El PRO bonaerense está roto. O, al menos, “diluido”, como aseguró en las últimas horas el diputado nacional y principal aspirante a tomar el control del partido en las próximas elecciones de agosto, Cristian Ritondo. La afirmación tiene varias patas, como la mentira. Pero en este caso se trata de una verdad partida entre dos referentes nacionales: Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Cada uno con la su idea de armado para lo que serán las elecciones del 2025. 

En concreto, la discusión interna no se trata de acompañar o no al oficialismo nacional. Sino de qué manera y a qué precio político. A cambio de qué y desde dónde. Con qué actores en juego y con qué tipo de participación. Pero sobre todo con quién como principal interlocutor. Lo que se debate va más allá de Milei sí o Milei no. Sino quién abre o cierra los acuerdos para lo que vendrá.

Y ante ese marco son varios los dirigentes que presentan dudas más allá de su posicionamiento interno. Sobre todo los intendentes que, en concreto, son los que ponen más en juego en sus distritos con la renovación de la mitad de los HCD, donde se juega la posibilidad de poder tener un margen concreto de gobernabilidad. “En las sesiones que hubo acá, los libertarios votaron todo en contra. Pero también es cierto que los vecinos apoyan la idea de un cambio más profundo”, le cuenta a Data Clave un jefe comunal amarillo.

Los intendentes saben muy bien que las directivas bajan de arriba. Pero hoy las terminales son muchas. Y más allá de los reposicionamientos, a partir de la interna en favor de correr a Daniela Reich de la presidencia, los jefes comunales son cautos a la hora de pensar el futuro electivo. “Salir a posicionarse cerca del gobierno nacional después de lo que pasó en Capital Humano…acá nos estamos jugando el progreso de toda una comunidad. Me parece una boludez importante”.

Lo cierto es que hoy hay temor en los territorios ante el impacto que podrían tomar ciertas decisiones políticas de cara a lo que se viene en materia electiva. Eso sí, todos coinciden en lo mismo. La Libertad Avanza hoy le sacó la representación dura de lo que expone el antiperonismo. Y son muchas las encuestas que muestran un crecimiento de la alianza a nivel provincial.

En ese marco, las dudas son grandes. “Me parece bien abordar un cambio de autoridades a un año de lo que serán las elecciones. Nos da tiempo de armar una estrategia en la que podamos recuperar el terreno perdido”, le dice a este medio un diputado bonaerense. Y agrega: “No comparto las formas, pero tampoco que se use el nombre del partido en nombre de todos de manera inconsulta”, en relación a cómo se dio la ofensiva y la contraofensiva en medio de la compulsa de poder.

El plan político tiene menos aristas de las que podría imaginarse. Más allá de la posibilidad de aunar fuerzas o no con LLA, lo otro que está en juego es el vínculo con la UCR, la Coalición Cívica y el peronismo no kirchnerista. El bullrichismo, a través de la diputada Florencia Retamoso, ya declaró que “Juntos por el Cambio no existe más”. Pero lo cierto es que en los hechos todavía funciona de manera natural en ciertos aspectos e incluso de forma forzada en otros. 

Internismo

Con la información del crecimiento provincial de LLA y los buenos lazos nacionales de Bullrich y otros dirigentes que encontraron lugar, Diego Valenzuela (Tres de Febrero), Santiago Passaglia (San Nicolás), Jaime Méndez (San Miguel), Florencia Astorino (Capitán Sarmiento) y Ramón Lanús (San Isidro) comenzaron a exponer sus "buenas migas" con la Nación. Sin embargo, las cosas cambiaron de golpe.

Lanús hoy camina San isidro con Macri y con Bullrich y hoy prefiere equilibrar su posicionamiento; Méndez, a través del delatorrismo, rompió relaciones con la ministra de Seguridad y después del escándalo de Capital Humano (con el despido incluido de Pablo De la Torre) sepultó el vinculo nacional; los Passaglia, como siempre lo hicieron, "pendulan" a la espera de que las cosas queden más claras.

Lo cierto es que hoy las inquietudes pasan por saber de qué manera se resolverá la interna partidaria en dos meses. Un movimiento que, en los hechos, comenzará a acomodar las fichas en relación al plano electivo y que servirá para entender cómo comenzarán a reagruparse los alcaldes en un camino en el que el PRO, sabe, necesita de alianzas para no perder músculo territorial.