Indicadores preliminares de pobreza: volviendo al punto de partida
Los índices retomaron los niveles de hace un año, pero siguen siendo elevados. En el corto plazo será clave ver la evolución del mercado de trabajo.
A principios de febrero, el INDEC publicó los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares correspondientes al tercer trimestre de 2024. A partir de ellos y considerando los (ya conocidos) montos de la canasta básica alimentaria y total para cada región, puede hacerse un cálculo preliminar de la incidencia de la pobreza y la indigencia con la última información disponible. De eso trata este informe.
Como era de esperar, a partir de la convergencia acelerada de la inflación y la recuperación paulatina de los ingresos, los índices de pobreza (por ingresos) mejoraron sensiblemente respecto a los niveles disparados en la primera parte del año. Incluso, en algunos casos, retrocedieron a los niveles previos de un año atrás.
Dado que las condiciones macro se sostuvieron también en el último trimestre del año, cabe esperar que los datos oficiales, que abarcan a todo el segundo semestre, muestren cifras incluso mejores a las de este informe. Estos datos se conocerán a fines de abril, habilitando al gobierno a mostrar un éxito más de la gestión.
No obstante, aunque así sea, entendemos que el mayor desafío está en lo que viene. Los índices de pobreza retomaron los niveles de un año atrás, pero siguen siendo elevados, dado que 5 de cada 10 menores de 14 años sigue estando bajo condiciones de pobreza, algo que promete perpetuar la situación si no se actua con urgencia.
De persistir, la estabilización sin dudas tendrá efectos positivos. El crecimiento económico que de ella derive, derramará hacia abajo. La duda será, una vez más, si resulta por sí sola suficiente para erradicar (o reducir sensiblemente) los niveles de pobreza que, además, ya cuenta con un componente estructural importante.
En el corto plazo será clave ver la evolución del mercado de trabajo. Hasta el momento, parece haber ajustado más por precios (con salarios que se recuperan lentamente desde mínimos), que por cantidades (puestos de trabajo). Pero un crecimiento desparejo, concentrado sólo en algunos sectores no demandantes de mano de obra (pe. petróleo, minería, agro), podría revertir esta dinámica. Y en este caso, será necesario observar también la respuesta del Estado, que en el contexto actual, parece alejarse del enfoque asistencialista.
Por lo pronto, aun con la reducción en los índices de pobreza e indigencia, la distribución del ingreso no ha mejorado. La brecha de ingresos entre el 10% de los hogares más ricos y el 10% de los más pobres es de 17 veces, un nivel que se mantiene en línea con el promedio de los últimos 4 años. Los ingresos laborales crecieron para los deciles más altos, en tanto que, para los más bajos todavía mostraban caídas a partir de la lenta recuperación de los salarios informales. Por el momento, los sectores más bajos lo suplieron con mayores ingresos no labores (ayuda social).