Daniel Arroyo: "No hay riesgo de estallido social en Argentina"
El ministro de Desarrollo Social analizó los efectos económicos y sociales de la pandemia y trazó un panorama sobre el empeoramiento de los indicadores luego del aislamiento. Además echó por tierra los vaticinios apocalípticos que comparan el presente con el 2001.
El primer diagnóstico da cuenta de la gravedad del paciente: “La situación en el conurbano es crítica pero estable", aseguró Daniel Arroyo, ministro de Desarrollo Social de la Nación. En diálogo con Delta 90.3 dio cuenta de la gravedad del cuadro socioeconómico y de cuánto afecta la pandemia al bolsillo de los argentinos. “Es evidente que están aumentando la pobreza y la desocupación. Antes de la pandemia teníamos 40 % de pobreza general, 50% de pobreza en los niños y 40% de trabajo informal. Esos son los datos más críticos de la Argentina, y es evidente que han empeorado”.
A pesar de esta situación, soslayó las comparaciones fogoneadas durante la semana respecto de esta Argentina encuarentenada del presente con aquel trágico 2001. Y aseguró: “No hay riesgo de estallido social en Argentina. Hay una gran red social en nuestro país. Hay una situación crítica, pero todos aprendimos del 2001. Hay más Estado y mucha más sociedad que en 2001. En 2001 teníamos 200 mil personas bajo planes sociales; hoy hay 11 millones que reciben asistencia alimentaria, 9 millones de familias que reciben el IFE, casi 580 mil personas con planes sociales, 4 millones de chicos cuyos padres cobran asignación. Hay un estado más presente en la contención”.
El funcionario reconoció que el plan original que el gobierno tenía se vio modificado a la fuerza por esta inesperada coyuntura: “Antes de la pandemia la asistencia alimentaria era de 5 mil millones de pesos por mes. Ahora son 14 mil millones. Llevo ejecutado el 120% del presupuesto de todo el año”.
Y se animó a arriesgar algunas medidas para el día después: “Ahora estamos construyendo la política social post pandemia: Plan Potenciar Trabajo (Créditos, máquinas y herramientas, factura social) y el Ingreso Universal de Base. Hay 4 mil barrios populares con 4 millones de personas donde hay hacinamiento y no hay acceso a servicios esenciales. Urbanizar esos barrios es un derecho pero también es un gran plan de empleo. Creo que ha habido una decisión del presidente de empezar por los últimos”. Sabe que no será fácil y empuja consensos con cámaras empresariales, sindicatos, organizaciones sociales y partidos políticos.
Desde ese lugar puede sacar una radiografía del incremento de la asistencia social: “Hay cuatro sectores sociales complicados: los que ya venían de una situación de pobreza estructural, la gente que hacía changas y muy eventualmente iba a un comedor; el que nunca había ido a un comedor (el gasista, el plomero, el trabajo informal integrado y que los primeros 15 días se comió los ahorros) y también hay un sector con trabajo formal, con recibo de sueldo que va a los comedores porque no le alcanza”.
Aun en plena pandemia, y con un panorama nada adelantador, Arroyo piensa en el día después. “Queremos que el Ministerio de Desarrollo Social sea el Ministerio de la Movilidad Social, el que le permite a las personas ir para arriba, mejorar su situación. Lo veo como las inferiores de un club, que va preparando gente para pegar el salto”, finalizó.