Pelea (por carta) abierta en el Frente de Todos: ecuménicos contra talibanes
La interna en el oficialismo está llegando a un punto de no retorno. A pesar de la queja del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, sobre “lavar los trapitos al sol”, es evidente que las distintas corrientes dentro del Gobierno eligieron el espacio público para confrontar. “Moderación o pueblo”, reza la última misiva de quienes se autoproclaman intelectuales K. ¿La unidad? A esta altura una expresión de deseo, solo de algunos.
Cuando todavía quedan poco menos de dos años de gestión y luego de haber atravesado una pandemia, el gobierno nacional se desangra en una interna feroz. El diálogo entre el Presidente Alberto Fernández y su vice, Cristina Fernández de Kirchner parece haberse cortado. Y desde abajo, es poco lo que se hace para que eso cambie. Los cortocircuitos en la gestión son cada vez más evidentes, que ahora se replican en la militancia y simpatizantes varios.
“Esta reunión pudo haber sido un mail” parece la frase que se tomaron a pecho en el Frente de Todos, porque todo lo que se pueden -y deben- decirse en privado, lo hacen por escrito, con copia para todos y todas. El origen de esta modalidad fue de la mano de la conductora espiritual del oficialismo. CFK puso los puntos sobre las íes en un momento de zozobra del gobierno y pidió cambios de gabinete. Más temprano que tarde llegaron los movimientos, pero el daño estaba hecho.
Por supuesto, Máximo Kirchner emuló a su madre y utilizó el mismo método para justificar su renuncia a la presidencia del bloque de diputados en el Congreso. Tras el incremento de hostilidades, llegaron las respuestas por escrito desde el albertismo, para equilibrar la balanza. En un tono menos belicoso, el canciller Santiago Cafiero y el diputado nacional Eduardo Valdés hicieron un llamado a la unidad.
Días después, llegó una nueva carta, ahora de los autodenominados “intelectuales K”. El título está lejos de buscar ser conciliador: “Moderación o pueblo”. Con críticas feroces al gobierno, los firmantes aseguran que “la unidad se rompió en noviembre del 2021 cuando más de cuatro millones de electores que lo acompañaron en el año 2019, ya no lo hicieron en las elecciones de medio mandato”. Aunque aclaran: “Reconstruirla es el objetivo”.
Algunos de los firmantes fueron: Teresa Parodi, Eduardo Basualdo, Liliana Herrero, Roberto Salvarezza, Adrián Paenza, Cynthia García, Alberto Kornblihtt, Rita Cortese, Victoria Onetto, Carlos Rozanski, “Dady” Brieva, Artemio López, Daniel Tognetti, Roberto Caballero, “Mempo” Giardinelli, Andrea Varela, Marcelo Figueras, Araceli Bellota, Rubén Dri, María Pía López, Alejandro Kaufman, María Sondereguer, Sandra Russo y María Seoane.
Si bien no apuntan con nombre y apellido contra el Presidente, hace una reivindicación de la vice: “Cuando en el año 2019 la compañera Cristina ideó y convocó a la construcción de un Frente de Todos como herramienta electoral para derrotar al más crudo neoliberalismo, se dirigió a todas las fuerzas del campo nacional-popular. La razón de ser de ese Frente de Todos no era, claramente, sólo derrotar al Macrismo sino reponer e incrementar las políticas de derechos e inclusión de los 12 años de gobiernos nacional-populares movilizando al pueblo y nunca moderando sus demandas o ‘mandando desensillar hasta que aclare’”.
Ergo, Cristina queda fuera de toda crítica hacia el gobierno, como si no participara de las decisiones ni tuviese un cargo de suma importancia y poder. “Deciden bajarle la intensidad a la política y, como efecto no deseado, suprimen a la política. Proponen ir despacio pero terminan inmóviles. Pretenden hablar suave pero se vuelven inaudibles. Todo lo que se presenta moderado termina siendo débil y sin capacidad transformadora. Es necesario recordarlo: los gobiernos no se evalúan por sus intenciones, sino por sus eficacias”, aseguraron en uno de los tramos más ásperos del descargo.
Lo curioso es que tan solo unos días antes un grupo de intelectuales había pedido "mayor unidad al campo popular para evitar el avance de la derecha". Allí figuraba la firma de alguien que ahora asumió una postura más crítica, María Seoane.