Tombolini: “El Gobierno debe dialogar para mejorar las expectativas de los empresarios”
Data Clave conversó en exclusiva con el actual vicepresidente del Banco Nación. Sostuvo que "hoy no se puede ni hablar de brotes verdes, pero el rumbo es el correcto". A su vez, indicó que "hay que construir los incentivos" para seducir al sector empresarial.
Quizás a partir de las páginas de su último libro, se transforme en uno de los principales voceros de la política económica del Gobierno de Alberto Fernández, en medio de lo que considera, un debate público de confusión, ruido y bronca, sobre todo por parte de la oposición. Fiel a su estilo, y con didáctica de profesor, Matías Tombolini, actual vicepresidente del Banco Nación, se saca el cassette y defiende el rumbo económico “correcto” del Gobierno, pero poniendo los datos duros sobre la mesa, y contrastándolo con la administración macrista.
En su publicación “La otra campana. Una historia del presente argentino narrada en tiempo real” (Galerna) parte de una premisa tan simple como contundente: es imposible solucionar los problemas de los argentinos sin contar antes con un diagnóstico claro, que ahora el economista santafesino actualiza, en forma exclusiva para Data Clave, en una entrevista en la que deja varios títulos sobrevolando en torno a la foto “mala” de la economía argentina, y el devenir de la película, en la que el Gobierno, dice, está tratando de que “no sea de terror”, frente a la crisis sanitaria. Por eso, afirma que aún “no se puede ni hablar de brotes verdes”.
Reconoce que el Gobierno debe dialogar “para mejorar las expectativas de los empresarios”: “Esa relación tiene que ser lo más madura posible. Nosotros necesitamos a los empresarios porque son los socios de crecimiento en la Argentina”, remarca, al tiempo que “hay que construir los incentivos” para que el sector privado entienda que “es más negocio parar con la suba de precios, que seguir arriba de la moto de los aumentos”.
Opina además de la performance de los créditos, la negociación con el FMI y sus implicancias, y el problema endémico de la economía argentina: la inflación. “Los controles de precios no resuelven la inflación, pero hay momentos en los que no vienen nada mal”, expresa. Responde si finalmente este año los ingresos de los trabajadores le ganarán a la suba de precios y fija la medida de éxito del Gobierno: “Si a lo largo de la gestión de Alberto Fernández no se logra mejorar el poder de compra del salario, entonces fracasamos”.
Data Clave: ¿Qué te motivó a escribir tu reciente libro “La otra Campana"?
Matías Tombolini: Me motivó llegar a un punto en donde me parecía que era muy injusto cómo se estaba sucediendo el debate en Argentina, en dónde se escuchan muchos gritos y justamente pocos datos. Es un debate que podríamos desde la dirigencia intentar mejorar contraponiendo ideas, antes que bronca ¿no? Vemos como la oposición se ubica en un lugar distinto del que tenía el año pasado, que es el de la gestión de la bronca, y creo que se pueden hacer mejor las cosas. Por eso, el libro nace, quizá, como una invitación al diálogo basada en los hechos, para ver qué aprendimos de este año que pasó de pandemia y qué ideas podemos aportar para el futuro. Más allá de todas las carencias que tiene la actual gestión, lo que el libro tiene es la intención de poner blanco sobre negro los datos para contraponerlos al enojo que presenta la oposición que, por cierto, no presenta muchas propuestas.
DC: ¿Cómo analizas la coyuntura económica actual: cuál es la foto de la realidad, y qué película ves hacia adelante a la salida de la pandemia, en términos de los principales desafíos que debe afrontar el país?
MT: La foto es mala. Argentina está mal. La economía argentina si tiene 42 puntos de pobreza y para menores o niños, niñas y adolescentes 57 puntos, presenta claramente un enorme conjunto de limitaciones. La pregunta que surge es: ¿Cómo estamos lidiando con eso? Creo que el Gobierno está desplegando las estrategias que nos van a permitir salir del quinto infierno, que es un poco donde estamos. Esta idea de tener políticas de ingresos, que traten de contener la caída del empleo, y al revés, de crear empleo de calidad. Entonces la foto es mala, pero si vemos la película, estamos tratando de que no sea de terror, que pase a ser una película agradable a la vista, es decir, el rumbo es el correcto. Para explicarlo, por ejemplo, podemos vincularlo con lo que les pasó a muchos en pandemia que aumentaron de peso. Supongamos que tu peso es de 80 kg. y pesas 100 kg. Empezáis una dieta, bajás 2 kilos y pesas 98, te va a parecer que todavía estás terrible, que no te entra la ropa, estás mal. Lo que yo digo es ¿estás mejor que cuando pesabas 100? Sí, pero todavía no se nota, y no, no se nota, pero probablemente si la alternativa fuera bajar 10 kilos en una semana, el resultado sería que después los recuperás también rápido, es poco sano.. Ahí está un poco la dinámica. Entonces, hay un conjunto de herramientas que busca morigerar la inflación, reducir el déficit fiscal y mejorar las chances que Argentina tiene para tener un desarrollo sostenido en el tiempo.
DT: Siguiendo la metáfora de los kilos, ¿cuándo crees que podamos volver a esos 80 sin que volvamos a engordar rápidamente, es decir, para que sea sostenible en el tiempo, y no volvamos a tener una recaída?
MT: Para eso falta mucho tiempo, si es que queremos que el proceso de desarrollo sea sólido, porque además Argentina tiene un conjunto de limitaciones propias del último gobierno, pero también desde 1983 para acá, que son de carácter estructural. Me refiero sobre todo a la limitación derivada de la incapacidad de nuestra economía de generar de manera sostenida un buen volumen de exportaciones, o sea muchos dólares. Eso permitiría tener una dinámica diferente en materia macroeconómica. Lo que vamos a ver un 2021 mejor que el 2020, un 2022 sustancialmente mejor que el 2021, un 2022 mucho mejor que el 2021 y un 2023 en dónde los recuerdos de la pandemia van a ser solamente malos recuerdos. Cuando podamos percibir concretamente el resultado de las decisiones que se están tomando, vamos a darnos cuenta de que es el sendero correcto. Pero mientras eso sucede, no se puede ni hablar de brotes verdes, ni decir que estamos bien, porque no estamos bien, pero como te decía antes, para mí el rumbo es el correcto.
DC: ¿Considerás que este rumbo es superador comparado con el que se tenía hasta el 2015 en el anterior gobierno kirchnerista? En ese caso, ¿qué lecciones se aprendieron o crees que se están aplicando en general las mismas recetas esperando diferentes resultados?
MT: Hay un conjunto de variables que se están intentando recorrer o recortar de un modo distinto. El país en aquel momento tenía menos limitaciones de las que tiene actualmente. Hoy Argentina tiene las manos atadas prácticamente. Creo que la voluntad, así como en 2010 se renegoció el tramo que había quedado fuera de la renegociación de Lavagna por de default del 2001, la renegociación del año pasado mostró mucha madurez en la manera de cerrar el acuerdo ante una deuda enorme, que nos ahorró u$s 37.700 millones a los argentinos, sin entrar en una confrontación abierta con los acreedores, como se entró en su momento, teniendo en cuenta que el juez Griesa era funcional a una manera de entender el reparto de poder desde el punto de vista global. Por otro lado, tenemos un presidente que toma contacto con los mandatarios del mundo, con una agenda concreta. Primero fue el año pasado, al dejar en claro que no quería cerrar el acuerdo con acreedores de cualquier manera. Tenemos una vicepresidenta que acompañó la propuesta inicial de Guzmán, en un lanzamiento con la oposición incluida, y ahora encontrás un presidente de vuelta de gira por Europa, pero ya no para renegociar la deuda privada, sino para encontrar apoyos en la renegociación con el FMI, que no fue una limitación en la última gestión de Cristina, porque Argentina le debía 0 dólares al FMI. Otra cuestión es que tenés una evolución desde el punto de vista de las estadísticas públicas, que me parece un punto a favor. Este Indec, que es incuestionable, cuando en su momento se generó mucho ruido con las estadísticas y con razón.
DT: Como vicepresidente del Banco Nación, ¿cómo ves la dinámica de los créditos, que han caído en términos reales en los últimos 5 meses? ¿Crees que pueden repuntar? ¿De qué depende?
MT: Es razonable que caiga el crédito en términos reales cuando se contrae el PBI, porque la economía es más chica. Sí, es cierto que hoy el crédito transita una tasa promedio mucho más baja que cuando llegamos al gobierno, con una inflación que es más baja, pero no tanto más baja como es la tasa de interés. El paradigma sobre el que se asienta la idea del rol del sistema financiero con este gobierno es distinto al del anterior. Ya no estamos hablando de cómo se promueve la bicicleta financiera como método de acumulación, sino de cómo hacemos para mejorar la competitividad de las empresas con créditos donde el estado se mete y subsidia la tasa de interés. El Banco Nación tiene líneas para inversión de 4 a 7 años, a tasa fija los primeros años, en algunos casos inclusive bonificando la tasa en los primeros 6 meses, tiene créditos que asisten a los sectores más castigados, como turismo y gastronomía. Es importante entender el contrapunto porque en la gestión anterior el Banco Nación era la rueda de auxilio del Banco Central para que le cierren las cuentas que le habían propuesto desde el Fondo y terminó girándole utilidades al Tesoro Nacional, lo cual es terrible, porque las entidades pueden prestar siempre una proporción de su patrimonio. Y si vos girás utilidades, tu patrimonio no crece y cae la capacidad prestable del banco, que no es otra cosa que el banco de todos los argentinos, tenés menos capacidad para jugar en el mercado, y perdés lo que te manda la carta orgánica, que es ser líder directivo de las tasas de interés en el sistema financiero. Cuando se pierde el rol de la banca pública, lo agarra la banca privada, que tiene un conjunto de condiciones, a la hora de prestar que son muy distintas a la de la banca pública.
DT: ¿Cómo ves la negociación del Gobierno con el FMI? ¿Qué tipo de acuerdo puede cerrar Argentina? ¿Y qué efectos positivos puede tener tal arreglo, sobre la macro y microeconomía?
MT: Argentina va tener un acuerdo, que en cualquier caso va a ser mejor que lo que tenemos. Cualquier arreglo que despeje los vencimientos, relajan la presión sobre el gasto público, porque eso es otra forma de ajustar, que no siempre quiere decir gastar menos en políticas de ingreso, sino que también puede significar despejar los requerimientos que se necesitan para afrontar los vencimientos de la deuda. Eso me parece fundamental porque permite tener más oxígeno para poder crecer. Despejar los vencimientos de corto plazo y mediano plazo le van a permitir a la Argentina presentar un panorama fiscal más sólido y seguramente recuperarán los precios de los bonos, Yo creo que los títulos tienen mucho recorrido, para continuar algo que en octubre del año pasado parecía difícil, que es seguir comprimiendo las brechas entre el dólar oficial y los dólares de cotizaciones alternativas como el MEP o el CCL. La brecha se viene contrayendo 8 puntos en lo que va del año, sigue siendo muy alta. Argentina demostró un buen comportamiento fiscal en el primer trimestre, y tiene la voluntad de tener las cuentas ordenadas. Pero no quiere decir que ese orden le tenga que costar sufrimiento a quienes necesiten la presencia del estado, luego de una pandemia que implicó muchos más gastos y menos ingresos. Hoy hay una política que supone que, con más derechos de exportación, con más impuestos a las riquezas, con bajas de ganancias a los trabajadores y trabajadoras, supone un esquema tributario distinto, con mejores ingresos y egresos razonables para las posibilidades de la Argentina, y, por lo tanto, un déficit manejable.
DT: En la compleja carrera entre los ingresos de los trabajadores y la inflación, en la que la suba de precios viene ganando por amplio margen en los últimos tres años, ¿Qué puede ocurrir este año, subirá finalmente el salario real, y en qué momento de 2021 se puede sentir en los bolsillos ese incremento?
MT: Eso tiene como respuesta primera a la inflación, porque el Gobierno está operando en cuatro frentes para contener el índice de precios, que es como la política de mitigación: si vos haces mucho y el resultado igual es malo, ¿Cómo haces para demostrar que hubiera sido peor si no hubieras hecho las cosas que hiciste? Es difícil. Pero creo que Argentina está acomodando su déficit, herramienta uno, para evitar el financiamiento monetario del déficit. Herramienta dos: administrando el tipo de cambio, justamente para que el dólar no les sume presión a los precios. Herramienta tres: contención de tarifas para que los precios regulados sigan yendo a una velocidad muy inferior, a la que tiene el promedio de la inflación. Hasta marzo, los precios regulados aumentaron 22 puntos y la inflación creció el 42. Herramienta cuatro: las expectativas, donde creo es donde más hay que trabajar. Los trabajadores han negociado paritarias en línea con el Presupuesto en torno al 30 – 35% puntos. Allí hay que trabajar con el sector empresario para que haga su parte y contribuya a morigerar las expectativas inflacionarias, sin terminar echándole más nafta al fuego. Los controles de precios no resuelven la inflación, pero hay momentos en los que no vienen nada mal, porque si vos solo crees que lo vas a resolver con control de precios, seguramente lo estas pifiando. Si vos podés establecer un acuerdo y podés controlar el cumplimiento del mismo, es mucho más razonable, por eso alinear expectativas entre empresarios y trabajadores, va a permitir intentar contener la tasa de inflación. Y ahí viene el desafío que planteaste, si a lo largo de la gestión de Alberto Fernández no se logra mejorar el poder de compra del salario, entonces fracasamos, así de simple.
DT: Con relación a la cuarta herramienta que mencionás para contener la inflación, ¿Cómo evaluás la relación Gobierno-sector empresario? ¿Crees que el poder ejecutivo tiene que ser más amigable con el sector privado, profundizar el diálogo, con el fin de alinear esas expectativas?
MT: Esa relación tiene que ser lo más madura posible. Nosotros necesitamos a los empresarios porque son los socios del crecimiento en la Argentina. Si bien nuestra mirada es la de la protección del empleo y el salario, necesitamos que los empresarios ganen plata, que inviertan en la Argentina y que sientan que aquí tienen que reinvertir sus ganancias. Para eso planteamos un modelo de crecimiento que ya se probó, que tiene que ver que cuando crece el consumo a todos los empresarios le va mejor, de todos los sectores. Si vos miras el proceso de Néstor y del primer gobierno de Cristina, crecía el producto, el consumo, y la inversión sobre el producto. Las variables iban en línea. Cuando la gente tiene plata para gastar lo que hace es que crezca la economía, y yo creo que es en ese sentido donde la conversación está pendiente. El diálogo tiene que tener aspectos múltiples Necesitamos, por un lado, empresarios que paren un poco la pelota en materia de suba de precios y, por otro, construir los incentivos para que los empresarios entiendan que es más negocio para ellos parar la pelota, que seguir arriba de la moto de los aumentos de precios. Eso no es una tarea fácil, pero supone una mirada al respecto de la economía que es la de la economía política, nosotros creemos que la economía debe ser gobernada por la política y, no al revés. Por eso hay que dialogar, y escuchar qué cosas todavía puede hacer el Gobierno para mejorar las expectativas de los empresarios y, obviamente, también hay que controlar.
DC: Para finalizar, y volviendo a lo que planteás a lo largo de tu libro: de todos los datos en los que te basás para sostener tu posición en el debate público, ¿cuáles son los más contundentes que quizás derriban algunos de los mitos utilizados en el discurso de la oposición, según tu punto de vista?
MT: Hay varios conceptos que no se sostienen en el debate. Por ejemplo, se repite mucho que "el Gobierno no promueve ni respeta la institucionalidad" ¿Sería razonable compararlo con el funcionamiento del Congreso? Ahí encontramos que en 2020 hubo el doble de sesiones de las que se registraron en 2019, 50% más que en 2018 y 20% más que en 2017. Todo comparado con un año de pandemia, y sin contar sesiones preparatorias, porque si no es mucho más amplia la diferencia. Lo mismo sucede con la relación con la prensa. El presidente Alberto Fernández, el año pasado tuvo, solo en radio, 46 entrevistas, aproximadamente el doble de las que dio en el bienio anterior el expresidente Macri. En materia de producción legislativa, en 2020 se produjeron 70 leyes, contra 45 en 2019, 66 en 2017. Sí es cierto, que Fernández firmó más DNU, 76 el año pasado. En sesiones por cámara, el Senado en 2020 tuvo el récord de la década: 23 sesiones, sin contar preparatorias y otro tipo de sesiones en minoría. Y Diputados tuvo el año pasado un funcionamiento por encima del promedio de la década. Cuando se habla sobre el crecimiento del empleo público...Podemos decir que, por ejemplo, cuando Macri era jefe de gobierno entre 2011 y 2015, aumentó el 25% la cantidad de secretarias, 17% la de subsecretarías, la planta de gabinete creció 25% y la planta transitoria 100%.
Otra discusión que se da: “El PBI de la Argentina fue el que más cayó en la región”. Eso es engañoso, porque si bien Perú cayó más que Argentina, la manera de medir la contracción del producto es comparando lo que pasaba hasta marzo de 2020, contra como terminó el año. El pronóstico antes de la pandemia era una caída del PBI de 2 puntos. Como cayó 10, en realidad el impacto del COVID fue de 8 puntos. Brasil, que iba a crecer 2 puntos, y cayó 6, su contracción es parecida a la de Argentina. Entre lo que iban a crecer y lo que cayeron, el mejor desempeño lo tuvieron Brasil y Chile, pero peor que nosotros fue el promedio de América latina y el Caribe, México, Perú, o Colombia. Es decir, también es otro mito que cuando lo comparas con los datos vas a encontrar una información distinta.
Sobre el tema de deuda se dice: "El endeudamiento creció con Cristina", según afirmó (el exministro de Economía, Alfonso) Prat Gay, que hizo un documento, ciertamente muy berreta porque toma la deuda del 2007, antes de la renegociación de 2010 entonces. Lo más importante es mirar la deuda con relación al PBI, y entre el 2007 y el 2015, la deuda respecto del PBI se redujo casi 20 puntos, cuando entre 2015 y 2019 la deuda creció 43 puntos, alrededor de u$s90.000 millones.
Con relación al tipo de cambio, se asevera: "Están retrasando el dólar". Es otro verso increíble. El dólar creció desde que asumió Alberto Fernández en línea con la inflación. En cambio, en la gestión de Macri, el dólar creció 542,5% y la inflación fue 286%, es decir, le sacó más de 250 puntos de ventaja el dólar a los precios, que a su vez crecieron mucho más que los sueldos que aumentaron 228%.
Por último, respecto a las restricciones a la circulación, en el capítulo 10 que se llama “Té para tres”, que hace referencia a la canción de Gustavo Cerati. En ella aparece una historia muy triste, que es cuando el autor se entera que su papá tiene un cáncer terminal. Entonces se juntan Gustavo, con Juan José, su papá, y con su mamá para enfrentar juntos la situación. Salvando las distancias, así es cómo se enfrentó la pandemia al comienzo: Axel (Kicillof), Horacio (Rodríguez Larreta) y Alberto (Fernández) definieron juntos la extensión de la cuarentena, pero no una vez, sino que, en 13 oportunidades, o sea fueron 13 anuncios en conjunto.
"Lo interesante es analizar quién cambió. Yo te podría decir que tal vez la cuarentena el año pasado se extendió más de lo que se tenía que extender. Pero este año no fue así, hasta que el presidente Fernández decidió retomar las medidas de restricción por la suba de casos. Con cual, cuando vos intentás ver lo que está pasando y cuáles son las estrategias del poder ejecutivo para mitigar los efectos negativos de la pandemia o para promover el desarrollo, en el libro encontrás básicamente datos, que no son la verdad, pero que aportan a un debate un poco más sensato", concluye el economista.