El desafío del macrismo: el rol de Macri, el nuevo Marcos Peña y la renovación
Ya no hay tolerancia a la cuarentena y la imagen de Fernández y Larreta empiezan a sentirlo. Ante el panorama delicado que va a dejar la postpandemia, empiezan a surgir tenues indicios de una convocatoria amplia al diálogo con la oposición. En tanto, el macrismo se reconvierte para ese proceso, aunque con el escollo de la falta de autocrítica del mismo Macri.
El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, es un ávido lector de encuestas de opinión. Los últimos informes que recibió en su despacho arrojan que "la gente ya no aguanta más la cuarentena", según comentan sus allegados.
Sin necesidad de ir a los relevamientos, la simple observación de lo que sucede en algunos barrios de la Capital y ni que hablar del otro lado de la Avenida General Paz, en la Provincia, muestran que la flexibilización de las medidas de aislamiento se ha dado de hecho.
La dirigencia política percibe cada vez más la necesidad de ir relajando las medidas de contención. La tensión de la gente resulta evidente en episodios como los acontecidos durante el "banderazo" del 9 de Julio.
"La gente ya aguantó bastante, estamos sentados sobre un polvorín", coincidieron más de un dirigente político en declaraciones a Data Clave.
En este contexto, el ministro de Seguridad Bonaerense, Sergio Berni, advirtió que "por primera vez estamos deteniendo gente sin antecedentes que sale robar para sobrevivir", en declaraciones al periodista Luis Novaresio efectuadas en el programa Animales Sueltos.
El deterioro de la situación económica es tal que ya se estima que podrán cerrar una de cada diez pymes. La pérdida de empleo en los últimos meses ronda los 900.000 puestos, según anticipó la Universidad Católica Argentina. Estudios privados alertan que, de continuar la tendencia de los últimos meses, se podrían llegar a destruir 1.700.000 trabajos.
Además del deterioro económico, los analistas señalan que el presidente Alberto Fernández tomó en las últimas semanas decisiones que hicieron bajar su popularidad. Su imagen se vio afectada por cuestiones como: la desorganización en la forma de otorgar las ayudas, la liberación de presos, los enojos del Presidente con el periodismo y, la frutilla del postre, que fue la decisión de estatizar la empresa Vicentín.
En este contexto de malestar social, todo indica que el próximo 17 de julio, cuando termine el aislamiento estricto dispuesto para el área metropolitana, el gobierno nacional dispondrá una nueva etapa que se va a caracterizar por ser más flexible.
"Todavía estamos lejos de colmar la capacidad hospitalaria y es preferible aflojar ahora y mantener la autoridad para volver a restringir si fuera necesario", reflexionan en el entorno del primer mandatario, análisis que coincide también Horacio Rodríguez Larreta. En tanto, el gobernador de la provincia, Axel Kicillof es más prudente sobre el tema sanitario aunque también aspira a flexibilizar la próxima etapa de aislamiento.
Post pandemia
El 9 de Julio, el presidente de la Nación, convocó a un gobierno de unidad. El "odio y la división nos posterga y paraliza", aseveró para luego alentar a que "Todos unidos tenemos que construir la Argentina que se viene".
La unión de los argentinos y, más aún la unión de los dirigentes políticos, es un hecho que una gran parte de la sociedad valora. La prueba fue que la imagen de Alberto junto a la de Horacio Rodríguez Larreta fue siempre señalada como positiva en las encuestas de opinión.
Sin embargo, estos llamados de unidad no siempre terminan concretándose en la práctica. El temor es que el gobierno incurra en el histórico problema de los gobiernos de cerrarse. "Los oficialismos suelen subestimar los problemas y sobreestimar sus capacidades" suele decir con agudeza el ex ministro de Economía Hernán Lacunza.
Estudios de politólogos y sociólogos muestran que con la irrupción de desastres, como los provocados por una guerra o por una pandemia, la gente cierra filas detrás del dirigente de turno. Por esta razón es normal que crezca la popularidad de los dirigentes políticos dado que, ante el temor, la población tiende a depositar confianza en quienes tienen los resortes para resolver la situación.
Un antecedente, en este sentido, es el ex presidente George Bush que de menos de 30% de imagen positiva pasó a 80% tras el ataque a las torres gemelas y su discurso de guerra.
Las encuestas políticas muestran que a fines de junio, tres meses después del inicio de la crisis del coronavirus en Argentina, la imagen de Alberto Fernández vuelve a tener los mismos valores que registraba antes de la crisis, es decir perdió toda la popularidad ganada al inicio de la pandemia, según Synopsis.
Antes del coronavirus, la imagen positiva del presidente se ubicaba en 42% y llegó a saltar a casi 60% a fines de marzo -otros encuestadores dieron incluso porcentajes mayores-, con una imagen negativa inferior a 20%. Pero con el correr de las semanas fue cayendo la imagen positiva hasta llegar a 45% en la última medición y la negativa subió hasta 38%, es decir se volvió a los niveles existentes antes de la pandemia.
Es de hacer notar que el mismo recorrido experimentó la imagen pública de Horacio Rodríguez Larreta. Y no es un fenómeno local, también le ocurre a mandatarios que ya transitan la post pandemia.
La segunda etapa que sigue a las crisis es la que los analistas llaman de compensación de los daños producidos por el hecho. Son muy pocos los políticos que transitaron esta etapa con éxito. Así le sucedió al ex primer ministro británico Winston Churchill que solo prometió a los ingleses "«Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor»" durante la segunda guerra mundial pero terminada la contienda bélica, perdió el liderazgo político.
Las sociedades son tolerantes a medidas extremas como las que se aplicaron a partir del 20 de marzo y suelen tener un nivel de tolerancia que en circunstancias normales no suele ocurrir. Por eso, a pesar de que Fernández tuvo que cerrar la economía y encerrar a la gente en sus casas, la sociedad (al principio) valoró al Presidente y a la manera que encaró la pandemia.
El problema parece es cuando se vuelve a la normalidad. La gente tiende a olvidar la causa de sus males (en este caso la pandemia) y, lógicamente, elevan sus reclamos a sus gobernantes y los hacen responsables de sus padecimientos. Este es un riesgo que enfrentarán tanto el gobierno nacional como el de la CABA.
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"Si el presidente nos convoca a una mesa de trabajo post pandemia no podemos dejar de ir" comentaba un importante dirigente de la oposición sabiendo que la sociedad estará pasando un mal momento en materia económica y social. "Es decir, todos tendremos que hacernos cargo de la terrible crisis que enfrenta la Argentina y no sólo Alberto".
En el mismo sentido, un importante ex funcionario de la administración de Macri señalaba que "sería inteligente que el gobierno sume a la oposición porque los meses que vienen traerán pérdidas, no sólo para el gobierno, sino para toda la Argentina". Argumentan que si ya de por sí era difícil gobernar al país, mucho más lo es ahora en medio de una crisis sanitaria mundial sin precedentes, para la que no hay manuales de procedimiento. "El mundo está en recesión y no hay una única fórmula exitosa para recuperar rápidamente la economía", comenta.
Explican que esta debilidad podría ser también "una oportunidad dorada" para que el oficialismo convoque a la oposición, compartiendo las decisiones a tomar, un camino que fortalecería toda la clase política, cuya imagen venía en caída. "Es que, de ahora en más, todo es pérdida" afirmaba una alta dirigente política de la oposición.
Argumentan que, después de todo, la crisis provocada por el coronavirus no es culpa del gobierno de Alberto Fernández y es un problema que afecta a todos los argentinos, sin distinción de enrolamientos políticos.
Si bien esta lectura no es unánime en la oposición, si es compartida por Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Emilio Monzó, entre otros. Es que consideran que uno de los errores que cometieron cuando estuvieron en el poder fue no "formar un gobierno de coalición" que era necesario para sostener la gobernabilidad y motorizar los cambios profundos que requiere la Argentina.
Estos sectores de la oposición sostienen que en líneas generales hay un buen dialogo con el gobierno nacional y destacan el rol del ministro del Interior Wado de Pedro. En el caso de la provincia de Buenos Aires, comentan, que es más difícil el vínculo con Axel Kicillof. Explican que es una persona que le gusta “supervisar” todo y esto lo lleva a no delegar tanto en los intendentes, lo que genera malestar entre propios y de la oposición.
El futuro político de Macri
No todas son coincidencias en el principal partido de la oposición. Un tema clave es el rol de Mauricio Macri. Para algunos el ex presidente sigue representando una parte del electorado y los dirigentes no están en condiciones de pedirle que dé un paso al costado. Aunque admiten que, sin una autocrítica sobre su gestión, será difícil recuperar credibilidad.
Otros, en cambio, consideran que tanto Macri como Cristina Fernández de Kirchner son artífices de la grieta que separa a los argentinos y que son tiempos de dar lugar a "caras nuevas".
Señalan que Cristina supo comprenderlo cuando decidió dar un paso al costado y ser candidata a vicepresidenta. En esta misma línea estiman que debería actuar Macri. "Tenemos que pensar en cómo Cambiemos vuelve al poder y no en los cargos", sostienen quienes apuestan a una renovación.
Un dato curioso es que el ex jefe de gabinete Marcos Peña es uno de los que están tratando de convencer a Mauricio Macri para que pase a un segundo plano en pos de fortalecer las posibilidades del partido. En esta línea de pensamiento, Peña mantiene conversaciones con Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Diego Santilli y Rogelio Frigerio, entre otros importantes referentes.
Quienes conocen al ex presidente señalan que para el primer tiempo del gobierno de Fernández, sus aspiraciones eran e viajar por el mundo y dar conferencias. La realidad es que la pandemia lo dejó encerrado y con un malestar de fondo no solo por haber perdido las elecciones, sino también por las causas judiciales en su contra.
Afirman que Patricia Bullrich es "vocera" de lo que prudentemente Macri calla. Un factor que indignó mucho al ex presidente es la denuncia judicial por las escuchas ilegales durante su gobierno. En el macrismo las llaman "causas espejos" porque dicen que están armadas para emparentar al anterior gobierno con actos delictivos, en respuesta a las denuncias que recibió en su momento Cristina Fernández de Kirchner.
Más allá de lo que suceda en la Justicia con estas causas u otras por corrupción que enfrenta el ex mandatario, en medios de Cambiemos hay quienes evalúan que "ya se logró el propósito, para la gente somos todos lo mismo".
Esta situación lleva a que importantes dirigentes de la oposición insistan en que es necesaria una renovación. Apuestan a sumar a los moderados y creen que hay capacidad para convocar a una parte del electorado que no comulga con el oficialismo ni con el macrismo extremo.
El temor de la oposición es que "Alberto Fernández utilice la misma estrategia electoral de Macri" que mantuvo como oponente a Cristina, es decir que levante la figura del ex presidente bajo el supuesto que es espanta votos. La decisión final está en manos del ex mandatario que, al menos hasta ahora, no ha mostrado una actitud autocrítica.