Cuáles son las diferencias entre la "resiliencia" de la Ciudad y la de Nación
Estalló la polémica en la administración del Presidente Alberto Fernández por la decisión de crear una subsecretaría de Resiliencia para “mejorar el humor social pospandemia”. La iniciativa causó un gran rechazo social y obligó al Ejecutivo a recalcular. En CABA hubo un programa que tenía otros objetivos.
Las últimas horas fueron un dolor de cabeza para el gobierno nacional, luego del intento fallido de instaurar la subsecretaría de Resiliencia. En los papeles, la iniciativa buscaba amortiguar el impacto “globalmente catastrófico y subjetivamente traumático” provocado por la pandemia del COVID-19 en la sociedad, según se desprendía de una resolución que lleva la firma del jefe de Gabinete Juan Manzur.
Horas más tarde, el propio exgobernador tucumano dio de baja la intentona. El rechazo social que causó la propuesto en medio de un contexto económico, político y social muy hostil, obligó al Ejecutivo a descartar la medida. En la misma sintonía, Manzur anunció que las tareas para las cuales había sido proyectada serán asumidas por el Ministerio de Salud.
No obstante, el oficialismo ensayó una contraofensiva con la intención de demostrar que la propuesta ya contaba con antecedentes similares en la administración de Horacio Rodríguez Larreta.
Desde sectores afines al gobierno recordaron en redes sociales que en la Ciudad de Buenos Aires funciona un área con características similares. Dijeron que se trataba de la Dirección de Resiliencia, a cargo de David Groisman, dependiente de la Secretaría General y Relaciones Internacionales, liderada por Fernando Straface.
Pero en Ciudad dijeron que el programa no es similar y que en rigor ya dejó de funcionar.
La dependencia porteña en cuestión tiene como función “impulsar una ciudad más integrada y sustentable que apueste a la equidad de género y que brinda oportunidades a todos sus vecinos, haciendo foco en la población más vulnerable”.
Según consta en su sitio web, tiene cinco ejes:
- Diversidad, género y convivencia: Promover el pleno desarrollo de las mujeres y la diversidad como un valor identitario.
- Innovación, talento y oportunidades: Educación inclusiva de calidad para los empleos del futuro y generación de oportunidades para la innovación y el desarrollo económico.
- Ambiente y sustentabilidad: Potenciar la infraestructura verde, energía sustentable y una política integral de residuos urbanos.
- Integración social y urbana: Mejorar el acceso a viviendas de calidad, la movilidad sostenible y promover la convivencia y el disfrute del espacio público.
- Seguridad y gestión de riesgos: Preparar a la Ciudad frente a los impactos del cambio climático, construir espacios más seguros y una ciudadanía informada para hacer frente a estos desafíos.
Groisman asumió el cargo en 2015. Antes, trabajó en el Banco Mundial y fue coordinador del Programa de Política y Gestión de Gobierno de Cippec. El dato de color -y no tanto- es que el funcionario porteño tuvo un cargo en la jefatura de Gabinete nacional entre 2006 y 2008, con ni más ni menos que Alberto Fernández como jefe.
El apuntado por el Gobierno nacional para la trunca subsecretaría de la Resiliencia era Fernando Melillo, exlegislador porteño del ARI, el partido que conduce Lilita Carrió. En efecto, durante su mandato, propuso una Ley de Resiliencia.
El proyecto data del año 2004 y proponía la creación del Programa Porteño de Promoción de la Resiliencia. "Está orientado a incorporar, en la ejecución de las políticas públicas, prácticas que fomenten el desarrollo de las capacidades resilientes de la población infantil y adolescente, especialmente las afectadas por situaciones individuales o colectivas adversas", reza el documento.
Las diferencias
Pero desde Ciudad aclararon que la iniciativa que se instrumentó en la administración porteña poco tiene que ver con la que se buscaba crear en el Gobierno nacional.
Las fuentes consultadas dijeron que "nunca existió un área específica de resiliencia, sino que era un programa entre otros, dentro de una dirección, que quedó sin efecto en 2019" y que estaba "orientado a la resiliencia urbana, dentro del programa de Cambio Climático".
Explicaron que no tenía nada que ver con "el estado de ánimo de la gente" y que además no tenía un costo porque "estaba financiado por el Rockefeller Foundation, por ende era neutral para las arcas del gobierno porteño".