Quereilhac respondió a Sarlo: "No ha tenido otro recurso que cacarear mentiras en los medios"
La esposa del gobernador Axel Kicillof dio su postura por la polémica de los dichos de la escritora en televisión que volvieron al centro del debate por su testimonio en Comodoro Py. "No fui vacunada aún y estoy esperando mi turno como todo el mundo", confirmó.
Soledad Quereilhac aclaró cómo le llegó la oferta a Betriz Sarlo para participar de la campaña de concientización que organizaba el gobierno bonaerense cuando la seguridad de la Sputnik V era discutida por la opinión pública. “No tengo la potestad de ofrecer vacunas a nadie. No soy funcionaria del gobierno de la Provincia de Buenos Aires”, apuntó.
La mujer del gobernador explicó en una carta pública que solo participó ayudando a confeccionar la lista de 100 personalidades que podrían ser parte de una campaña publicitaria a favor de la comunicación.“Ni mi madre, ni mi suegra, ni ningún familiar ni amiga o amigo cercano recibió tampoco la vacuna. Todos están esperando su turno, como corresponde”; aseguró
Y agregó: “No tengo trato personal con Beatriz Sarlo desde 2004, año en que ella renunció a su cargo docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. No tengo su correo electrónico ni su teléfono”.
En este sentido, afirmó que “le conté la idea a Carlos Díaz, director de la editorial Siglo XXI, en la que publicamos nuestros libros tanto Axel y yo, como Beatriz Sarlo. Carlos ofreció consultarle a Sarlo si le interesaba participar de esta campaña. Así lo hizo a través de un correo electrónico. Sarlo rechazó la propuesta al otro día y así nos lo comunicó Carlos Díaz”, dijo en Facebook.
En duros términos, la mujer del líder provincial criticó por tener “problemas de lectura frente a un simple correo electrónico” y arremetió: “Lo cierto es que, para sobreactuar su honestidad, Beatriz Sarlo no ha tenido otro recurso que cacarear mentiras en los medios”.
Para finalizar, Quereilhac pidió a Sarlo unas disculpas públicas. “A la luz de su autopercepción como una persona que ‘tiene ética’, sólo cabe esperar que se rectifique. Mientras tanto, sigo sin decidirme entre la pena por su enorme torpeza o el desconcierto ante su mala fe”.