente, Rocchia empezó a militar políticamente y pese a que no todos sabían que era uno de los tantos sobrevivientes de Cromañón, hoy deja en claro que “lo vivo como un hecho reivindicativo porque las historias trágicas nos van formando”.
Esa procesión lo llevó a formar parte de Enamorate Ituzaingó, el espacio político que lidera la dirigente local y excandidata a diputada nacional, Natalia Peluso, quien lo convocó para tomar el rol de delegado de la Defensoría del Pueblo de la Provincia en Ituzaingó. “Tenemos como desafío hacer una gestión donde el vecino pueda conocer la delegación que ya existía pero que quedó muy atada a la lógica de la pandemia. Ahora queremos hacer algo más territorial y llegar a los barrios donde existen derechos que son vulnerados y los vecinos tienen la necesidad de articular con el estado para tener respuestas a sus demandas".
Rocchia, que es licenciado en Ciencias Políticas de la UBA y profesor universitario en abogacía en la Universidad de Avellaneda, dice que hoy el principal desafío pasa por atender "todos los problemas que se van generando. Hoy las áreas más afectadas son salud, educación y servicios públicos como AySa o EDENOR. Pero también hay conflictos de ruidos molestos y medianeras y desde este organismo podemos alivianar y agilizar áreas del estado porque los números no muestran que el 80 por ciento de los casos se resuelve y de esa manera de baja la carga para el Poder Judicial".
Y para cerrar explica que "dentro de las áreas donde tenemos interés para trabajar la primera tiene que ver con los derechos de la niñez, infancias, adolescencia; poder reconectar a los chicos con la escuela; la segunda con cuidado de ambiente, inclusión social; y la tercer área con adultos mayores que fueron golpeados por pandemia que perdieron espacios participativos".
Tras una experiencia que quedará grabada por siempre en su memoria y en su cuerpo, Rocchia tiene hoy la posibilidad de tender un puente para ser parte de un estado que funciona. Algo que él no sintió aquel 30 de diciembre de 2004.