Los exportadores empiezan a liquidar sus exportaciones y quienes se habían dolarizado en exceso liquidan activos para compensar la pérdida de poder adquisitivo y la licuación de riqueza de los últimos meses. El corolario es una baja de las cotizaciones paralelas y el achicamiento de la brecha cambiaria a niveles del 15%, los más bajos desde diciembre 2019

Pero persisten las dudas sobre cuán duradera o transitoria es esta situación.

Y ello dependerá en buena parte de las expectativas de devaluación. Por lo pronto, los futuros del ROFEX no anticipan una corrección marcada del dólar oficial, priceando una devaluación promedio del 5% mensual hasta agosto, incluso por debajo de los niveles de inflación proyectados por la mayoría de las consultoras. 

Pero aún así, las dudas no están despejadas del todo. El hecho de haber vuelto a emplear el tipo de cambio, en parte, como ancla antiinflacionaria implicó que la ganancia de competitividad lograda después de la devaluación de diciembre se reduzca prácticamente a la mitad. Hoy el tipo de cambio real multilateral (TCRM) vuelve a ser comparable con el de diciembre 2021, umbral que el FMI había fijado como mínimo en el acuerdo firmado con Martín Guzmán en febrero 2020. Se trata de un nivel de competitividad-precio incluso más bajo que el que imperaba en 0ctubre 2011, cuando se decidió la implementación del primer cepo.

El Gobierno sostiene que el TCRM de equilibrio es un dato difícil de estimar y que las comparaciones históricas no aplican porque el contexto actual, con la clara decisión del Gobierno de avanzar en reformas estructurales, es diferente a cualquiera del pasado. Con esto argumenta que no habrá una nueva corrección discreta del tipo de cambio en el corto plazo. 

Desde LCG seguimos sosteniendo que el tipo de cambio de equilibrio debería ser el que permita, de mínima, un equilibrio en la cuenta corriente (balance externo). Pero hoy en día, además del equilibrio, el BCRA tiene la necesidad de acumular reservas, por lo que quizás sea necesario un tipo de cambio todavía mayor. En el largo plazo, con una economía estabilizada, equilibrio fiscal y aumento de la productividad a partir de las reformas que propone el Gobierno, podría pensarse que el Peso no debería estar tan depreciado y permitiéndose cierta recomposición de su valor.

La expectativa de una mayor baja de precios de los commodities juega a favor de la liquidación. Pero un mayor atraso, con precios que todavía se mueven a un ritmo muy superior al 2% del crawl puede empezar a generar tensiones. Mayores expectativas de devaluación podrían incidir en menores liquidaciones y en renovadas presiones sobre las cotizaciones paralelas.

En lo que va del año, el BCRA compró USD 9.200 millones por sus intervenciones netas en el mercado de cambios y esto se tradujo en una recomposición de reservas netas por USD 6.900 millones (sin descontar la deuda de los BOPREALES). La diferencia se destinó básicamente a pagos de deuda. Resulta una mejora clara respecto de la situación heredada de la gestión anterior, pero no deja de ser frágil. 

Buena parte de las compras netas que engrosaron la reservas obedecen, además de una economía alicaída, al cronograma de acceso a divisas que el Gobierno impuso a los importadores y que, desde este mes, estará prácticamente levantado. Se estima que la deuda comercial de importadores (por haber pagado solo el 30% de los compromisos) creció USD 9.000 millones en estos tres meses.

Se trata de una suma similar al aumento de las reservas, lo que vuelve un tanto artificial la recomposición mencionada y torna más relevante la dinámica de atraso que viene mostrando el dólar oficial.

Por el momento, que el dólar importador (oficial+impuesto país) se ubique cerca del dólar CCL está jugando a favor de los objetivos del Gobierno: 

1) resta demanda del MULC que todavía cuenta con restricciones cruzadas,

2) aumenta la posibilidad de que la deuda comercial sea cancelada sin recurrir a dólares que ya están en las arcas del BCRA

3) sostiene el nivel del CCL dando incentivo a exportadores (el dólar MEP está 5% por debajo del CCL). 

Tenemos la sensación de que el Gobierno está decidiendo su política cambiaria mirando más la economía deseada que la economía presente.