¿De vacaciones al Riachuelo? Un plan para fomentar el turismo en la Cuenca del Río Matanza
La Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) aprobó un plan de "integración cultural y de turismo sostenible" en uno de los contextos fluviales más contaminados del mundo. Plantean también un segundo programa de instalación de viveros. ¿En qué consiste el circuito turístico? Los detalles de la propuesta.
Un repetido cántico de cancha dedicado especialmente a los hinchas de Boca invitaba a los xeneizes a irse "de vacaciones a la playa del Riachuelo". Un compilado de versos xenófobos, escatológicos y cargados de violencia al ritmo de la popular "pollera amarilla" de Gladys "La Bomba Tucumana".
En un mundo que hoy nos parece lejano, esas estrofas que sonaron durante años en distintos estadios del fútbol argentino podrían convertirse en realidad, aunque sin la connotación negativa que suponía la tradicional canción de tribuna. La Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) es el organismo estatal creado hace más de una década para solucionar la delicada situación ambiental del río en cuestión y pretende dar unos cuantos pasos en en ese sentido.
El ente autárquico que desde enero preside Martín Sabatella avanzó, por lo menos, con el primero. El Boletín Oficial de la República Argentina amaneció el miércoles con una llamativa resolución que oficializó el "Programa de Fomento de Circuitos de Integración Cultural y del Turismo Sostenible de la Cuenca Matanza Riachuelo". El complicado contexto económico con su raíz en la pandemia del Covid-19 y las cada vez más estrictas restricciones cambiaras hacen que vacacionar en el extranjero sea un privilegio cada vez más inaccesible. Quizás llegue así la alternativa que la golpeada zona del AMBA estaba esperando.
La postal veraniega de alguna sombrilla perdida entre las montañas de residuos que se acumulan en los márgenes del cauce bonaerense suena, por supuesto, improbable en el corto plazo. El proyecto "prevé un plazo de ejecución de cuatro años entre las actividades iniciales y la conformación de experiencias de turismo local", según se determina en el programa presentado.
La primera etapa se propone un período de un año para trabajar sobre las orillas La Boca e Isla Maciel con el objetivo de "desarrollar circuitos turísticos", con la colaboración del Ministerio de Turismo de Nación, la Ciudad de Buenos Aires, el Municipio de Avellaneda y la Undav, Universidad Nacional de esa misma localidad, además de la participación de "actores locales".
La idea es apuntar a aprovechar la riqueza natural de esa área. "Cuando se expresa el concepto de turismo local y sostenible, se proyecta el potencial de ciertos aspectos de estos territorios: sus reservas urbanas, sus áreas naturales, sus pueblos rurales, el Puente Transbordador Nicolás Avellaneda, museos y demás sitios que permiten promover el desarrollo local de la mano de propuestas ambientalmente amigables que, además, posibiliten ampliar las fuentes de empleo", dicen a Data Clave desde el organismo.
La segunda parte es la más ambiciosa. Busca ampliar el desarrollo hacia los otros 13 municipios bañados por las aguas de la Cuenca. Completan la lista La Matanza, Morón, Merlo, Marcos Paz, General Las Heras, Cañuelas, San Vicente, Presidente Perón, Ezeiza, Esteban Echeverría, Almirante Brown, Lanús y Lomas de Zamora. En todos estos lugares, la ACUMAR planea ejercer labores conjuntas con los respectivos intendentes, siempre con el necesario respaldo de la Provincia de Buenos Aires.
Según el organismo, se apunta a un "turismo de cercanía" que pueda disfrutar de actividades como "el avistaje de aves, los recorridos en bicicleta o la promoción de presentaciones culturales y recreativas en áreas de interés". ACUMAR le explicó además a Data Clave que tienen "un catálogo de más de 300 sitios que son considerados patrimoniales por sus aportes ambientales o por su valor histórico, cultural o arquitectónico".
La resolución publicada en el Boletín Oficial no llegó aislada. Apareció en tándem con un segundo proyecto de "impulso y fortalecimiento de la red de viveros para la producción de especies nativas en la Cuenca Matanza Riachuelo". Para la ACUMAR, este es un programa que puede generar "mano de obra tanto para el trabajo en viveros como en las tareas de jardinería y paisajismo" y para eso crearán un equipo de Coordinación de Empleo Verde.
Respecto al presupuesto que se destinará a este programa, desde el organismo aclaran que "se planifican año a año en función de los proyectos a diseñar con las jurisdicciones y en ese sentido es central la alianza con el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación". De todas maneras, no tienen hasta el momento cifras concretas y aseguran que "toda la información es pública por lo tanto a medida que se planifiquen los proyectos se publicarán".
Sin embargo, resulta evidente que la prioridad debe ser continuar y en todo caso agilizar las tareas de saneamiento que están ordenadas por el fallo emitido por la Corte Suprema de Justicia en 2008, que le exige al estados nacional, provincial y porteño solucionar el grave problema de contaminación que afecta a la Cuenca.
La ACUMAR explica que se generan aproximadamente 10.000 toneladas de residuos por día en la Cuenca Matanza Riachuelo. Los basurales a cielo abierto son una constante en las subcuencas y los desechos cloacles también terminan en sus aguas turbias y olvidadas. De los 13 mil establecimientos industriales 1400 han sido declarados agentes contaminantes. En 2013, la organización ambientalista Blacksmith Institute realizó un estudio que posicionaba a la Riachuelo como el octavo espacio más contaminado del mundo y el primero en Latinoamérica por amplia diferencia.
El organismo tripartito (Nación-Provincia-Ciudad) informa también que "casi el 60% de las personas que residen cerca de la cuenca viven en un territorio que ha sido considerado inadecuado para la subsistencia humana, lo que lleva a niveles más altos de enfermedades diarreicas, patologías respiratorias y cáncer".
La contaminación del Rio Matanza es tan antigua como la historia argentina. Tan precisa es esa afirmación que de hecho en 1811, a un año de la conformación de la Primera Junta de Gobierno, el Triunvirato se comprometió realizar una limpieza exhaustiva y poner fin al vuelco de mataderos, saladeros y curtiembres. Pasaron después dos siglos y algo más de promesas incumplidas en los que el problema sólo se agravó. El sueño turístico que hoy parece absurdo podría cancelar a una vieja cuenta pendiente.