El mercado financiero local continúa reflejando cierto optimismo en donde se combinan el comienzo de una etapa de reducción de tasas en EEUU, impactando positivamente en la liquidez mundial, la concreción de otro mes con superávit gemelos en el frente local, y los efectos del blanqueo en diversos activos elegibles locales. Con todo, el riesgo país ya bordea los 1.300 puntos y los dólares financieros los $1.200, lo que significa una brecha de entre 20-25%.

Esta semana la FED redujo 50 puntos básicos su tasa de referencia para operaciones inter-bancarias, y su chairman Jerome Powell dijo que el recorte fue pronunciado para alejar los riesgos de una recesión. La reducción misma del costo del dinero junto con la percepción de que fue una medida preventiva que no vaticina necesariamente una recesión se reflejó en un optimismo generalizado en los mercados mundiales.

Powell también afirmó que las tasas podrían volver a bajar si la economía mantiene la tendencia a la reducción de la inflación y aumento del desempleo. De hecho, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) pronosticó una baja adicional de 50 puntos en lo que queda del año, y de 100 puntos el año que viene. Todo esto, de algún modo, ya se intuía, de acuerdo con la evolución de los rendimientos de los Treasuries de largo plazo: la de 10 años se acercó al nivel de 3,5%.

Por otro lado, los datos de actividad en EEUU estarían mostrando que el menor incremento de la actividad se estaría dando sin mayores sobresaltos, alcanzando tasas más bajas mediante un “aterrizaje suave”. Como consecuencia de estas noticias, casi todos los mercados del mundo verificaron alza, importantes en algunos casos. En este marco, esta semana se difundió el dato de comercio exterior de bienes, que volvió a mostrar un superávit relativamente elevado. Las exportaciones cayeron respecto del mes anterior, pero las importaciones lo hicieron en mayor medida. Son buenas noticias, pero en parte es consecuencia de una baja actividad económica, y además hay que sumar el déficit por turismo y el pago de otros servicios e intereses en dólares. Desde una óptica prospectiva, por lo tanto, sigue siendo cierto que las cuentas de dólares seguirán estando bajo tensión, sobre todo si el dólar se sigue apreciando (o sea, si las tasas de inflación se ubican por arriba del 2%) y si el Impuesto País para las compras de productos del exterior se elimina a fin de año.

Cuentas fiscales volvieron a mostrar un resultado positivo

En paralelo, las cuentas fiscales volvieron a mostrar un resultado positivo, lo cual no sólo hace su aporte como pilar desinflacionario, sino que también ayuda a atenuar temores en el programa financiero y la capacidad de pago de la deuda pública. Sin embargo, está claro que esos temores siguen vigentes no por una posible insolvencia por falta de capacidad de pago, sino más bien por la posible incapacidad de conseguir los dólares para los pagos de los servicios de la deuda en esa moneda. Por lo pronto, por la evolución del EMBI, pareciera que esos temores dieron un paso atrás esta semana. Los efectos finales del blanqueo siguen siendo inciertos, pero no hay dudas de que los activos elegidos como destino están sintiendo el impacto. No sólo el blanqueo está haciendo su aporte en la reducción del rendimiento de bonos soberanos, sino que también lo hace en ONs, acciones, o en las inversiones de los FCI elegibles para este fin.

Habrá que ver cómo se estabiliza la percepción del riesgo de estos activos una vez finalizado el proceso de regularización. Respecto de la regularización en cuentas de depósito especiales (CERA), la nota de color es que, si bien los depósitos privados en dólares han aumentado casi USD 4.000 millones desde el inicio de este proceso (USD 500 millones sólo el 17 de septiembre), eso no se vio reflejado en un incremento de las reservas brutas del BCRA, dado que se mantuvo en efectivo en sucursales o tesorerías, transitoriamente por temas operativos. Iremos viendo si esto termina impactando en reservas (brutas, no netas) en las próximas semanas.

Presupuesto para 2025

Por otro lado, esta semana se comunicó el proyecto de Presupuesto para 2025, el cual volvió a enfatizar la vocación del gobierno por el equilibrio fiscal como pilar de la estabilización económica.

Para ello, se incorporó, como primer artículo, una regla fiscal que establece que, en caso de menores recursos tributarios respecto de lo proyectado, el gasto que no tiene mínimos legalmente definidos deberá ajustarse en la misma proporción. En rigor, es un artículo más bien declarativo porque todos los presupuestos contemplan la administración del gasto mediante cuotas en caso de no tener los recursos. Los gastos presupuestados, así, funcionan como un máximo a gastar, con partidas sujetas a recortes en caso de que no tengan mínimos definidos por ley. Además, tampoco queda claro qué ítems efectivamente no tienen mínimos.

¿Incrementos salariales definidos por paritarias y homologados? Como siempre, este Presupuesto contempla supuestos macroeconómicos que se alejan del consenso. La inflación de 1,4% mensual, al igual que la evolución del tipo de cambio, parece baja, permitiendo una asignación del gasto discrecional en caso de que la inflación (y los recursos tributarios) sean mayores. Al mismo tiempo, parecen sobreestimadas las exportaciones y las importaciones, tanto para el 2025 como para lo que queda de 2024.

El presupuesto 2025 estima USD 95 MM de exportaciones para 2024, mientras que hasta ahora se acumularon sólo USD 52 MM, lo que implica un promedio mensual de exportaciones para los cuatro meses restantes de USD 10,7 MM (algo no ocurrido históricamente). Esto sin dudas está explicando, sólo en parte, la elevada estimación por recaudación por derechos de exportación. De cualquier manera, y aun sin certezas de cómo será la dinámica legislativa ni el resultado de la votación, pareciera que la declaración de principios de este presupuesto también colaboró en el optimismo financiero.

Más allá de todo esto, la inflación parece haberse topado con un piso inercial, la actividad muestra señales mixtas según el mes y no se termina de conformar una tendencia positiva (julio con mayoría de indicadores en “verde” pero agosto con el resurgimiento de algunos “rojos”), las cuentas en dólares siguen inciertas para el futuro lo que aumenta la probabilidad de algunas correcciones cambiarias (que no tienen por qué tener derivaciones fatales). Y sobre todo, parece haber un cambio en las expectativas sobre el gobierno y en el soporte social (y político) de la actual conducción. Este último, manifestado en diversas encuestas, sigue alto, pero muestra una tendencia al declive, y se advierte que algunas estrategias de comunicación y confrontación no son tan eficaces como al comienzo.

El Índice de Confianza del Gobierno de la UTDT, casualmente, repuntó en agosto, pero la tendencia es hacia la baja. Como son conocidas las interacciones entre lo económico, lo social y lo político, cada uno retroalimentando a los otros dos, los escenarios futuros siguen siendo amplios, lo cual amerite tal vez un replanteo en la vinculación política para mostrar más eficacia. En cualquier caso, los movimientos financieros, con sus ciclos de optimismo y pesimismo, ciertamente son los más volátiles.