Japón, el Mundial y la economía argentina
Casi todas las actividades tienen un componente o consecuencia económica. Un ejemplo puede darnos algunas ideas para la alicaída economía Argentina.
En estos días Japón se clasificó para el mundial de Dubái e Italia quedó -sorprendentemente- afuera. Esta situación lejos de lo esperado puede resumirse en una historia. En 1991 la liga de futbol japonesa estaba conformada por amateurs con poca experiencia.Desarrollaron un plan con el objetivo explícito que en 100 años ganarían el mundial de futbol.
Obviamente ninguno de los que trabajaran para lograr ese sueño lo verían, pero establecieron las bases y las reglas de juego para lograrlo. Muchos elementos, individuales y aparentemente aislados entre sí, produjeron excelentes resultados. Unos poquitos grandes jugadores mostraron el camino de oportunidades… y desafíos.
Se incentivó a los chicos y sobre todo surgieron muchos medios indirectos de promocionar el deporte, a través de juegos electrónicos, algunas estrellas virtuales y de carne y hueso, incentivos económicos y desarrollo de cientos de pequeños clubes que actuaron como semillero.
En una palabra, los mismos ingredientes necesarios para desarrollar un sector económico que siempre tiene relaciones impensadas con otros sectores.
Varios objetivos se alcanzaron pronto, a pesar de que Baseball y Sumo Wrestling son sumamente populares. Observaron que, aunque competían entre sí, había efectos de retroalimentación entre varios deportes. Lo mismo que en la economía que el éxito de un sector puede alentar a otros y si así no fuera, al menos da una oportunidad para complementar y sustituir empleos o funciones o maquinarias.
Es interesante que un planteo a 100 años tuviera resultados tan pronto. Pero no es esa la reflexión que debiera quedarnos. El punto es que un objetivo explícito, donde puede haber participantes de todo tipo, genera resultados pronto. Se genera todo un ecosistema que crece espontáneamente, que permite miles de situaciones diversas. Y exactamente ese es el punto: permitir que se generen esas diversas situaciones.
En Argentina tenemos o tuvimos desarrollados múltiples ecosistemas, en ámbitos muy disímiles como el vino u otras producciones, deportes, sistema universitario, industria metalmecánica o polos turísticos. Hay cientos de ejemplos. El punto es que ya sea que cada uno se desarrolló por azar o por decisión, para que tuvieran crecimiento y eventualmente éxito se necesitaban miles de interacciones. Eso genera crecimiento, eso genera oportunidades, eso es empleo.
Las políticas gubernamentales no debieran obstaculizar ese potencial crecimiento. Poner controles de precios, prohibir algunas actividades, regular o reglamentar otras, sólo crea dificultades para el crecimiento y la innovación. Las reglas deberían ser las mismas para todos, y entonces surgirán aquellas ideas, personas o empresas que más posibilidades de éxito tengan.
La política antiinflacionaria y de crecimiento que está llevando a cabo Argentina es la opuesta a la pareciera que planteó Japón para lograr competir en un mundial de fútbol. Allí se dio libertad a múltiples participantes y se generaron nuevas iniciativas. Aquí sugerimos controles, prohibiciones y más impuestos. Allí se permitió florecer la iniciativa privada y especialmente ampliar la complementariedad, como pudieran ser video juegos con deportes de carne y hueso.
Aquí se aísla a los sectores y cada uno tiene que pedir un permiso para poder trabajar o comprar insumos o un impuesto por trabajar con otra provincia.
Este comentario aplica a todos los sectores. En ejemplo extremo son las regulaciones que complican recibir o hacer donaciones al exterior con fines humanitarios. Las mismas exigen que el donante o donatario estén registrados como operadores habituales de comercio exterior y pagar impuestos, como es el triste caso de la ayuda a Corrientes. En fin, que es sólo un ejemplo más de la maraña regulatoria que envuelve a Argentina.
Para crecer, desarrollarnos, eliminar la inflación, generar empleo y educar a nuestros niños se requiere convicción, paciencia y el mix apropiado de medidas políticas. Nada es mágico, todo implica esfuerzo. Muchos sectores argentinos pueden crecer y estar en condiciones de jugar el “mundial” de la economía, si tenemos justamente eso: convicción, paciencia y el mix apropiado de medidas políticas.