Fondo malo, Fondo bueno
Los problemas de Argentina no se resuelven solo acordando con el FMI. Y las perspectivas pesimistas no están generadas por el clima político, la pandemia o el rumbo macro. Se debe repensar las limitaciones que implicará una nueva reestructuración en la próxima década y las consecuencias de la veda en los mercados internacionales.
Hace 52 años se creaban los Derechos Especiales de Giro (DEG) en un orden financiero internacional completamente distinto al actual. La escasez de oferta de dólares y oro no permitía que se desarrolle adecuadamente la red de pagos internacional. Sin embargo, esta reserva internacional fue perdiendo importancia: la acumulación de reservas por parte de los bancos centrales reflejaba que había suficiente liquidez global.
Así, solo cuatro veces hubo emisiones de DEG en la historia, dos corresponden al período posterior a la crisis financiera global del 2008. Sucede que cuando las crisis se extienden en todo el globo, la red financiera global se puede tensar por más que la liquidez que emitan las autoridades monetarias sea muy alta. Nadie puede asegurar la suficiencia y la cobertura (correcta distribución) de activos de reserva.
La semana pasada el G20 presidido por Italia puso a consideración del FMI la evaluación de hacer una nueva emisión y por un monto sugerido de SDR 500 M. El FMI si bien lo tratará en abril, la contundencia del pedido y el visto bueno de la Directora Jefe del organismo internacional, Kristalina Georgieva, sugieren que se llevará a cabo. Según manda el estatuto del FMI, Argentina recibiría un monto alrededor de los USD 4.000 dado el tipo de cambio SDR/USD actual y la cuota de participación y permanencia del país en el organismo: suficiente para pagar los vencimientos de este año con el mismo Fondo Monetario, unos USD 3650 M.
De esta manera, toda la especulación de llegar rápido a un acuerdo se desmorona. Las conversaciones seguirán, pero ahora desde Washington posiblemente prefieran esperar y no caer otra vez en ridículo de proponer dos planes en menos de dos años con resultados lamentables Esto en perspectiva para el país y su problema de deuda es una gota en el océano.
Desde 2019 hasta ahora la deuda pública creció del 90% a un guarismo superior al 100% del PBI. Es que aquí por solucionar el problema de la liquidez de un año aún parece que nos resignamos a aceptar nuestro problema de solvencia. La integración de DEG se contabiliza como un pasivo del BCRA, un crédito de USD 4.000 M. Así de problemática es la situación de la deuda que en un mundo donde sobra el crédito, Argentina ´festeja´ la llegada de USD 4.000 M de parte del FMI.
La deuda sostenible fue un slogan de la gestión Guzmán. Increíblemente el ministro logra convencer a los propios que hubo en Argentina una reestructuración exitosa. La medida de éxito de un canje es muy sencilla, si se logra restablecer la confianza y nuevamente el Tesoro puede refinanciar sus pasivos es exitosa, si no, no.
Que el país esté jaqueado por el vencimiento con el Club de París y el FMI, que representan menos del 5% de la deuda pública en moneda extranjera, muestra el fracaso de ese canje.
Por qué no se festeja en el mercado la ampliación de DEGs como sí lo hace el gabinete económico es una pregunta que también ayuda a tomar dimensión del problema del endeudamiento.
El mercado mira a más de un año y las perspectivas no son buenas, pero no por el clima político, la pandemia o el rumbo (si es que existe alguno) de la política macro. Sucede que ni el más optimista puede pensar que los títulos emitidos hace apenas meses son pagables.
Un país soñado de un superávit primario de 1% sostenido del PBI, un crecimiento continuo del 2% anual luego de una recuperación del 7% en 2021, un tipo de cambio real estable y tasas de interés en los niveles actuales llevan a una dinámica de la deuda apenas convergente a niveles del 90% nuevamente recién hacia el año 2030.
No hay un FMI bueno y uno malo. Simplemente debemos empezar a repensar las limitaciones que implicará una nueva reestructuración en la próxima década y las consecuencias de la veda en los mercados internacionales. El miope, que festeje.