Hugo Lescano y los laberintos del lenguaje corporal en la política: las mentiras que se esconden en los gestos
Se acercan las PASO y crece el clima electoral en un contexto de pandemia, angustia y expectativa por el futuro. En ese marco, Data Clave conversa con Hugo Lescano, director del Laboratorio de Investigación en Comunicación No Verbal y experto en lenguaje corporal. ¿Cómo detectar cuando un político está mintiendo? Definiciones de Cristina Kirchner, el caso Olivos Gate de Alberto Fernández y el "Duranbarbismo" que le jugó en contra al gobierno de Cambiemos. "Si bien tu proyecto puede ser no agradable, hay gente que te puede votar de todas maneras", sostiene.
Argentina está a pocos días de celebrar las elecciones de medio término y la política está en las calles para darle intensidad a una campaña que empezó a elevar temperatura en la recta final de las PASO. Actos, recorridas, barriadas y acompañamiento con distancia social que tiene a los dirigentes con la agenda ocupada.
En campañas todos prometen, pero de la promesa al hecho hay un largo trecho. Sin embargo, es común que el electorado compre ilusiones, sobre todo en un contexto de angustia y crisis económica por la pandemia del coronavirus.
En ese marco, Data Clave conversa con Hugo Lescano, director del Laboratorio de Investigación en Comunicación No Verbal y experto en lenguaje corporal. El investigador utiliza esta disciplina para encuadrarla con el análisis político y el discurso de los candidatos y funcionarios.
"El lenguaje corporal se viene estudiando desde 1.830 por Charles Darwin, donde se puso a investigar las expresiones y cómo se reflejan en el cuerpo humano. En mi caso puntual, cuando transité la Licenciatura en Comunicación no Verbal, la carrera estaba orientada a garantizar los derechos de las personas que no pueden hablar por una discapacidad, ya sea en un juicio o en otros casos. Fue construir un código de comunicación para que puedan ver qué pasa en su alrededor. En los años de investigación de la disciplina, que es muy amplia, nos permitió aplicar los conocimientos a otros campos como el político", le cuenta a este medio.
En esta nota, Lescano da definiciones sobre cómo actuó Alberto Fernández en el Olivos Gate, cómo trabaja Cristina Kirchner en sus discursos y cuáles fueron las "consecuencias" de que el gobierno de Cambiemos haya depositado toda su confianza e imagen en Jaime Durán Barba. Además, da sus visiones sobre los precandidatos Leandro Santoro y Javier Milei, entre otros.
Data Clave: ¿Cómo detecta la mentira de un político a través de los gestos?
Hugo Lescano: Existe un nomenclador de gestos que permiten identificar si un político se contradice de forma involuntaria a través de los gestos. Se puede aplicar también con tu pareja, amigos o el mecánico. Lo que pasa es que en un discurso político es visible. Ellos suelen tener discursos en la campaña que luego no coinciden con lo que van a hacer. Carlos Ménem había dicho alguna vez que si decía lo que iba a hacer, no lo votaba nadie. Eso le sigue pasando a los políticos, muchas veces no sinceran sus discursos y el lenguaje corporal permite ver esas incongruencias. Puede pasar en una apertura o cierre de manos, en levantar o bajar una ceja o tocar el micrófono en un aspecto puntual del discurso.
DC: ¿Es válido decir que usted es un detector de políticos mentirosos?
HC: En el ámbito académico no tomamos una contradicción entre discurso y gesto como una mentira, sino como una falta de congruencia. Es una definición un poco más técnica de lo que le pasa a una persona que, si bien te dice que va a bajar la pobreza, ya sabe que su programa político no va a ser eficaz para esto.
DC: El Gobierno actual dice renegar del coaching, incluso el propio Presidente. ¿Qué le genera esa frase?
HL: Ahí lo que sucede es que hay un prejuicio de Alberto Fernández. Lo que ocurre es que el coacheo es una disciplina muy bastardeada y manipulada, entonces la gente tiende a descreer de ella. Vemos en las redes sociales mucha gente que habla de coach de vida para cumplir tus sueños. Lo que hace un coaching no es más que ser una persona que te asesora y te dice qué cosas son convenientes expresar y de qué manera. No es lo mismo dar un discurso con 700 personas en Recoleta que irte a San Miguel o Moreno a un barrio más popular. Son cosas necesarias que se deben trabajar con alguien que sepa de comunicación y pueda asesorar. A mí mismo me ha pasado. Me tocó viajar fuera de la pandemia en seis o siete países dando conferencias y utilicé palabras que en ese lugar tenían connotaciones sexuales. Cuando las decía, inmediatamente la gente se reía. A mí no me pasa nada por que soy un conferenciante y no hay ningún problema, pero si sos un Presidente, y cometes un lapsus en un lugar, te puede costar la elección. Por eso no coincido con Alberto Fernández y creo que sí necesita asesoramiento, porque no es la primera vez que un proyecto de país no es votado por la gente por no estar bien comunicado.
DC: ¿Cómo cree que se manejó Alberto Fernández en el Olivos Gate?
HL: Me ha llamado la atención. Yo creo que él tiene un equipo de comunicación. Para mí lo han asesorado pésimamente, creo que fue una de las peores cosas que hizo. Tiró la pelota por emboquillada y mencionó a la esposa, prácticamente haciéndola responsable. Quien le dijo eso, lo asesoró mal. Lo más lógico era decir que se sentía avergonzado, porque no era un momento adecuado. Todo esto lo dijo después, cuando lo quiso aclarar. En ese video, se lo ve extremadamente incómodo. Creo que ni él tuvo la idea de echarle la culpa a la esposa, se lo terminaron imponiendo. Me pareció un error echarle la culpa a una mujer en un contexto donde la mujer está conquistado distintos espacios y lugares de representación.
DC: ¿Cuáles son los perfiles de los dirigentes políticos?
HL: Lo que tenemos hoy son distintas versiones. Primero están los políticos carismáticos, que son los que alinean lo que sienten con el discurso, entonces su cuerpo expresa lo que ellos están diciendo. Tenemos en toda América Latina gente que se ha destacado por su extrema sinceridad. Por otro lado, hay políticos que tienen temor de hablar en público, entonces contratan equipos para que los ayuden. Lo que puede pasar muchas veces, donde hay un error y que ahí sí coincido con Alberto Fernández, es que el equipo no te ayude a conectar con tus emociones y te termine dando un rol actoral para que vos representes. Entonces te hacen moverte así, levantar tus manos de forma simétrica, mostrando las palmas, etc. Eso es super difícil de aprender si no estás conectado con tus emociones.
DC: ¿Eso le pasó a Mauricio Macri?
HL: En el caso de su Gobierno lo que pasó fue que todos los funcionarios hablaban mas o menos de la misma manera y los mismos movimientos corporales. Quizás el error fue que Macri contrató en su área alguien que se dedica a eso. En América Latina nuestra competencia en la comunicación es (Jaime) Durán Barba. A él no le importa contectarte con tus emociones si vas a ser Presidente, él te va a proponer un diseño de superhéroe para que vos hables. Y lo hace con todos. Si te fijas su modelo, que tiene mucho éxito para ganar elecciones, nunca terminó reeligiendo. Eso sucede por una curva negativa comunicacional. La política es bastante oscura para la mayoría de la gente, entonces Durán Barba convirtió los mismos códigos de la política en una fiesta de cumpleaños, que no es ni malo ni bueno. Es una gran estrategia, pero se rompe la comunicación cuando la gente se da cuenta de que no participa de esas fiestas.
DC: ¿Y si te digo Cristina Fernández de Kirchner?
HL: Me tocó analizar sus discursos durante sus dos presidencias. Cristina es un caso de persona carismática. No es que sea una buena o mala persona, sino que lo que dice es lo que cree y coincide con la gesticulación. En sus discursos no hay contradicciones, sino muchas veces exacerbaciones de los gestos ilustradores, como los de levantar el dedo, por ejemplo. Lo que pasa también es que hay un quiebre en la comunicación y que se nos impuso algo que no era nuestro. Eso fue en 1492, con la llegada del hombre blanco europeo, donde hubo una invasión sangrienta y no un choque de culturas. Los códigos de América Latina se quebraron: te cambiaron los dioses, se llevaron las tierras, te sacaron lo que tenías y te metieron un libro que tenía una religión que no era la tuya. Eso generó que se cambien los comportamientos, por eso hoy tenemos un chip de que el hombre blanco es un hombre bueno. Un ejemplo muy simple es que si ves por la calle y ves a un chico rubio de ojos celestes con su mochila, no desconfias; pero si ves a un muchacho morocho con la gorrita puesta, subís los vidrios y metes el seguro. Y no es por ser mal tipo, sino que es un prejuicio social que nos acompaña desde hace tiempo. De los blancos no desconfiamos, y de los negros sí. ¿Por qué digo esto? Porque la gesticulación de Cristina muchas veces te llevan a la conflictividad. Y la gente mira y dice "che, que mal, que falta de educación, yo no quiero políticos así". En realidad, el que te hable bien es un modelo europeo, y en América Latina todo se resolvió a través del conflicto, porque es una herramienta de resolución. Si vas al Sur, donde todavía los pueblos originarios tienen preponderancia, notas que esos grupos para pedirte algo te cortan una ruta y te prenden fuego las gomas. Y en realidad no es violencia en sí, es una forma de llegar a una resolución. La gesticulación de Cristina, y también ligado a los partidos de arraigados populares, tienen códigos originarios, donde se levanta el dedo y se arenga. Incluso te lo llevo a Europa, compará cómo se comparta una hinchada de fútbol de allá y acá en América Latina. Ellos vienen a ver nuestros partidos porque para ellos es totalmente loco que la gente insulte al árbitro y se cuelgue en el alambrado. Es parte de nuestro folclore de comunicación.
DC:¿Qué político ve con mayor conexión entre su discurso y la gesticulación?
HL: Están los que se entrenan y aprenden su libreto y los que son extremadamente carismáticos, que te terminan diciendo las cosas a boca de jarro, ganándose muchas veces el odio. Si Diego Maradona fuera político, sería el segundo, porque sentía lo mismo que decía. En lo personal considero que todos los políticos son buenos candidatos, dependiendo de si representan o no tus intereses. (Horacio Rodríguez) Larreta tiene una trayectoria en la comunicación y suele ser más difícil de ver una contradicción, porque no es muy expresivo y mantiene el mismo tono.
DC: ¿Qué mirada tiene de Facundo Manes? Es la aparición más llamativa de la campaña, sobre todo porque no es de la política...
HL: Yo de Manes compro todos sus libros y recomiendo la lectura de todos sus contenidos. Me parece un gran investigador y un neurocientífico relevante. En términos de comunicación política siento que no lo ayudaron. Veo que hace mucho hincapié en los eslogan. No está mal, pero es algo más noventoso, como el famoso "síganme, no los voy a defraudar". Se trabajaba sobre una semiótica gestual y discursiva para después trabajar sobre lo demás. Yo veo que hace mucho hincapié en esto con el lema de "Dar el Paso". En virtud de eso, es un código comunicacional político que ya está agotado. Incluso en su instagram le señalan que faltan las propuestas. Creo que le ha jugado en contra la falta de orientación en una campaña que parece más publicitaria que política.
DC: ¿Por qué se está hablando tanto de cosas ajenas a lo que le pasa a la gente? ¿Qué le pasa cuando ve que se habla de sexo, carpinchos y marihuana?
HL: Lo que pasa es que hay que ver a quién nos referimos, porque la sociedad es muy diversa. En códigos comunicacionales políticos tenés estrategias para poder dividir los discursos. En uno podes dirigirte a los jubilados y en otro a los jóvenes. Si vos te sentás sólo en lo semiótico o en un gesto, te puede jugar en contra, porque la sociedad argentina maduró mucho en términos políticos. Ya que hablamos de Manes, vayamos al otro extremo, como el caso de Leandro Santoro, que se sienta y te vomita todo lo que tiene sin un eslogan. Él te habla como el típico porteño y te tira los datos que terminan siendo irrefutables en la lógica política discursiva. Eso no se logra con un coach, se consigue también por la formación intelectual. A Macri recuerdo que lo criticaban por no poder leer correctamente, pero nadie puede negar de sus habilidades empresariales. En el ámbito político se valora la actividad carismática. Si bien tu proyecto puede ser no agradable, hay gente que te puede votar de todas maneras.
DC: ¿Y qué le pasa con un caso como Javier Milei, que muchas veces se lo nota desequilibrado en sus gestos o en la agresividad de sus conceptos?
HL: Es una pregunta fabulosa, porque muchos consultores políticos de otras latitudes me preguntan qué pasa con "este candidato despeinado". Muchos analistas de México y España vieron el tono de Milei como una curiosidad académica. Yo conozco personalmente a casi todos los dirigentes políticos. A Milei lo he visto en varios programas de televisión y en el trato es una persona agradable y divertida. Lo que pasa es que encontró un nicho y ya de por sí es una persona histriónica. Él encontró una franja de la sociedad disconforme con el macrismo y el kirchnerismo. De hecho, creo que él se está llevando muchos votos del primer sector, porque es gente desencantada del Gobierno anterior. Creo que en el futuro es algo que le puede jugar en contra en el futuro, pero que le puede servir para su campaña actual.
DC: ¿Cuál es el dirigente político que le generó mayor impresión o admiración?
HL: Tendría que irme al ámbito internacional y referirme al caso de (Barack) Obama, que ha demostrado una capacidad de oratoria y gestual enorme, con un gran carisma. Dijo muchas cosas que no eran políticamente correctas, pero lo dijo de una forma muy sentida y con un gran capital político para sincerarse. De Argentina te diría que uno fue Raúl Alfonsín, que no tuvo un Gobierno sencillo. A pesar de juzgarle algunas cosas, de lo comunicacional me parecía impecable. Otro que me impactó mucho fue Néstor Kirchner, porque él rompía todos los protocolos de los manuales clásicos de la política. Él se metía con la gente y hasta le tocaba la rodilla al presidente norteamericano, que esto último significa un gesto de extrema dominación. Es como si fuera un perro que te pilla al lado tuyo, es un gesto fabuloso que lo hizo de forma muy casual. Tenía un cariño inmenso. Esas dos figuras me parecieron muy interesantes para estudiar en términos políticos.