Martín Guzmán se ha transformado en el blanco predilecto de los dirigentes kirchneristas. El principal argumento esgrimido por el sector duro del Frente de Todos se centra en cuestionar una supuesta "falta de fortaleza" del ministro de Economía para poner límites al poder de los sectores más concentrados de la economía.

Un trabajo realizado por los economistas Hernán LetcherJulia Strada y Leandro González (CEPA - FES) titulado "Estructura corporativa y riqueza en la Argentina: dieciséis casos de configuración empresarial y valorización comercial durante la pandemia" -difundido este fin de semana por Data Clave- da cuenta de la concentración de la economía en manos de 16 familias que "operan en posiciones estratégicas en cada sector de actividad, lo que les otorga el manejo de los precios del mercado interno y les permite una mayor capacidad de apropiación de la renta".

Sin embargo, un repaso por la historia reciente de la concentración económica en la Argentina, muestra que los grandes grupos económicos privados redujeron ligeramente su presencia en la cúpula empresarial entre 2001 y 2014, tanto en lo referido a la cantidad de organizaciones (pasaron de 34 a 33), como al número de empresas controladas (de 47 a 45) y a la significación relativa de éstas en la facturación total de las 200 empresas más importantes del país (del 22,6% al 20,7%). 

Desde hace varios años los economistas Alejandro Gaggero y Martin Schorr se focalizaron en estudiar a los grupos empresarios que ostentaron la mayor facturación anual (excluyendo a las firmas financieras y a las agropecuarias) durante el período 2001-2014. El resultado es que los dos economistas, al que se le suma la labor de Andres Wainer, atribuyen la mayor concentración económica al efecto redistributivo de la pesificación asimétrica y la pérdida de salarios producto de la devaluación de 2002, que logro mejorar los márgenes de rentabilidad de la la elite empresarial, aumentar los oligopolios a través de la fusión de empresas dentro de grupos mayores y la escasa política anti monopolios, junto a la inserción de las firmas líderes en materias primas y la política de protección comercial de Argentina, como el petróleo, la minería, la alimentación, la metalurgia, la química, los automóviles y la electrónica.

En su trabajo “La cúpula empresaria durante los gobiernos kirchneristas” escrito en 2016 durante el auge del macrismo, Schorr y Gaggero apuntan a que desde el inicio del duhaldismo, que luego continuó con el  kirchnerismo, se dio una transformación radical en la dinámica del modelo de acumulación del capital en la Argentina, donde se dio una consolidación estructural de la elite empresaria en el conjunto de la economía nacional, principalmente de su núcleo duro (las “primeras 50”), lo cual se ve reforzado ante el control que ejercen estos grandes capitales sobre múltiples variables, en particular sobre los “dólares comerciales” (cuestión sumamente relevante dado el cuadro de restricción externa, es decir, la falta permanente de dolares que que caracteriza a la economía argentina). 

Para los dos economistas, también afectó el “retroceso relativo de las empresas de servicios públicos y cierta expansión de los sectores minero e hidrocarburífero (en el último caso bastante condicionado por el desenvolvimiento de la crisis energética), así como de la comercialización agropecuaria y algunas actividades no transables (construcción, juegos de azar, recolección de residuos, negocios inmobiliarios)”

De hecho, para Schorr y Gaggero, durante los gobiernos de Cristina Kirchner, “en el ámbito fabril la única novedad fue la expansión de las ensambladoras de bienes electrónicos de consumo en Tierra del Fuego”, en tanto, para los dos especialistas “a partir de 2007 se aprecia una reversión parcial del proceso de extranjerización de la economía doméstica, la cual se manifestó en forma paralela al dinamismo de algunas firmas pertenecientes a grupos económicos viejos y nuevos, así como al retorno del Estado” en calidad de accionista y/o propietario de unas pocas grandes compañías”. Un balance bastante magro para luchar contra la concentración de la economía, la que hoy se señala desde el kirchnerismo como “la madre de todos los males” y la causante de la mayor inflación desde 1991.

La explicación de que la inflación se origina pura y exclusivamente en la concentración económica, parece no convencer del todo a los economistas del "albertismo". Desde el entorno del Presidente señalan que si bien es grave que veinte empresas deciden a qué precio comen 45 millones de argentinos, la situación no es nueva y empeoró durante el kirchnerismo. Los datos duros señalan que entre 1993 y 2001, las 500 mayores empresas de la Argentina concentraban el 14,3% del PIB, mientras que entre 2002 y 2012 la participación se elevó al 21,5%. 

Las que más ganaron con la concentración

Los “ganadores” pueden dividirse en dos grupos. Por un lado, los que lograron incrementar sus participaciones en las ventas totales de la cúpula empresaria. Se trata, en su mayoría, de organizaciones con presencia en los sectores agroindustrial (como Urquía-Aceitera General Deheza, Vicentín y Arcor), pero también del comercial (Braun-La Anónima), construcción (Roggio) y medicina prepaga (OSDE).

A este conjunto -que pasó de explicar el 6,2% de las ventas de la cúpula en 2001 al 8,3% en 2014-, habría que agregar los grupos que se expandieron fundamentalmente en el exterior, adquiriendo empresas fuera del país (y por eso su crecimiento no se registra en el ranking, referido a la Argentina), como Techint (uno de los líderes mundiales en la producción de tubos sin costura) y Eurnekian (Corporación América, holding que incluye una de las principales empresas concesionarias de aeropuertos del mundo).

Los otros “ganadores” fueron los grupos que en 2001 no tenían presencia entre las 200 más grandes pero que en 2014 pasaron a integrar esta cúpula empresaria gracias al crecimiento de sus empresas. Se trata de 12 holdings entre los que sobresalen los vinculados con la construcción y los servicios públicos (fundamentalmente con la producción y distribución de energía).

Los conglomerados ODS (Calcaterra) y Caputo son actores destacados en el rubro de la construcción (privada y pública). Por su parte, Pampa Holding e Indalo (Cristóbal López) lograron expandirse gracias a la política de “argentinización” del sector energético que propiciaron los gobiernos kirchneristas y, en los dos últimos casos, a instancias de ciertos “nichos de acumulación de privilegio” que se concedieron en los últimos años desde el sector público (grandes obras, concesiones, medios de comunicación, juegos de azar).

Además, figuran dos grupos del rubro farmacéutico (Bagó y Gador), dos del inmobiliario (IRSA y Constantini) y uno de la producción de electrodomésticos (Newsan). En 2014 todos estos conglomerados controlaban 15 compañías dentro de la cúpula, las cuales explicaron, en conjunto, aproximadamente el 4% de la facturación de ese conjunto de empresas.