Emprendedores: la joven que fabrica y exporta a 20 países un producto clave para instrumentos musicales que antes sólo se importaba
Guillermina Esmoris se dedica a vender resinas artesanales para instrumentos con arco. Hasta 2016, cuando creó Yumba, en Argentina solamente se conseguían extranjeras. Hoy exporta 90% de su producción a países como a Corea del Sur, EEUU, Brasil, España y Australia, entre otros. Por su emprendimiento fue galardonada con el premio Exportar. "Mi sueño es que haya muchos más casos así en nuestro país”, dice la empresaria.
Una buena idea con el impulso necesario puede llegar muy lejos. Es el caso de Yumba, una empresa creada por la bahiense Guillermina Esmoris en 2016 y que actualmente se dedica a producir resinas artesanales, insumo fundamental para quienes tocan instrumentos con arco pero que no tenía hasta ese momento un fabricante nacional. Con la ayuda del Estado, lo que comenzó como una curiosidad se terminó de materializar en una compañía que hoy exporta a más de 20 países y la semana pasada fue reconocida con el premio Exportar, distinción que otorga la Cancillería Argentina en conjunto con la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional (AAICI).
“La fórmula que descubrí, más allá del producto, es crear una empresa desde cero, pero con una mano por parte del Estado”, apunta la CEO de Yumba en una entrevista con Data Clave. Además, manifiesta sus ganas de que su caso se vuelva común entre quienes tienen ganas de producir localmente y vender sus productos al mundo: “mi sueño es que haya muchas más Yumbas en el país”.
La empresaria bonaerense de Bahía Blanca empezó en 2016 sus estudios en el Conservatorio y se interesó por el contrabajo, uno de los instrumentos más difíciles a la hora de aprender a tocar música. Tal como lo cuenta, en la primera clase que tuvo su profesor le explicó que para lograr el sonido adecuado debía pasarle una resina a las cerdas del arco que luego haría sonar las cuerdas del instrumento. Sin embargo, hasta ese momento no sabía que se había topado con su futuro proyecto.
“No tenía trabajo y era un contexto bastante complicado del país. El arte era mi refugio, desde chica me interesé por la música. Sabía tocar la guitarra y el bajo eléctrico, lo que derivó en el interés por el contrabajo”, comentó.
La empresaria cuenta que desde aquella primera clase sintió “curiosidad” por aquel frasco de resina que le había convidado su maestro. “Me pareció fascinante como objeto, como producto. Pero me quedó en la cabeza que la marca que me habían prestado era de Suecia”, relata. Al llegar a su casa, se fijó en internet si existía alguna producida localmente en busca de alguna marca más accesible “y ahí me topé con que todas las que se vendían eran importadas”.
Mientras seguía con su investigación, y cuando se agotó la resina prestada, llegó a algunos videos en donde un contrabajista mostraba cómo hacía su propio producto de forma casera y pensó que sería una buena idea hacer lo mismo. Consiguió, gracias a la pareja de su padre que trabajaba en una empresa química, las materias primas que necesitaba. Con una lata de tomate que había en la casa de su madre, en Villa Mitre, mezcló los ingredientes y fue perfeccionando la fórmula.
“Tuve que probar mucho, ser muy metódica hasta dar con un producto que me conforma a mí y a los músicos que la probaron las primeras veces”, explicó. Según detalló, la resina se obtiene a partir de las coníferas, familia a la cual pertenecen, entre otros, los pinos, y una mezcla de cera de abeja. Igualmente aclara que cada instrumento (contrabajos, violines y violas, o violonchelos) tiene una resina específica para su funcionamiento.
Cuando finalmente dio con “el punto justo” Guillermina se dio cuenta de que había una cierta demanda a atender en el mercado local, ya que en las publicaciones que hacía en Facebook recibía comentarios bastante alentadores para ella. “Me escribían comentarios del tipo ‘aguante la industria nacional’ o algunos por el estilo”, señala.
Así nació Yumba, nombre que desde un principio giraba en su cabeza como concepto de su marca: “La Yumba es el hit que creó en 1946 Osvaldo Pugliese, que justo coincide con la década de oro del tango en el marco del surgimiento de la industria nacional y una nueva clase trabajadora. Una melodía muy alegre que iba a tono con las conquistas que tenía esa clase social en aquellos años”.
“La imagen de la marca está ligada a ese sentido nacional, de alguna manera peronista también, no utilizo ningún insumo importado. Todo se fabrica en Argentina”, agregó la CEO de Yumba.
Luego de sacar su producto final en 2017, para 2018 comenzó a exportar con la ayuda del programa “Exporta Simple”, un sistema simplificado de ventas al exterior por vía aérea pensado para las microempresas o pymes. “Mi objetivo era ese: para que sea la resina argentina tenía que venderse acá y afuera”, dice la empresaria.
De todas formas, también recuerda que otro programa fue el que la ayudó a dar el puntapié inicial: el “Fondo Semilla”, un programa del Ministerio de Desarrollo Productivo que funciona desde 2010. Los fondos obtenidos le sirvieron para comprar moldes profesionales, mejorar su página web, armar catálogos y terminar de darle a su marca la estética de los años 40´.
Otras ayudas que destaca siempre que puede son la del Banco Provincia Bahía Blanca y la ayuda de la AAICI, que la semana pasada la reconoció con el premio Exportar. “Todo el tiempo tuve claro que quería trabajar en conjunto con el sector público, ese era el desafío” comenta la empresaria
y agrega: “Hay que avanzar en el camino de que Argentina exporte talento y no sólo talentos. Fundar una empresa con ayuda del Estado y llevarla a las góndolas del mundo, es una locura hermosa. Es ir a contrapelo de un sentido común que privilegia lo importado”.
A su vez, Guillermina resalta la importancia del recientemente lanzado por la Cancillería “Argentinas al Mundo”. El programa cuenta con capacitaciones para que las mujeres al frente de pymes puedan exportar sus productos, entre otros aspectos.
Actualmente, Yumba vende el 90% de su producción a más de 20 países y su principal comprador es Corea del Sur. Sin embargo, Guillermina pudo cumplir algunos otros sueños, uno tiene que ver con su gusto por el tango. “Un sueño de los que tenía era llegar a Japón y pudimos lograrlo, allá les encanta el tango y creo que se identifican con la estética que le damos a nuestra marca”, asegura la CEO.
Guillermina siempre recuerda que los primeros pedidos fueron desde Taiwán a los que se le sumaron Estados Unidos, Brasil, España y Australia, entre otros. “En general vendo a distribuidores o casas de música. Un frasco de los que vendo pueden durar años porque vendemos frascos grandes”, afirma.
La actual estudiante de Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de Quilmes remarca también que le queda pendiente el mercado latinoamericano. “Lo que pasa es que hay muchísimas trabas aduaneras, restricciones, que encarecen mucho el producto. Es una pena porque me escriben desde Uruguay, Ecuador, Venezuela, Perú, Colombia y demás países”, concluye.