Congelamiento de precios: otra batalla mas de la "Guerra Fría" entre La Cámpora y la Unión Industrial Argentina
La ganancia "inmoral" de algunas empresas durante la pandemia, el freno a los excedentes extraordinarias como propuesta y el control de precios.
El 16 de octubre, un día antes de los festejos por el Día de la Lealtad peronista, donde la vicepresidenta Cristina Kirchner fue la máxima oradora del acto de cierre del Encuentro Nacional de Jóvenes de La Cámpora en la ExEsma, la plana mayor del kircherismo sabía, al entonar la marcha peronista, que el estribillo que dice "combatiendo al capital" se traduciría en la realidad en una disputa abierta contra las alimenticias y los hípermercados.
Y es que la pelea por los margenes de ganancias de los supermercados no es nueva y comenzó en abril de 2020, cuando la cuarentena dura hacia que miles de argentinos inundaran las grandes superficies de los supermercados para comprar desde enlatados hasta alcohol en gel y papel higiénico.
Un economista tuitero que ahora trabaja en el Palacio de Hacienda y tiene pocos años mas que muchos de los ya canosos lideres de La Cámpora, dice a quien quiera escucharlo que lo que ganaron muchas de las grandes cadenas en la Argentina durante la pandemia es "directamente inmoral". Y no es el único que quiere ponerle un tope a las ganancias extraordinarias de los mercados de grandes superficies, ya que el propio Máximo Kirchner es uno de los impulsores mas fuertes de ponerle un freno a los hípermercados y a sus ganancias como porcentaje sobre su facturación, para que bajen del 30% actual al 2,5% y 4% que obtienen en Francia y Gran Bretaña. En Estados Unidos, por caso, los supermercados tienen una ganancia del 1,3% en promedio.
Lo cierto es que atrás del congelamiento de precios impuesto por el flamante secretario de Comercio Interior Roberto Feletti, que incluye la medida de retrotraer al 1° de octubre los precios de 1.450 productos y mantenerlos congelados hasta el 7 de enero próximo, se esconde una pelea que va más allá de la inflación y las góndolas y que tiene como contendientes de un lado al kirchnerismo duro y del otro a Techint y Arcor.
Así al menos lo muestran las palabras del vocero de las dos grandes multis argentinas, el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) y de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), Daniel Funes de Rioja, quien ayer expresó que la medida llevada adelante por Feletti es "una medida anti empresa".
La rebelión de los industriales no es casual: hace meses que le reclaman al gobierno un plan económico que favorezca sus inversiones. Techint, con intereses crecientes en la explotación de petróleo (su firma, Tecpetrol, brazo petrolero del Grupo Techint, ya es la quinta productora de petróleo de Vaca Muerta a través de su yacimiento gasífero Fortín de Piedra).
A nadie extraña que la familia Rocca, titular de Techint, presione para cambiar la ley de incentivo a la producción de hidrocarburos a su favor. En tanto, Luis Pagani, dueño de Arcor ganó 5.400 millones de pesos en 2020, ganancias que se verían afectadas por la reciente sanción de la ley de etiquetado frontal y el congelamiento de precios. Tampoco parece ser casualidad qué los industriales de Córdoba, comandados por Arcor, los industriales de la provincia de Buenos Aires liderados por Techint, busquen contagiar su deseo opositor al gobierno nacional hacia otras jurisdicciones industriales del país.
Pero este conflicto entre el kirchnerismo maduro y los industriales que más apoyo dieron a la campaña de Mauricio Macri está lejos de ser una conflagración directa. De hecho, más bien está tomando las formas de lo ocurrido entre Estados Unidos y la Unión soviética en la segunda mitad del siglo XX, dónde las dos superpotencias revivieron sus conflictos a través de las llamadas guerras subsidiarias. O para decirlo en criollo: se peleaban siempre en un ring ajeno, para no afectar su propio cuadrilátero.
Es en este contexto en que la guerra de las góndolas que hoy con mueve a las alimenticias y el gobierno nacional es en realidad parte del conflicto entre las dos grandes empresas del país y el kirchnerismo.
Claro está que esta batalla que utiliza como teatro de operaciones a los hípermercados y supermercados causa una gran molestia entre los dos hombres afectados y señalados por el gobierno como los vehículos de la inflación: Alfredo Coto y Francisco de Narváez, sendos dueños de Coto y Changomas, quiénes de acuerdo a lo dicho por el gobierno, se resisten a tener margen de ganancia por debajo del 30%.
Y así como ocurrió durante la Guerra Fría los enfrentamientos nunca son frontales ni directos. Acaso por eso ayer el propio Feletti festejo vía Twitter las palabras del jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta, quién señaló que para contener la inflación había también que luchar contra los monopolios. Conceptos que parecen buscar por parte del gobierno y la oposición algún terreno neutral para llegar a un acuerdo en dónde el capitalismo y el trabajo dejen de combatirse, como reza la marcha peronista, para empezar de alguna vez a compartirse.