Durante los últimos 5 años, la economía argentina convive con niveles de inflación muy altos. Recientemente se informaron los datos de inflación minorista y mayorista al mes de septiembre. La variación mensual de precios al consumidor fue 6,2%, mientras los precios mayoristas variaron 5,5%, a la inversa de lo que ocurrió en agosto, cuando la inflación mensual mayorista (8,5%) superó a la minorista (7,0%).

Durante el año 2020 y 2021, en promedio, ambas inflaciones se alinearon, aumentando los precios a igual tasa. Sin embargo, en 7 meses de este año, la inflación minorista empezó a sacarle ventaja a la mayorista. Esto nos indica que, en promedio, el aumento que experimenta el consumidor es superior al aumento que experimenta el productor, en la parte superior de la cadena de comercialización. Durante los años 2018 y 2019 ocurrió a la inversa, significando que el productor no trasladó todos los aumentos, sino que asumió gran parte de ellos.

Con respecto a los datos anualizados, a septiembre de este año, también se identifica que la inflación mayorista supera a la minorista, con la salvedad de que la diferencia entre ambas tasas es mayor. Los precios al consumidor, en el último año, superaron en 4,6 puntos porcentuales a los precios en la cadena mayorista.

A diciembre de este año se cumplirán 3 años de mandato de Alberto Fernández. Desde diciembre 2019 hasta septiembre de este año, el gobierno lleva acumulada una inflación minorista de 241,3%. Resulta interesante comparar dicho aumento generalizado de los precios frente a la variación de otro tipo de variables.

Según informó La Asociación de Concesionarios de Automotores (ACARA) a través del índice de precios del sector automotor (IPSA), durante igual período, los vehículos aumentaron de precio 33,1 puntos porcentuales por arriba del IPC. Por su parte, según datos de la Cámara de la Construcción los precios de las propiedades aumentaron aún más, acumulando una tasa de crecimiento de casi el 300,0% en 3 años.

A través de la barra verde puede visualizarse la política de atraso cambiario que decidió llevar adelante el gobierno de Alberto Fernández. Mientras los precios viajaron a una tasa de 241,3%, el tipo de cambio oficial aumentó 146,0%. En diciembre 2019 el dólar oficial cotizaba $59,90, mientras que a septiembre de este año ascendió a $ 147,30. La estrategia del ejecutivo fue utilizar el tipo de cambio como ancla para que la inflación no se disparara. No solo que no consiguieron controlar la inflación, sino que Argentina pasó a tener déficit de balanza comercial. Un tipo de cambio tan atrasado desincentiva a las exportaciones, mientras que alienta a las importaciones. Esta situación generó un estado crítico de las reservas del Banco Central, obligando a las autoridades a aplicar diferentes medidas, restricciones y dólares diferenciales, para tratar de impedir que se fueran las pocas reservas que quedaban. Si bien en los últimos meses el gobierno empezó a acelerar la tasa de interés (en septiembre la inflación y devaluación se alinearon en el 6,2%), todavía falta mucho para que el atraso se compense.   

Por su parte, el dólar paralelo ganó protagonismo en una economía muy restrictiva e informal, prácticamente duplicando la tasa de devaluación oficial, y superando también a la inflación. Según este gráfico, solo las propiedades lograron superar al aumento del dólar informal desde que asumió Alberto Fernández a la fecha. Recordemos que Alberto asumió con un dólar paralelo de $78 para, 3 años después, convivir con un dólar informal de $295. 

Otra variable a analizar es el salario. Tomamos como referencia la evolución del salario promedio del sector privado para graficar la pérdida de poder adquisitivo que se experimentó durante estos últimos años.

Desde diciembre 2019, los trabajadores del sector privado vieron aumentar su salario promedio un 198,9%, según informó el INDEC a través del índice de salarios. Como puede observarse, no solo quedó por debajo de la inflación promedio del período, sino que también, rubros como alimentos, textiles, educación y transporte, experimentaron aumentos superiores.

Debido a que el rubro de Alimentos y Bebidas tiene gran incidencia en el IPC general, resultó relevante analizar la variación de algunos productos específicos frente a la evolución del salario promedio del sector privado. De los productos seleccionados, solo 4 variaron por debajo al aumento del salario. Según este esquema, el trabajador se vería obligado a cambiar sus patrones de consumo, por ejemplo, debería reemplazar el consumo de pollo o carne vacuna, por salchichas o hamburguesas congeladas.

Conclusiones

Durante casi 3 años de gobierno de Alberto Fernández la economía argentina tuvo que convivir con una inflación acumulada de 241,3%, con atraso cambiario, cobrando protagonismo el dólar informal y los salarios perdiendo gran poder adquisitivo. Dicho atraso cambiario fue el mismo que llevó al Banco Central República Argentina a transitar una situación crítica con las reservas, obligando a aplicar cada vez más medidas restrictivas y tipos de cambios diferenciales.

Nos encontramos en las puertas del último año de mandato de la actual coalición gobernante. Según informó el FMI lo peor aún está por venir para la economía mundial. Argentina no será la excepción. El año próximo es año electoral, situación que complicará mucho la situación. Al parecer la estrategia del gobierno es ir aplicando medidas que le permitan llegar a las elecciones sin grandes sobresaltos. De todas formas, no descartamos una devaluación durante el primer trimestre del año próximo así como creemos que el producto bruto interno experimentará tasas de variación negativas.