Lo vengo insinuando desde hace algún tiempo, pero es momento de decirlo fuerte y claro: más allá del ofrecimiento desinteresado de colaboración que hicimos al gobierno argentino desde The 1841 Foundation, fundación que presido y que busca promover la competencia fiscal entre países y el
fortalecimiento de los derechos a la propiedad privada y a la privacidad de las personas, hace algunos días le hicimos llegar dos documentos al Presidente Javier Milei.

El primero de ellos es una carta mediante la que varias organizaciones -ideológicamente afines a la Escuela Austriaca (entre ellas, una que es liderada por la actual vicepresidente del Banco Central de Austria)- se ponen a disposición para colaborar con el proceso de reestructuración del Estado y
desregulación que decidió encarar el Poder Ejecutivo.

El segundo, es un documento que generamos en nuestra fundación y que se denomina “Bases y puntos de partida para una reforma tributaria posible”. Sabemos que el elefante en el cuarto en materia tributaria es el régimen de participación, pero frente a la evidencia de cuán difícil resulta el diálogo entre el gobierno central y los gobernadores, hemos priorizado una reforma 100% posible, cuyos puntos salientes son los siguientes:

1. Idealmente, se reducen los impuestos nacionales de 45 a 4 (en caso de que el gobierno prefiera ir menos a fondo, entonces quedarían vigentes unos 8 o 10).

2. No se tocan impuestos provinciales ni municipales.

3. El sistema tributario se basa en IVA e Impuesto a las Ganancias, que son los impuestos “menos malos”. De esta forma, se eliminan todos los impuestos sobre el patrimonio y las transacciones.

4. El sistema contempla bajas automáticas de alícuotas anuales en el caso de que aumente la recaudación en términos reales, se mantenga igual o baje hasta un 5%. El objetivo es llegar, con el correr del tiempo, a un impuesto a las ganancias del 20% para todos (flat tax) y que el IVA termine volviendo a ser del 15%. El esquema propuesto, en otras palabras, además de reducir de manera significativa los impuestos a pagar, genera previsibilidad y seguridad
jurídica.

La reforma que pensamos crea incentivos para que los pagadores de impuestos cumplan con sus obligaciones tributarias, lo cual va a resultar en un aumento en la recaudación pese a la reducción del esfuerzo fiscal. O, mejor dicho, precisamente como consecuencia de ello.

Recordemos que a medida que los impuestos bajan, aumentan el ahorro, la inversión, la actividad económica en general y el consumo, y obviamente se reduce la informalidad, la evasión. Espero que el presidente tome en cuenta nuestras recomendaciones, que, si bien son perfectibles,
van en la dirección correcta.

En caso de que lo haga, contará con nuestro apoyo y nuestros equipos para transformar el plan en un proyecto de ley y para presentarlo y defenderlo ante el Congreso. Por último, y solo para que quede claro; nuestro “Tax Plan” para Argentina es absolutamente viable en las condiciones en las que se encuentra el país, aún cuando se dé el peor escenario que imaginamos en cuanto a recaudación. 

A medida que la recesión se intensifique, algo que perfectamente puede suceder, el “efecto Laffer” de la reforma propuesta será más leve y de allí la urgencia por implementarla.