Una elección con muchos ganadores, que dejó conformes a oficialistas y opositores de todos los espectros
Si bien los números del consolidado nacional dieron como triunfadora a la principal coalición opositora, el Frente de Todos obtuvo una remontada muy importante en territorio bonaerense, mejoró guarismos en varias provincias y leyó con optimismo el nuevo panorama legislativo que se configurará a partir del 10 de diciembre. También la derecha más radicalizada de Milei y Espert celebró un crecimiento auspicioso y hasta la izquierda festejó haber sumado legisladores y ediles.
No hubo caras largas este domingo. Y este fue el dato más curioso de una jornada electoral que, una vez más, tuvo un final diferente al que habían pronosticado los principales analistas y encuestadores, vaticinadores de una debacle oficialista que no se concretó. La letra fría de las crónicas períodísticas podrán titular, sin faltar a la verdad, que el oficialismo fue vencido en quince provincias y cedió el quórum propio en la Cámara de Senadores, tras caer derrotado en seis de los ocho distritos que ponían en juego sus bancas. Sin embargo, todos y todas, a su manera, celebraron.
El primero en celebrar fue el ministro del Interior, Wado de Pedro, cuya cartera estuvo al comando de una elección sin inconvenientes, en la que se incrementó notoriamente el porcentaje de participación ciudadana en los comicios. "Realizar un operativo de estas características, movilizando millones de argentinos y argentinas entre PASO y generales, durante una pandemia y sin incidentes, es motivo para que estemos orgullosos", le dijo un vocero gubernamental a Data Clave, apenas cerraron los comicios, minutos después de las 18 horas. Exactamente tres horas después, el dirigente de La Cámpora que ocupa la cartera política anunciaba la carga de más del 60 por ciento de los votos escrutados en la página oficial donde se volcaron los resultados.
Estaban muy contentos los dirigentes de Juntos por el Cambio, que en el consolidado nacional, lograron sostener una victoria nítida, al obtener ocho puntos más que el oficialismo (41,89 a 33,03 por ciento), con resultados clave en Chubut, La Pampa y Santa Fe, para sumar bancas importantes en el Senado de la Nación, donde logró arrebatarle la mayoría al peronismo por primera vez desde el advenimiento de la democracia. Además, consiguió victorias amplias en Córdoba, Santa Cruz, Mendoza y Corrientes.
También estaban muy entusiasmados los liberales que, a diferencia de lo que ocurre en los Estados Unidos, en Argentina representan a los sectores de la derecha más recalcitrante. Las versiones porteña, con el sobre estimulado Javier Milei a la cabeza, y bonaerense, con el economista José Luis Espert como máximo exponente, se alzaron con la tercera posición en los dos distritos electorales más importantes de la Argentina. Con discursos violentos, agresivos y una retórica exaltada, llamaron a destronar a "la casta" -en alusión a la dirigencia política tradicional- y subieron el porcentaje de votantes entre dos y cuatro puntos, a uno y otro lado del Riachuelo.
Y por supuesto, celebró el Frente de Todos, por haber revertido elecciones en provincias que había perdido, como Chaco y Tierra del Fuego; haber sostenido los votos en Catamarca y La Rioja; y haber obtenido el triunfo en el único distrito que elegía gobernador como Santiago del Estero, donde fue reelecto Gerardo Zamora.
Pero también el peronismo encontró un gran motivo de festejo al haber sumado medio millón de votos en la provincia de Buenos Aires y veintiseis mil en territorio porteño, en comparación con las primarias, razón más que valedera para arrancarle una sonrisa a Victoria Tolosa Paz y a Leandro Santoro, sendas cabeza de lista en ambos distritos. Y se lo vio muy feliz al gobernador Axel Kicillof quien se entusiasmó con la paridad de bancas lograda en la Cámara alta bonaerense, donde deberá desempatar la presidenta del cuerpo y vicegobernadora, Verónica Magario.
Otro entusiasmado fue Sergio Massa, a quien se lo notaba exultante tras haber mantenido la primera minoría en el recinto que conduce a nivel nacional, contra todos los pronósticos que daban por perdido el control de la Cámara baja. "La remontada en la provincia de Buenos Aires permitió que no perdiéramos una ventaja estratégica para la aprobación de las iniciativas del oficialismo", le dijo a este portal un asesor del tigrense.
Alberto Fernández exhibió dos facetas en la noche del domingo. La primera, durante el mensaje grabado que se emitió a las 22, en el que evaluó los resultados electorales y anunció el envío de un programa económico plurianual para el desarrollo sustentable, que será debatido en el Congreso durante el mes de diciembre. En tono moderado, el Presidente convocó a la oposición a debatir los temas que la Argentina necesita y ratificó la gestión de su ministro de Hacienda, Martín Guzmán, al frente de las gestiones para renegociar la deuda con el FMI.
Ya en el bunker de Chacarita y embuído en el entusiasmo generalizado de sus compañeros y compañeras, Fernández cerró la lista de oradores con un discurso de tono duro, más parecido a los de campaña y convocando a la militancia para movilizarse el próximo 17 de noviembre, en oportunidad de conmemorarse el Día de la Militancia justicialista.
En síntesis, el Gobierno entendió la remontada bonaerense y el decoroso papel en varios distritos donde salvó la ropa después del incendio del 12-S y mantuvo la primera minoría en la Cámara de Diputados como una "buena señal", mientras que Juntos por el Cambio celebró haberse impuesto por ocho puntos en el cómputo general y haber posicionado a varios referentes de su espacio en la carrera rumbo al 2023. Postales de una jornada electoral post-pandemia con un resultado ecuménico, que dejó conformes a todos y a todas.