Una de las pocas noticias del miércoles de Navidad fue el incidente que se generó cuando dos empleados de la Embajada de Rusia en Buenos Aires se negaron a someterse a un control de alcoholemia en la ciudad de Buenos Aires.

En un día que habitualmente no pasa nada -salvo el habitual recuento de quemados y heridos por el uso de pirotecnia, que cada año son menos por la malaria o por un menor uso para proteger a las mascotas- ese incidente cobró notoriedad y casi se convierte un conflicto diplomático impulsado por los medios que detestan a Bladimir Putin.

Pero lo cierto que más allá del impulso desde el gobierno nacional a un Estado cada vez más pequeño y con menos regulaciones, existe un consenso acerca de la necesidad de controlar a quienes consumen alcohol y luego se sientan a conducir cuando los efectos de las bebidas no se han disipado.

En esa línea, la organización Luchemos por la Vida advirtió que los resultados de controles de alcoholemia realizados esta Navidad en la Ciudad de Buenos Aires son para preocuparse:se detectó que un 8% de los conductores controlados resultaron positivos para el alcohol.

“Esto teniendo en cuenta que se hicieron 8.726 controles, y 70 conductores resultaron por encima del límite permitido en la Ciudad, que es 0.5 g/l de alcohol en sangre. Esta es una cantidad muy semejante a la del año pasado, que había resultado un 8.6% de alcoholemia positiva en los controles, en la misma época”, advirtió la entidad.

El ministro de Infraestructura de la ciudad de Buenos Aires, Pablo Bererciatua, de todos modos aclaró que “este año aumentamos los controles de alcoholemia en toda la ciudad con el objetivo de reforzar la seguridad vial. Más del 20% de los siniestros viales fatales están relacionados con el alcohol. Cabe aclarar que estos controles son absolutamente aleatorios”.

Si analizamos las cifras, además de que la disminución ha sido pequeñísima, nos sorprenderemos mucho más al comprobar que en provincias, como la de Buenos Aires, en las cuales la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) estuvo controlando, resultó que más de un 20% de los conductores, detenidos en la Autopista Ricchieri,  o en la zona de Mar del Plata, por ejemplo, dieron positivo para alcohol. Es una cifra enorme, si bien partimos de la base de que, en este caso, la exigencia es nada de alcohol al conducir, 0 alcohol”, agregó Luchemos por la Vida.

“La conclusión es que hacen falta muchos y mejores controles de alcoholemia, porque todavía el grueso de la población no ha comprendido la gravedad que implica el conducir bajo la influencia del alcohol, un tóxico depresor del sistema nervioso, que incapacita de muchas maneras una conducción segura al volante", dicen los expertos.

Por eso a contramano del discurso anarcolibertario, se insiste en que “estos controles están bien, pero hay que multiplicarlos, y lo más importante, además de que sean eficaces, todos los días del año, a diferentes horas del día, y muy especialmente por la noche y los fines de semana, es que las sanciones se efectivicen”. 

“Ha trascendido la información de que, en realidad, la mayor parte de los conductores que han sido sancionados, no se ha efectivizado la sanción, aproximadamente solo el 25/30% ha cumplido con su sanción”, dice la entidad.

“El resto no ha sido notificado fehacientemente de su gravísima infracción, y no se ha tomado ninguna medida, con el resultado de que estas personas han seguido conduciendo poniendo en riesgo sus vidas y las de los demás en el tránsito”, concluyó la organización.