Mercado financiero internacional: ¿seguirá el viento de cola en 2025?
Este período estará caracterizado, en su comienzo, por la segunda presidencia de Donald Trump en Estados Unidos, así como también por las tensiones recurrentes en Europa y Oriente Medio.
De cara al cierre del 2024, el equipo de Criteria llevó a cabo la semana pasada el Comité Global de Inversiones, nuestra reunión trimestral para analizar las estrategias de inversión pensando en el próximo año.
Este período estará caracterizado, en su comienzo, por la segunda presidencia de Donald Trump en Estados Unidos, así como también por las tensiones recurrentes en Europa y Oriente Medio, y los riesgos latentes de una fuerte disputa comercial con China que impacte inexorablemente en todo el espectro emergente.
A continuación, te compartimos las principales conclusiones y recomendaciones para ajustar la cartera en este nuevo entorno global.
La economía de Estados Unidos: fuertes señales de mejora.
En un principio, vale recalcar que una nueva presidencia de Donald Trump presenta tanto puntos a favor como limitantes para la economía y los activos financieros a nivel global.
En primer lugar, a juzgar tanto por las promesas de campaña como por su primera presidencia, es esperable que el mandatario Republicano lidere un proceso importante de recortes de impuestos y desregulación. En la práctica, esto representa un claro viento de cola para el mercado de acciones y el dólar, ambos activos históricamente beneficiados en contextos similares.
A su vez, el punto de partida con que asume Trump el próximo 20 de enero luce también como muy propicio. El crecimiento económico de Estados Unidos es mejor de lo esperado, con buenos números de empleo y en un contexto de excelente salud financiera en los hogares. A su vez, hay un repunte en el mercado de fusiones y adquisiciones, y las acciones están en precios récord.
Con respecto a este último punto, la valorización de las empresas en el S&P 500 está estimulada por ganancias corporativas atractivas y una economía saludable, pero también por tendencias de largo plazo como la inteligencia artificial, cuyo desarrollo invita a pensar en un ciclo extendido de mejoras de productividad y crecimiento.
No obstante, claro, algunas de las políticas propuestas en campaña por Trump han sido históricamente adversas para los activos financieros globales y el crecimiento económico mundial. Por un lado, una política comercial muy restrictiva y el aumento de aranceles produce un doble efecto: incremento transitorio en la inflación y un impacto prolongado a la baja sobre el PBI global. En lo particular, esto ha sido en el pasado particularmente desventajoso para economías emergentes, que podrían verse seriamente afectadas por un conflicto comercial en ciernes entre Estados Unidos y China.
¿Cómo les fue a las acciones globales durante la primera presidencia de Trump (2016-2019)?
Cómo puede verse en el anterior gráfico, las acciones del sector tecnológico norteamericano lideraron el crecimiento dentro del universo de renta variable durante la primera presidencia de Trump. Con políticas similares a las que se esperan para un segundo mandato, las acciones de este segmento registraron un retorno anualizado promedio del orden del 23,2%, seguido por el índice general S&P 500 con 17,3%.
Las acciones globales, por su parte, registraron un retorno promedio del 13,8%, mientras que las bolsas europeas y emergentes ocuparon los últimos puestos, aunque con desempeños nada despreciables del 10,9% y 9,4%, respectivamente, en dicho período.
De cara a un nuevo mandato, pensamos que la bolsa de Estados Unidos podría destacarse nuevamente por sobre los otros mercados, esto en función de una expectativa favorable de crecimiento de las ganancias empresarias. En el siguiente gráfico se puede apreciar un fuerte impulso del orden del 15% interanual para las empresas estadounidenses en 2025, notoriamente superior al de firmas del Reino Unido, Europa o Japón.
El moméntum en acciones de EE.UU. podría extenderse
En este sentido, considerando estos factores como también la fortaleza de la economía de Estados Unidos de cara al 2025, hemos incrementado la probabilidad asignada a un escenario favorable para el crecimiento, despejándose en el margen un escenario más adverso de recesión.
En lo particular, imaginamos un esquema similar al vivido entre los años 1994 y 2000, caracterizado por un liderazgo de Estados Unidos por sobre el resto de los países desarrollados y un impulso notorio de las empresas de crecimiento de gran capitalización. A mediano y largo plazo, el auge de la inteligencia artificial presenta un panorama favorable para el resto de la década. A pesar de tasas más altas, la economía mantiene su nivel de crecimiento de largo plazo y si la inversión provoca aumentos en la productividad se puede mantener a raya la inflación, aún con un target más alto.
Estrategia de Inversión
El mercado descuenta, de momento, que Trump va a cumplir con sus promesas de campaña contando con más facilidad para impulsar medidas proteccionistas vinculadas al comercio exterior y menos facilidad de implementar pronto medidas fiscales, que requieren de mayor consenso político en el Congreso. Si este escenario se materializa, podría generar un impacto reflacionario en Estados Unidos, fortaleciendo al dólar, debilitando monedas emergentes y commodities, con una FED que, habiendo tomado nota en su última reunión, ya no se muestra tan laxa respecto a su tasa de interés de política monetaria.
La propuesta de reducción de impuestos y desregulación económica beneficia al mercado accionario estadounidense, mientras que las políticas proteccionistas podrían elevar la inflación y ralentizar el crecimiento global. En este contexto, el frente fiscal sigue siendo una de las mayores preocupaciones para los mercados.
De este modo, cabe recordar que el desempeño excepcional de la economía de Estados Unidos ha sido el principal motor detrás de nuestra concentración en acciones y bonos de ese país en los portafolios. Anticipamos que esta tendencia se mantendrá en los próximos meses.
Sin embargo, aún queda por definir con mayor claridad cuáles serán las prioridades del nuevo gobierno. Existe el riesgo de que políticas más agresivas por parte de Trump lleven a la economía estadounidense hacia la estanflación y provoquen una recesión global, lo que podría acentuar las divergencias macroeconómicas a nivel internacional.
A su vez, la dinámica fiscal es hoy la principal preocupación del mercado, con cerca de USD 9 billones de deuda soberana de Estados Unidos que vencen en 2025, y un déficit estimado para el próximo año del orden de 6.5% del PBI.
En cuanto a la renta variable, aunque existen señales de que el mercado de acciones de Estados Unidos podría estar sobrevaluado — incluyendo un múltiplo de ganancias ligeramente por encima del promedio histórico — por el momento no contemplamos un escenario de mercado bajista en el horizonte producto de una política impositiva favorable para el sector empresario. Así, si bien en términos de múltiplos el mercado luce sobrevaluado, vemos menos probable un mercado bajista tras el triunfo de Trump en los próximos meses. Sin embargo, no somos tan optimistas a nivel del índice como los principales bancos de inversión que pronostican retornos esperados a doce meses vista en torno al 10% -12%.
Nuestra visión a mediano plazo es que la economía de Estados Unidos seguirá liderando el crecimiento económico, apuntalado por el desarrollo del sector de tecnología e Inteligencia Artificial. Por ello, seguimos identificando valor en empresas tecnológicas dentro del sector de crecimiento y gran capitalización.
Las acciones de Estados Unidos lucen caras, pero hoy el escenario sigue siendo favorable
Estimación interanual de crecimiento de ganancias corporativas por región/país.
Por su parte, creemos que, en el mercado de renta fija bajo este nuevo entorno de tasas, la estrategia se enfoca en generar ingresos a través del interés, priorizando esta vía sobre las apreciaciones de capital. Identificamos valor en activos de alta calidad crediticia, como los Mortgage-Backed Securities (MBS), que ofrecen retornos muy atractivos en comparación con la deuda corporativa, donde las tasas permanecen excesivamente comprimidas. Por otro lado, tras dos años de retornos a doble dígito, consideramos que la estrategia táctica de posicionarse en bonos emergentes se vuelve más riesgosa en el contexto de la elección de Trump.