Alberto define si se tira a la pileta, mientras Massa tensa la cuerda y Cristina piensa en el plan DOS
El presidente encabezará este jueves la primera reunión de la Mesa Política convocada con insistencia por el ala kirchnerista, que ahora amenaza con vaciarla. Asume Rossi como nuevo Jefe de Gabinete y buscará equilibrar un equipo con ministros que no dialogan entre sí. La definición de Fernández sobre si irá o no por la reelección, condiciona el armado massista, que presiona para que el titular de Hacienda anuncie sus intenciones de competir, con el visto bueno de la vice. Pero CFK también baraja la opción de recurrir a un viejo conocido para que juegue: Daniel Osvaldo Scioli. Si pretende llegar a octubre con chances, el Frente de Todos deberá disipar los fantasmas del 2015 y sellar una alianza que hoy luce resquebrajada
Como buen peronista, Daniel Osvaldo Scioli sabe muy bien lo que es la lealtad. Durante sus más de treinta años de carrera política ha sabido acompañar y encabezar diferentes procesos políticos donde jamás defeccionó en uno de los principios esenciales del movimiento creado por Juan Domingo Perón: ser leales a su líder.
El actual embajador argentino en Brasil es, indiscutiblemente, un leal. Incluso a pesar de haber recibido por parte de quienes condujeron los procesos políticos que supo integrar, el ninguneo y el maltrato, como ocurrió durante buena parte del período en el que le tocó la difícil tarea de gobernar la provincia de Buenos Aires con Cristina Kirchner como presidenta.
Sin embargo el tiempo sana las heridas y ayuda a reacomodar las fichas que deben alistarse para la batalla que el peronismo debe enfrentar en el tablero electoral. Antes de la llegada de Lula a la Argentina para participar de la cumbre de la CELAC, Scioli y Cristina mantuvieron un encuentro a solas. El lugar elegido fue el emblemático departamento de Recoleta, el mismo donde la vicepresidenta tiene su domicilio porteño desde hace más de un cuarto de siglo.
Luego de hacerse esperar unos minutos, la vicepresidenta ingresó al living donde la esperaba su invitado y se saludaron cariñosamente. “Acá empezó todo ¿te acordás?”, le dijo Daniel Osvaldo visiblemente emocionado, refiriéndose al lugar donde se hicieron las primeras reuniones para gestar aquella fórmula que en 2003 llevaría por primera vez a un Kirchner a la Rosada: Néstor Kirchner-Daniel Scioli.
Tras un diálogo que se centró en la necesidad de reconstruir el vínculo entre Argentina y Brasil, deteriorado durante la gestión de Jair Bolsonaro, hablaron sobre la difícil encrucijada que enfrenta el país ante un nuevo escenario electoral que definirá quién gobernará durante los próximos cuatro años. Y fue ahí donde el embajador escuchó las palabras que más quería escuchar: “salí a caminar el territorio porque te vamos a necesitar”. le dijo CFK.
Ni lerdo, ni mucho menos perezoso, Daniel Osvaldo comenzó a llamar a sus cuadros más cercanos para reactivar el tono proselitista. Esa misma semana se lo vio exultante recorriendo Mar del Plata, en contacto con la gente de una ciudad que siempre lo recibe bien. Sus movimientos llamaron la atención, lo que motivó el requerimiento periodístico. La pregunta recurrente fue “¿Va a jugar en el 2023?", ante la cual el embajador contestó con la cautela que lo caracteriza: “Cuando llegue el momento, veré si estoy para ser candidato”.
Para los K, no es una mala alternativa. Siempre y cuando Sergio Massa no decida ponerse la camiseta y encabezar la lista. “Con Sergio tenemos una alianza consolidada desde el trabajo conjunto que se hizo en el Congreso y para Cristina está haciendo un buen trabajo ordenando las variables económicas”, le dijo a Data Clave un dirigente de La Cámpora.
Justamente son estas “variables económicas” -que incluye de manera protagónica el indice inflacionario de febrero, marzo y abril- el principal condicionante de la decisión que el tigrense deberá tomar en las próximas semanas. Pero no es el único factor que lo condiciona.
Sergio deshoja la margarita
La lucha contra la inflación es la principal obsesión del ministro de Economía. Los cálculos efectuados a fines del año pasado permitían proyectar un descenso moderado pero constante que colocara el registro de abril entre los tres y los cuatro puntos porcentuales. Así incluso lo hicieron saber desde el palacio de Hacienda a las principales espadas políticas del oficialismo, que comenzaron a utilizar este argumento para el discurso mediático.
“Los números de enero no nos van a dar una buena noticia, pero ahora la expectativa renovada por el relanzamiento de Precios Justos es que febrero sí tenga un cuatro adelante y retomar la senda trazada en diciembre”, explicó a este portal un vocero con acceso directo al principal despacho del quinto piso del edificio de Irigoyen al 200.
Los más entusiastas impulsores de la candidatura de Sergio Tomás para este 2023 no descartan que su líder opte por entregar su gestión prolija y con los números estabilizados a quien lo suceda y esperar el turno que viene. “Es joven y ya conoce los resortes del Estado como ningún otro dirigente, no tendría problemas en aguardar cuatro años, siempre y cuando tengamos garantizado que los que vengan, no destrocen todo de nuevo”, completó la fuente.
Pero el otro tema que preocupa a Massa es lo de la inconveniencia del doble rol. Tal como lo expresó en las dos reuniones con intendentes realizadas en Merlo y Olivos, “no se puede ser candidato y ministro de Economía a la vez”. Durante la cena de la semana pasada en la residencia presidencial y a la hora de los postres (ensalada de fruta para los light y budín de pan para los no hegemónicos), Sergio volvió a plantear lo mismo que dijo frente a la tropa K bonaerense y aprovechó la presencia de Alberto para pedirle en tono amable que apure la definición sobre su posible candidatura a la reelección. “Es el mejor modo de habilitar la competencia en las PASO y ampliar la oferta de postulantes”, dijo.
Fernández había declarado el lunes ante los micrófonos de una radio que podría ser candidato y que no tendría inconvenientes en competir, incluso, con sus propios ministros, aludiendo a las eventuales postulaciones del mismo Massa o de Eduardo “Wado” De Pedro. Massa aprovechó el cara a cara para remarcar la importancia de que la coalición discuta internamente cómo va a organizar el proceso electoral con reglas claras y una estrategia unificada.
¿Y Alberto?
Para el Presidente, su reelección no es una utopía. Tampoco está desquiciado y sabe que -para que esto ocurra- primero hay que terminar de ordenar la economía y sellar una unidad política resquebrajada por el impacto de varios icebergs, requisitos sine qua non el Frente de Todos no podrá ser competitivo.
“Tenemos que revalorizar la gestión, mostrar que la producción está creciendo, que los índices de exportación son positivos y que las obras públicas avanzan en todo el país”, dicen en las inmediaciones del despacho principal de la Rosada. Pero también es imprescindible cambiar la sensación de desasosiego que tiene buena parte del votante frentetodista del 2019 al que la inflación le comió los ingresos y ve con preocupación que algunas de sus referencias más importantes se pelean por ver quién la tiene más larga.
Los “albertistas” piensan que ese margen para buscar la reelección aún permanece, aunque se achica en la medida que no se toman definiciones. Pero también ven que los supuestos adversarios internos -verbigracia La Cámpora y el kirchnerismo “paladar negro”- tienen la granja desorganizada tras la decisión que adoptó “la Jefa” de no encabezar ninguna boleta en esta oportunidad.
Por otro lado, varios gobernadores e intendentes no ven a Alberto como un candidato competitivo. Algunos mandatarios provinciales, aún le reprochan promesas incumplidas y cierta lentitud para tomar decisiones estratégicas que tuvieron impacto negativo en los territorios. Pero para Fernández, todos son escollos sorteables y avanza con el Norte claro de llegar a octubre en las mejores condiciones para poder darle continuidad a la gestión peronista a partir de diciembre de 2023.
“Desde La Cámpora presionan para que Alberto se baje públicamente de la reelección para trasladar el eje de poder al Senado, pero no les va a resultar tan fácil”, explicó otro de los funcionarios cercanos al presidente. “Pero el único camino que tiene es recuperar la gestión para evitar que se lo lleven puesto, sino a la hora de repartir espacios en las listas, nos van a minimizar para sacarnos de la cancha por completo”, completó la fuente.
Según pudo saber este portal, Fernández piensa dilatar todo lo que pueda el anuncio de su decisión, lo que significaría que antes de abril, no se comunicaría absolutamente nada al respecto. Mientras tanto, la especulación es que el kirchnerismo también sufra un proceso de atomización en la definición de sus propios espacios y referentes tras el “renunciamiento” de Cristina, luego maquillado con el concepto de “proscripción”, tan afecto a la liturgia maldita del peronismo.
“Me pedían una mesa política del Frente de Todos para discutir adentro y definir la política y la convoqué, espero que no haya algunos que se hagan los distraídos y la quieran vaciar con su ausencia”, le dijo el primer mandatario a uno de sus colaboradores más cercanos.
La Mesa Política del próximo jueves comenzará a exponer una discusión de fondo que muchos imaginaban que debía darse al comienzo de la gestión, en 2019: quién tiene el liderazgo en el Frente de Todos. Alberto nunca quiso disputárselo a Cristina, pensó que ya habría tiempo para saldar ese debate y esa demora terminó debilitándolo ante gobernadores, intendentes, movimientos sociales y dirigentes sindicales, que nunca terminaron de verlo como la cabeza de la coalición.
Ahora se reabre esa posibilidad, con la diferencia de que el kirchnerismo llega debilitado y necesita una renovación de cuadros por imperio de las propias decisiones de su líder y Alberto pretende encontrar en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) la oportunidad de ordenar el gallinero.