El Gobierno de Javier Milei ya no esconde sus cartas y va con todo en el juego de las privatizaciones. Después de anunciar la venta del ferrocarril Belgrano Cargas, la mira ahora está puesta en Aerolíneas Argentinas, la empresa de bandera que siempre fue una de las joyas más codiciadas por el sector privado. La decisión está tomada: quieren sacar a la aerolínea del control estatal lo antes posible y ya arrancaron con los primeros movimientos en el Congreso.

Este miércoles, la Casa Rosada se llenó de funcionarios y legisladores del PRO y sectores del radicalismo que se alinean con esta idea. La estrategia es lograr un dictamen en el plenario de comisiones de Transporte y Presupuesto en cuestión de días. Todo apunta a que el proyecto de privatización, presentado por Hernán Lombardi, exministro y actual diputado del PRO, logre su primer paso la semana que viene.

Uno de los nombres clave en este proceso es Pamela Verasay, diputada de la UCR, quien preside el plenario de comisiones y ya se reunió con Martín Menem para hacer un conteo preliminar de los votos a favor. El objetivo es asegurarse los números para llevar el proyecto al recinto cuanto antes.

Sin embargo, los números no están cerrados. Aunque el PRO y La Libertad Avanza suman 76 votos, no alcanza. Necesitan al bloque de la UCR y a otros aliados, como Encuentro Federal, que todavía no está del todo convencido. Este grupo, liderado por Miguel Ángel Pichetto, quiere un modelo más parecido al de YPF, donde el Estado sigue teniendo participación, pero con la entrada de capitales privados o un management externo.

Mientras el oficialismo hace cuentas, los gremios están en pie de guerra. Los sindicatos aeronáuticos, que vienen de una serie de reclamos salariales, ven la movida como una amenaza directa a los puestos de trabajo y al rol de la empresa estatal. No es novedad que el sector sindical, especialmente con Pablo Biró al frente, se opone firmemente a la privatización. Biró, líder del gremio de pilotos y uno de los sindicalistas más duros, ya había tenido un choque directo con el Gobierno, que lo expulsó del directorio de Aerolíneas hace unas semanas.

Este cambio en el directorio no fue un detalle menor. La salida de Biró es una señal clara de que el Gobierno no está dispuesto a ceder ante las presiones sindicales, y eso podría llevar a nuevos paros y asambleas que compliquen la operación de la aerolínea. Las protestas ya frenaron la actividad aerocomercial en más de una oportunidad, y es probable que se repitan si la privatización avanza.

El panorama no se detiene en los trenes y las aerolíneas. Desde el Gobierno, no descartan seguir con otras empresas estatales, y en ese sentido, negociaran con quienes sea necesario y mediante cualquier forma con tal de lograr achicar el Estado. La privatización de Aerolíneas es solo el primer paso en un plan más amplio que incluye empresas clave como YPF y otras en sectores estratégicos.

El Gobierno quiere que Aerolíneas pase por el filtro del Congreso en las próximas semanas. Si se logran los números, el proyecto podría ser tratado en el recinto antes de fin de año. Mientras tanto, los gremios ya anunciaron nuevas medidas de fuerza si la privatización sigue adelante. El desenlace aún está por verse.