Si nos remontamos a la definición de empresa tradicional, podríamos decir que toda compañía es una entidad en la que interviene el capital y el trabajo con el objetivo de agregar valor a través de la producción de servicios o productos cuya misión es obtener un redito económico.

A lo largo del tiempo las empresas fueron cambiando su definición e incorporando nuevos objetivos que van más allá de cualquier ganancia que la actividad pueda generar, poniendo importancia a la integración de la actividad en la sociedad en la que está inmersa. Así como dando cada vez más relevancia al balance entre el trabajo y la vida personal de los empleados, satisfacción de los mismos en el ambiente en que desarrollan sus actividades y asegurando la equidad de género en todos los niveles jerárquicos, entre otros cambios.

En los últimos tiempos, sobre todo en los últimos 15 años, la importancia que le dan las empresas al cuidado del medio ambiente ha crecido considerablemente, al punto de resultar un tópico ineludible en las grandes corporaciones.

Dentro de la concepción personal, que es en parte generalizada, “Empresario” es aquel que con independencia de la actividad y de la problemática puntual que enfrente, tienen una visión de futuro y trabaja motivado por un largo plazo que permita dejar un legado o contribución a la sociedad. 

Estos cambios han hecho que los empresarios impulsen a las organizaciones a pensar en ser empresas de triple impacto, no solo como un deber ser, sino como una obligación ineludible. Los tres pilares que las definen son:  i) Ser rentables para poder continuar con la actividad, ii) tener una mirada social que comienza con los empleados, pero que también involucra a la sociedad en la que se desarrolla y iii) el cuidado medioambiental. A este tipo de empresas se las llama empresas de triple impacto o empresas B.

Esta estudiado que la huella ecológica de la humanidad es superior a la biocapacidad de la Tierra, lo que en términos más simples, implica que consumimos mas recursos naturales de los que puede generar por año. En números concretos consumimos 1.6 veces la biocapacidad de producción. Por esto es que las empresas y las personas están comenzando a medir la huella de carbono como método de seguimiento del avance o retroceso de su impacto en el medio ambiente. 

Si bien realizar el cambio de hábitos al comienzo tiene cierto costo asociado, una vez logrado, la posibilidad de encontrar economías circulares termina siendo un beneficio para las empresas que se embarcan en este desafío. Sumado a esto, la reputación, la relación con la comunidad y la percepción de la empresa genera una diferenciación que impacta positivamente en los resultados económicos y en el compromiso y la motivación de los empleados con los objetivos propuestos.

Mientras más demoren las organizaciones en comenzar con el cambio, más costoso será y mas alta la barrera de entrada al mundo de las empresas tipo B, quienes en el futuro estarán sesgadas a operar únicamente con empresas que tengan políticas responsables similares.

Las compañías tienen un rol fundamental en la construcción de un futuro más justo, equitativo y sustentable, que más temprano que tarde, será ineludible ya que se convertirá en un requisito para poder competir.

*Compañía líder en el rubro de soluciones integrales para empresas, comprometida con el cuidado del medio ambiente acaba de lanzar una línea de productos sustentables con Impacto Positivo