Un informe realizado por la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad desmiente totalmente el argumento de que las cárceles se encuentran repletas de personas involucradas en crímenes de lesa humanidad. De acuerdo a un trabajo presentado en las últimas horas, el 80% de los condenados se encuentra cumpliendo la condena en sus casas. La oficina especializada presentó estadísticas a partir del rango etario, la modalidad de arresto y la situación procesal de las personas detenidas por este tipo de delitos. 

Según el informe, en la actualidad hay 636 personas detenidas, de las cuales 508 se encuentran en arresto domiciliario y solo 128 se encuentran bajo custodia penitenciaria. Del total de personas privadas de su libertad, 504 cuentan con condenas, 127 están procesadas y únicamente 5 fueron indagadas y aguardan la resolución de su situación procesal. 

El análisis, que cuenta con datos de fiscalías federales y unidades especializadas en las diferentes jurisdicciones del país, da cuenta que del total de condenados por crímenes de lesa humanidad, hay 389 (80%) que se encuentra con arresto domiciliario. En tanto, 115 de los 127 que están procesados cumplen con la condena desde sus casas. Además, a 4 de las 5 personas indagadas les fue concedida la detención en su lugar de residencia.

Con respecto a las edades de los detenidos por estos crímenes, la mayor parte tiene entre 70 y 75 años. Del total de ese segmento (216), 154 cumplen con arresto domiciliario. El segundo segmento es de los 76 a 80 años, que en total son 184 personas y 154 de ellas cumplen con la condena en sus domicilios. El tercero lo ocupan los detenidos de entre 81 a 85 años, que son 111 personas, de las cuales 96 tienen con arresto domiciliario. 

¿Es obligatorio dar prisión domiciliaria?

De acuerdo a la modificación de la ley 24.660, promulgada en 2009, el Juez de ejecución o juez competente, podrá disponer el cumplimiento de la pena impuesta en detención domiciliaria:

a) Al interno enfermo cuando la privación de la libertad en el establecimiento carcelario le impida recuperarse o tratar adecuadamente su dolencia y no correspondiere su alojamiento en un establecimiento hospitalario;

b) Al interno que padezca una enfermedad incurable en período terminal;

c) Al interno discapacitado cuando la privación de la libertad en el establecimiento carcelario es inadecuada por su condición implicándole un trato indigno, inhumano o cruel;

d) Al interno mayor de setenta (70) años;

e) A la mujer embarazada;

f) A la madre de un niño menor de cinco (5) años o de una persona con discapacidad, a su cargo.

La diferencia está justamente en el “podrá”: la ley no obliga al juez a darle la domiciliaria a una persona únicamente por ser mayor de 70 años o por tener alguna enfermedad, sino que establece que podría hacerlo tras analizar el caso y las distintas constancias que se adjunten. Por ese motivo es que tampoco se dicta automáticamente una domiciliaria en función de la edad.

Las condiciones en que viven los que siguen detenidos en la cárcel

A partir de la investigación sobre el proyecto de diputados de La Libertad Avanza para liberar a genocidas, Data Clave mostró las privilegiadas condiciones en que viven la mayoría de los condenados por crímenes de lesa humanidad que aún están en la cárcel

El sector del penal de Ezeiza donde se encuentran detenidos genocidas como Alfredo Astiz, Adolfo Donda, Raúl Guglielminetti y Juan Carlos Vázquez Sarmiento, cuentan “en forma independizada y autónoma con servicios sanitarios, desagües cloacales y provisión de agua, calefacción central, aire acondicionado, instalación eléctrica e instalación de gas”. Según un informe acerca de las condiciones estructurales del predio, también cuentan con “un sistema de equipos de calefacción central” que "convive con equipos de aire acondicionado tipo Split y calefactores de tiro balanceado en aulas, pabellones, salón de usos múltiples y lugar de visitas”.

En el comedor, poseen hornos eléctricosmicroondas, cocinas a gas, dos freezer y una heladera cada dos reclusos. Además de un S.U.M, las celdas tienen ventanales con rejas que dan a un jardín donde los internos siembran rosales. Se completa el conjunto de servicios con un campo de deportes, aulas para estudio, una sala biblioteca con sillones, computadoras y televisor.