Tras la caída del “Rengo” Pacheco, cómo se reacomoda el poder narco en el conurbano bonaerense
Más allá de la cinematográfica detención y el allanamiento a su “mansión” de Parque Leloir, el operativo que asestó un golpe mortal a la organización criminal liderada por uno de los capos del comercio de estupefacientes del Gran Buenos Aires, es solo la punta de un iceberg que involucra un complejo mecanismo de lavado de activos millonarios con terminales en paraísos fiscales e inversiones inmobiliarias. Los vínculos con la policía y el poder que protegieron el accionar de una de las bandas narco mejor organizadas de la Argentina
Desde mediados de los noventa, San Martin se transformó en un territorio narco. Las calles y galpones -que alguna vez formaron parte de aquella ciudad pujante, repleta de industrias devastadas por las sucesivas crisis económicas- y, fundamentalmente, los asentamientos donde habitan decenas de miles de familias sumidas en la pobreza extrema, fueron el escenario propicio para el desarrollo de las organizaciones criminales dedicadas a la venta de drogas.
“¿De qué Rosario me hablan? Esta es la verdadera capital narco de la Argentina, acá están los porongas del negocio”, sostiene uno de los policías bonaerenses más curtido a la hora de investigar a los mandamases de un negocio con epicentro en esta localidad del oeste del conurbano bonaerense. Ese efectivo fue uno de los iniciadores de la pesquisa que terminó este fin de semana con la detención del líder de una de las organizaciones narco criminales más poderosas del Gran Buenos Aires, Javier Alejandro Pacheco Varela, mas conocido por su alias: El Rengo.
Historia narco
Pacheco supo ser uno de los lugartenientes de Gerardo Goncebat, el histórico rival de “Mameluco” Villalba en la disputa por el comercio de estupefacientes durante más de una década en la zona oeste, con epicentro en San Martín. Ambos capos negociaban para evitar los enfrentamientos en los territorios de las villas 9 de Julio, Korea, Loyola, 18 de septiembre y los asentamientos que besan el camino del Buen Ayre, a la altura del CEAMSE. “Pero cada tanto se le desbocaban algunos soldados y se cagaban a tiros entre ellos y, a veces, en una guerra cruzada”, recuerda un informante que trabajó para la policía en diálogo con Data Clave.
Con Goncebat muerto en 2011 y Villalba preso –entre otras causas- por su involucramiento en la banda que asesinó a la niña Candela Sol Rodríguez, el negocio quedó en manos de las segundas líneas. Y fue entonces cuando El Rengo ganó terreno. “La (avenida) Márquez era la frontera que dividía los dominios: para la derecha, era todo de la gente de Mameluco, que siguió porongueando desde la cárcel; para la izquierda, era territorio de Pacheco, a quien Villalba se quiso cargar al menos tres veces y nunca pudo bajarlo”, apunta la fuente policial.
Con el territorio dominado, empezó a controlar la recaudación del negocio, lo que le permitió acumular ganancias, “comprando” protección mediante el clásico mecanismo de las posturas. “En 2018, cuando lo empezamos a caminar, el Rengo le ponía medio millón de pesos por semana a Narcotráfico San Martín para que lo dejaran laburar, con el compromiso de no hacer bardo en los pasillos de los barrios”, relata otro de los integrantes del grupo de efectivos que lo caminó durante dos años.
Mucha plata para lavar
La causa 36.618 se inició a fines de noviembre de 2020 con el objetivo de “investigar un red de comercialización y distribución de estupefacientes al menudeo operativa en las localidades de Billinghurst, San Martín, Moreno y Pinamar”, según consta en la carátula del expediente que tramita en el Juzgado Federal N° 2, a cargo del juez Jorge Rodríguez.
Pero el proceso incluía la investigación de un presunto “lavado de activos ilegales” provenientes de la venta de drogas que requirió de una minuciosa tarea de reconstrucción de vínculos entre los responsables del narcomenudeo y las cabezas de la organización.
Para los investigadores, no había lugar a dudas: la cabeza del grupo era El Rengo. “Teníamos el dato de que estaba en una quinta de La Reja y de ahí distribuía y colectaba la plata de los lugares de venta generado por todo el corredor del Camino del Buen Ayre”, explicó a Data Clave uno de los pesquisas de la Bonaerense.
"A partir de esa punta empezamos a seguir la movida y detectamos a un tal Andrade, con base operativa en Bella Vista, que era el nexo entre los bolseros y el Rengo, llevándole la plata y en uno de esos seguimientos, descubrimos las propiedades en Parque Leloir y en Pinamar; otras veces fuimos hasta Puerto Madero, adonde también se dirigían, pero allí no pudimos detectar en qué departamento dejaba la recaudación", completó el investigador.
Los volúmenes de dinero que movía la organización pudieron detectarse gracias al minucioso seguimiento de los contactos de la banda a través de las más de tres mil horas de escuchas telefónicas autorizadas por la justicia. Según el relevamiento realizada por la instrucción, pudo determinarse que Pacheco tiene "mutuos firmados por escribanos que ascienden a montos superiores a los 500 millones de pesos y pagarés de 100 mil y 200 mil dólares, lo que nos confirmó la sospecha de que lavaba activos".
Otra faceta de la investigación permitió introducir otra hipótesis: los cruces con la información migratoria permitieron determinar que El Rengo salió del país en más de veinte oportunidades a lo largo de los últimos cuatro años. "Tiene cruces registrados por los pasos fronterizos terrestres con Brasil, Paraguay, Bolivia, desde Paso de los Libres, Posadas y Salvador Mazza respectivamente, además de varios viajes por líneas aéreas a diferentes destinos centroamericanos, Emiratos Árabes, Qatar y los Estados Unidos", reveló un informe de Migraciones al que accedió en exclusiva este portal.
"En varias oportunidades lo seguimos cuando se dirigía en alguna de sus camionetas hasta la provincia de Salta, donde se contactaba con los punteros que le cruzaban la mercadería desde Bolivia y El Rengo supervisaba personalmente las entregas, habitualmente eran de entre 50 y 80 kilos de cocaína de máxima pureza, lo que después le permitía fraccionarla y estirarla para obtener ganancias muy grandes con la venta minorista", detalla la fuente.
La caída
Este domingo la Delegación Departamental de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas y Crimen Organizado de la Policía Bonaerense arrestó al “Rengo” junto a siete miembros de su banda, que cayeron en los 21 allanamientos efectuados en diferentes lugares del conurbano bonaerense.
Entre los detenidos se destacan el mencionado Esteban Andrade, Erik Sebastián Domínguez, Kevin Michel Ríos, Laura Alejandra Godoy, José Armando Gramajo, María Laura Alegre y Nadia Aylen Diaz, sindicados como dealers, distribuidores y testaferros de la organización.
Además de encontrarle un kilo de cocaína fraccionada en tres mil bolsas, marihuana, 32 celulares que podrán ser peritados, siete balanzas digitales, termo selladoras, máquinas de contar billetes y efectivo, la policía también incautó dos vehículos UVT Honda y Kawasaki, un BMW dorado y una camioneta cuatro por cuatro.
Acostado en su sillón, con precintos, Pacheco observó el allanamiento en su mansión de Parque Leloir. "Ya me avisaron que venían, desde temprano", desafió a los policías que lo detuvieron en la mansión ubicada sobre Gauchos de Güemes 1996, dentro del coqueto barrio Parque Leloir del partido de Ituzaingó.
Si el Rengo habla, puede mandar al frente a muchos que le dieron protección a cambio de una tajada de su negocio ilícito, entre los que -aseguran las fuentes consultadas- hay jefes policiales que aún permanecen en actividad y varios dirigentes políticos. Pero nadie llega a construir semejante imperio criminal si no sabe reconocer que, cuándo se pierde, lo más aconsejable para conservar el pellejo es el silencio.