Cómo el ex piloto de Fórmula Uno "Popi" Larrauri terminó acusado de lavado de dinero del juego clandestino
En la misma causa hay dos ex fiscales de Santa Fe detenidos y se investiga también a un senador provincial.
El allanamiento en la lujosa casa del ex piloto de Fórmula Uno Oscar “Popi” Larrauri en Rosario obedece a la amistad y a los vínculos con el empresario del juego clandestino de la provincia de Santa Fe Leonardo Peiti, para quien habría comprado terrenos como mecanismo para lavar el dinero proveniente del circuito ilegal.
“El allanamiento de la vivienda del Popi Larrauri tiene que ver con las investigaciones que surgen desde el año 2015 sobre los negocios del juego ilegal de Peiti con contactos políticos y empresariales”, precisó el diputado provincial Carlos del Frade, ante la consulta de Data Clave.
El operativo en la vivienda del ex piloto y actual empresario fue ordenado por los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra, de la Agencia de Criminalidad Organizada, tras un operativo que se realizó en diciembre en un estudio contable de Rosario, donde se encontró documentación que involucraría a Larrauri.
En esa misma causa, los fiscales investigan al senador provincial (PJ) Armando Traferri, pero la cámara rechazó otorgar el desafuero por considerar que las pruebas no eran suficientes.
Sin embargo, los fiscales van a insistir con la imputación contra el legislador. "Los delitos que vamos a imputar al senador constituyen en principio asociación ilícita en carácter de organizador, cohecho, negociaciones incompatibles con la función pública e incumplimiento de los deberes de funcionario público", dijeron los fiscales.
En la causa por la que se investiga Larrauri y a Traferri hay un policía condenado y varias personas imputadas: un empleado judicial y dos ex integrantes del Ministerio Público, el ex fiscal regional Patricio Serjal y el exfiscal adjunto Gustavo Ponce Asahad, quienes además están con prisión preventiva.
La investigación sobre Serjal, comenzó por la denuncia que el empresario Omar Santero, que era titular de carrocería Sudamericana, dedicada a la fabricación de colectivos, le hizo a su ex socio Rómulo González (dueño de la concesionarioa Autoriosario, de la firma Toyota) por estafa. González le compró a Santero las acciones mediante un ardid cuando estaba convaleciente de un aneurisma y nunca le pagó y procedió a cobrar los créditos de IVA de la carrocería y transferírselos a Toyota Argentina. Por eso la denuncia es por estafa
Santero denunció ante el fiscal general Jorge Baclini, que Serjal había cerrado la causa contra González sin que se hiciera la pericia contable que se solicitara. Fue en ese momento cuando Baclini decidió la reapertura de la causa y allí surgió que Serjal había comprado dos vehículos en la concesionaria del denunciado, en la misma época que ordenó el cierre del expediente.
Los terrenos de Larrauri
En esa trama aparece Larrauri por sus vínculos con Peiti, el banquero del juego clandestino en el sur de la provincia de Santa Fe. “El juego clandestino existe desde principios del siglo XX como uno de los elementos fundantes de la caja negra policial y por lo tanto, de la caja negra política. El esquema de lavado de dinero a través del Popy Larrauri es que se hiciera cargo de ubicar ese dinero a través de la compra de lotes”, indica Del Frade.
El legislador recuerda que “ese circuito de desarrollo inmobiliario como consecuencia del lavado de dinero, tiene por lo menos, en la historia de de Rosario y del sur de la provincia de Santa Fe, un principio que se origina especialmente a partir del año 2007, que es el año del comienzo de lo que se llama el boom inmobiliario”.
Para esa época “comienza a establecerse el mecanismo de economía informal de Larrauri, no como ex corredor de Fórmula Uno, no como ex concejal, sino como empresario frigorífico, uno de los rubros, que siempre, desde la década del 30 en adelante, tuvieron relación con una doble o triple contabilidad”.
Según Del Frade, “un punto interesante sobre esta cuestión, es que estos grandes empresarios incluso con notoriedad política, generan una impunidad sobre el flujo de dinero que mueve sus cuentas, que es susceptible de pensar que detrás de esas cuentas se mueven otros fondos, con otros orígenes y no solo del juego clandestino de Peiti y del juego ilegal”.
Por eso considera que se puede pensar que “Larrauri tenía un circuito anterior a esto, vinculado a una economía por lo menos informal. Hay que decir, por otra parte, que los sistemas de lavado de dinero, no sólo sirven para el juego clandestino. También deben servir para el contrabando de armas, el narcotráfico, y otros negocios ilegales, como por ejemplo, el contrabando de cereal, como se está comprobando últimamente”.