La economía argentina en situación muy complicada
El repunte de la inflación a nivel global sin dudas afectará a la Argentina, aunque mucho más graves son sus problemas internos.
Sucede que, los astronómicos programas fiscales proporcionados por las economías más potentes están inflando los precios globales de manera importante. La suba del IPC (consecuencia de la inflación) en EE.UU. durante mayo alcanzó el 5% interanual, mucho para un país desarrollado y, sin dudas, esto recién comienza. Aunque, por otro lado, la ralentización en el crecimiento económico provocará cierta baja en los precios (el IPC) a pesar del aumento de la inflación (devaluación intrínseca de la moneda por exceso de emisión):
Como se ve en el cuadro, las tasas reales son negativas. Aun así, la Fed dice estar sorprendida por “la rápida recuperación de la actividad económica” y avisó que mantendría sus tasas de interés de referencia cercanas a cero hasta que vuelva a normalizarse el nivel de empleo que hoy se acerca a 5,8%, 2 puntos porcentuales por encima del registro previo al inicio de las represiones con excusa de “la pandemia”. Aunque todos los analistas esperan que se adelante para 2023 la suba de tasas, para “frenar la inflación”. Lo cierto es que, lo que a ellos les preocupa es la suba del IPC que a nivel global viene impulsada por factores como estos dos de gran peso: el aumento sin precedentes del balance de la Fed (Fed BS) de USD 200.000 M solo en el último mes, y el endeudamiento marginal chino camino del récord:
Como puede verse en el siguiente gráfico, la emisión de los principales bancos centrales se acelera:
Y para que no queden dudas de que la emisión -en exceso por sobre la demanda- es inflacionaria, este gráfico muestra que el S&P 500 y los precios de las casas siguen de cerca al Balance de la Fed:
Y aquí se ve cómo las acciones globales suben al ritmo de la emisión global:
Corolario: no es burbuja lo que hay en las bolsas, sino inflación y, por tanto, más allá de una corrección al tremendo rally alcista y debido a la ralentización del crecimiento económico, los precios de fondo difícilmente bajen.
Así las cosas, el aumento en los precios de las materias primas ha pegado un salto importante, como se ve, por ejemplo, en las bobinas laminadas en caliente, en el rodio y paladio, en el PVC y en el BDI (de fletes):
En cuanto a la Argentina, como señala Roberto Cachanosky, en el siguiente cuadro, en lo que va del año congelaron la Base Monetaria. Gracias a que licuaron el gasto público y a costa de aumentar la deuda del BCRA a marcha forzada:
Esto ha provocado, como vengo diciendo en notas anteriores, que la inflación -la devaluación intrínseca del peso por exceso de emisión- se haya detenido, lo que se reflejó en el espejo más puro, el dólar blue (el “ilegal” y, por tanto, sin controles del gobierno), que ahora parece despertarse precisamente porque estarían empezando a emitir, y es muy probable que de ahora en más larguen al mercado pesos de cara a las elecciones y, entonces, se recaliente el proceso inflacionario. Así, la medición más creíble de la inflación es la calculada por Steve Hanke en base, precisamente, al dólar blue:
Si bien mayo fue un nuevo mes en el cual el “nivel general de inflación” -la suba del IPC, en rigor- se contrajo respecto del anterior, 3,3% continúa siendo un guarismo elevado:
Aunque Cachanosky lo ve distinto: anualizada, la curva va para arriba y ya está en el 48,8% anual mayo 21 vs. mayo 20:
En cualquier caso, aunque controlaron la inflación -insisto, el exceso de emisión- durante los primeros meses el IPC siguió subiendo inercialmente, hasta ahora que pareciera bajar en términos intermensuales.
Esto se debe a la estrategia del gobierno para precisamente atrasar la suba del IPC, a pesar de la inflación, con subsidios para mantener atrasadas las tarifas, precios congelados, desaceleración del aumento del tipo de cambio oficial e interviniendo en los mercados paralelos. Y, por cierto, como vimos la emisión se frenó en buena parte con endeudamiento, quitando fondos al sector privado, al sector productivo y ante una menor producción, irónicamente, aumentan los precios, el IPC. Un índice claro de la descapitalización del mercado argentino es el valor de los departamentos que, según Reporte Inmobiliario, en el último año bajaron en promedio un 27,17% en dólares, y si se toman los últimos 24 meses la caída de los valores ya llega al 39,53% en promedio.
Por su parte, coherentemente, los alquileres aportan una Tasa Interna de Retorno Anual (TIR) del:
El gobierno todavía tiene recursos para seguir adelante con esta política cambiaria represiva, a lo que ayuda la inflación del dólar que vimos. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos luego de las elecciones cuando el gobierno no se sienta en la necesidad de controlar “la inflación” erróneamente atribuida a la suba del dólar, cuando es al revés y si hay acuerdo con él para estatal -y por ende estatista- FMI lo que puede bajar la presión sobre el dólar oficial.
Como señala Cachanosky, no debería sorprender la calificación de MSCI en la que prácticamente dice que Argentina no existe para el mercado financiero. Con las reservas netas de USD 3.000 M tiene que respaldar la base monetaria y el stock de Leliq y pases netos por $6,2 B. O sea, que el BCRA tiene un dólar por cada $2.067 de base monetaria y deuda remunerada.
Y aunque el gobierno todavía tiene recursos para mantener el tipo de cambio oficial hasta las elecciones al menos, se cuida de gastar reservas al punto que le viene muy bien prohibir la mayoría de los vuelos internacionales -dejando muchos argentinos varados en el exterior- con la excusa de una “pandemia” promocionada por organismos oficiales, como las históricamente corruptas OMS, CDC de EE.UU. o la NHS británica, que no resiste el análisis de científicos independientes(1), con el resultado lógico del pánico y la violencia: la destrucción de la sociedad y de la producción. Solo esperemos que estas restricciones a la movilidad de los argentinos no sea un cerramiento al estilo de la paupérrima Cuba.
Hablando de caída de la producción, según el INDEC, durante el primer trimestre del año la actividad económica general subió 2,5% interanual. Sin embargo, el último trimestre “normal” había sido el cuarto del 2019 y comparándolo con el primer de trimestre 2021 se observa que la economía aún se encuentra debajo. Por caso, la tasa de ocupación descendió desde 42,2% a 41,6% lo que implica que se perdieron unos 65.000 empleos.
Aún con un supuesto agravamiento del cuadro sanitario, de momento el gobierno no parece dispuesto a implementar medidas más represivas -sobre un mercado que ya venía muy reprimido durante la era Macri- que vuelvan a dañar a la economía en una magnitud semejante a la del 2020 lo que es un reconocimiento tácito -aunque por razones obvias nunca lo reconocerá- de que con la violencia -la represión- y el pánico solo se consigue destruir.
Ahora, entre las fuertes represiones al mercado que perece que sí continuarán está la carga impositiva. Por ejemplo, según FADA, la presión fiscal sobre el sector agrícola es del 61,8% y no solo que este valor en sí mismo es exageradísimo, sino que no tiene en cuenta el “efecto cascada”, es decir, cuando el campo compra cualquier insumo paga un precio que es tal, no solo por el costo de producción de ese insumo, sino porque tiene incluidos una cantidad de impuestos que paga el productor de ese insumo en cuestión.
Y la situación de “la gallina de oro” argentina puede agravarse porque, como había señalado en mi nota anterior (“Los mercados de valores en situación inédita”), los precios de las materias primas vienen de atravesar un ciclo alcista que derivó en que productos como el petróleo o la soja se sitúen en valores récord, pero hay indicios de que podrían estar saturados -salvo el crudo- dado que el crecimiento de las economías, con tanta inyección de dinero inflacionario, podría ralentizarse.
De hecho, el siguiente cuadro de Zorraquín Meneses en base a cotizaciones MATBA/Rofex, muestra una caída importante:
NOTAS:
(1) En casi dos años, se le atribuyen al Covid muertes por menos del 0.1% de la población global, y la cifra está exagerada, porque se suman defunciones que en años anteriores se computaban por otras causas y porque los protocolos y tratamientos, recomendados por estos organismos oficiales, son completamente contraproducentes.