“¿Le van a dar impulso a la reforma judicial o va a seguir durmiendo?”, apuró un diputado a un interlocutor de la Rosada esta semana. El malestar del sector más kirchnerista con algunos miembros del gobierno de Alberto Fernández es palpable hace tiempo. Junto con el freezer en el que está metida la reforma en Diputados, esta semana molestó que desde el Ministerio de Justicia se enteraran por los medios que salía el fallo contra Amado Boudou.

En definitiva, la molestia que hay es una de las tantas internas dentro de la coalición del Frente de Todos: el rol que tienen las cuestiones judiciales y cómo se juega hacia adentro y hacia afuera del sistema judicial. El rol de Marcela Losardo genera irritación en el bloque K, que la ha cuestionado de manera solapada en varias oportunidades los últimos meses.

Esta semana, en una entrevista radial, le preguntaron al senador Oscar Parrilli si consideraba que el Ministerio de Justicia actuaba con “pasividad” ante lo que denominaron como “la continuidad del lawfare”. La respuesta de uno de los hombres que más cerca está de Cristina Fernández de Kirchner no fue muy alentadora: “Me reservo la opinión para no generar ninguna circunstancia delicada…”

Hace algunas semanas, había sido Leopoldo Moreau quién había salido al cruce de Losardo: “Lo extraño es que la ministra haya aparecido solamente para esto. Hace seis meses estamos debatiendo cuestiones judiciales, como el caso Stornelli, la situación del procurador Casal y la reforma de la Justicia, nada más y nada menos". La declaración se dio en el medio de la reforma de la ley del Ministerio Público Fiscal, impulsada por el kirchnerismo a pesar de que Daniel Rafecas, candidato del Gobierno para ocupar el cargo de procurador, no estaba de acuerdo con cambiar los dos tercios actuales para llegar al puesto.

El Senado finalmente se impuso y esa modificación se aprobó. Ahora, como la reforma judicial, le queda el paso por Diputados, algo mucho más complejo de llevar adelante ya que el oficialismo no tiene allí mayoría. Ahí es donde otra vez se manifiesta la incomodidad con Losardo, que llegó a ser la cabeza del Ministerio de Justicia por su amistad con Alberto Fernández y por haber sido durante muchísimos años su socia en el estudio de abogados que tenían.

Tanta molestia hay con la ministra que terceras líneas k activaron la semana pasada el rumor de que se venía un cambio en Justicia. Bajo la frase de “funcionarios que no funcionan” que esgrimió Cristina en la ya famosa carta del 27 de octubre, desde las redes comenzó a crecer el run run que no tuvo por ahora ningún tipo de sustento.

La declaración pública de esta semana de Losardo fue para repudiar (de forma moderada) los dichos de Horacio Rodriguez Larreta sobre la Corte, que tiene que definir qué hace con la demanda por coparticipación. 

¿”Para qué tiene tan buena relación la ministra con Elena Highton de Nolasco si nunca sabemos lo que se viene?”, remarca una de las senadoras que más interviene en cuestiones de justicia. La decisión de no hablar de “lawfare” ni de persecuciones judiciales, una de las banderas del oficialismo kirchnerista, hizo que en más de una ocasión la tildaran de “tibia”. El reproche abarca a muchos de los integrantes del Frente de Todos, que no entienden la estrategia que se impulsa desde el Ministerio. 

¿”Para qué tiene tan buena relación la ministra con Elena Highton de Nolasco si nunca sabemos lo que se viene?”, le cuestionan a la funcionaria

“Se te olvida que hasta puedo hacerte mal si me decido” dice un bolero muy conocido. Algo así parece enfrentar el presidente, al blindar de las críticas internas a su ministra. “No tenemos estrategia judicial 2021”, reclaman desde el sector K, a sabiendas que criticar a Losardo es darle directo al presidente.