Del análisis sobre el nivel de gradualismo que podrían presentar los planes de estabilización de un eventual gobierno de cualquiera de las dos coaliciones tradicionales, a lo que podría esperarse en un escenario de Milei ganador, con la posibilidad de contar con escenarios extremos en términos económicos. No obstante, con el correr de los días, sea porque se percibe con altas chaces de llegar a la Casa Rosada, y comienza a operar el Teorema de Baglini, como porque tiene la necesidad de convencer también a votantes más moderados, la opción de avanzar con una dolarización está siendo cada vez más postergada en tiempo; incluso se habló sobre que se tardaría en salir del cepo.

La semana pasada tanto Javier Milei como sus asesores se han encargado de resaltar la necesidad de avanzar previamente con reformas que permitan ganar confianza primero (pe. fuerte ajuste del gasto hasta alcanzar superávit fiscal el primer año), con eso recomponer el stock de reservas y luego en x cantidad de años, avanzar en una dolarización. Aun así, más allá de su intensión de irrumpir con la eliminación del déficit, todavía es una incógnita con qué políticas reemplazaría la unificación monetaria. 

En el caso de Patricia Bullrich puede decirse que se movió en una dirección similar a la de Milei; hacia el centro. La elección de Carlos Melconian como su Ministro de Economía muestra cierto abandono de la posición extrema elegida para pelear la interna de JxC cuando el foco estaba puesto en “es todo o nada”.

Ahora, el candidato a ministro ya dejó claro que la apertura del cepo no será inmediata y, en ese contexto, la convivencia de dólar con pesos (bimonetarismo formal) se parecerá bastante a un desdoblamiento cambiario. Habrá que ver más específicamente qué operaciones se circularán por cada tipo de cambio, pero parece ser una opción más moderada que la presentada inicialmente por este sector de JxC. Es que Bullrich se ha vuelto la candidata del centro y deberá ganar base de legitimación en el sector más acuerdista de la coalición.

Finalmente, en lo que respecta al candidato oficialista, la coyuntura económica sigue complicándole la campaña y le resulta cada vez más difícil explicar que las promesas de campaña se difieran en el tiempo y no se apliquen en la actualidad. Con el afán de mantenerse competitivo, tratando de retener los votantes de izquierda, sumar a los moderados de JxC y conseguir la adhesión de los ausentes, las últimas semanas estuvieron marcadas por el anuncio sostenido de medidas paliativas de los efectos que generó la devaluación post PASO: bonos a jubilados, beneficiarios sociales, empleados públicos y privados, congelamiento de precios (incluido el dólar oficial), extensión de Precios Justos, quinta versión del Dólar Soja, flexibilización del cepo a importaciones para no castigar la actividad pre elecciones, etc. En su mayoría, se trata de medidas de corto plazo, que difícilmente se puedan sostener en el tiempo.

Los fundamentalismos económicos siguen siendo malos y las presiones se harán cada vez más fuertes en un escenario de sábana corta en varios sentidos (reservas, represión de precios, déficit fiscal). Entonces, cabe preguntarse qué se puede esperar el día después de las elecciones y con cierta certeza, independientemente del candidato ganador, la respuesta será una aceleración de la inflación. El congelamiento de precios dispuesto post PASO y la extensión de los acuerdos abarcan casi al 40% de la canasta.

Con una inercia que todavía implique registros por debajo de los dos dígitos, la reversión de la medida sumará 10 pp de inflación en diciembre. Sobre esto, se sumará el efecto de descongelar el Dólar Oficial fijado en ARS/USD 350 hasta noviembre, que aún no queda claro cómo se implementará, pero cabría pensar que, más temprano que tarde, intente intentará recuperar (de mínima) la competitividad inmediata post-PASO.

En medio de este proceso, el Gobierno deberá nuevamente negociar con el FMI el desembolso de USD 3.300 M previsto para noviembre, si se adelanta el cronograma propuesto, que serviría para afrontar pagos por USD 600 M en noviembre y USD 900 M en diciembre. Difícilmente pueda mostrar el cumplimiento de alguna de las metas comprometidas en agosto, pero no creemos que el Organismo vuelva a penalizar al Gobierno exigiendo una nueva devaluación.

La aislada corrección del tipo de cambio forzada en agosto puso en evidencia que por sí sola, esta medida tiene más costos que beneficios Elecciones mediante, el Organismo podría conceder cierta demora en el pago mientras discute con el candidato elegido, pero, aun así, la transición puede llevar a una mayor inestabilidad en la medida que se impulse a que sea el gobierno saliente el que haga el trabajo sucio y pague el costo político de las medidas antipáticas que habrás de tomar. Una actitud mezquina, pero que ya ocurrió en el pasado.