Con un BCRA escuálido, ¿se despierta el gigante verde?
La entidad cuenta hoy con poco más de U$S 2.000 millones de saldos líquidos, un nivel muy reducido para afrontar shocks externos o aliviar presiones sobre la moneda.
Cerrado el primer cuatrimestre del año resurge la preocupación por la dinámica de las reservas internacionales. El BCRA cuenta hoy con poco más de U$S 2.000 millones de saldos líquidos, un nivel muy reducido para afrontar shocks externos o aliviar presiones sobre la moneda.
-Los principales factores que impiden engrosar las arcas públicas de divisas extranjeras tienen que ver con el impacto de la guerra en Ucrania:
-Por efecto precios en los commodities hidrocarburíferos que nuestro país compra en el exterior. El saldo neto es negativo.
-Por efecto cantidades, dada la reactivación económica, que impulsa la compra de más insumos productivos y bienes de capital.
Es así que las importaciones en valores ya están en niveles compatibles con 2017, año en que a su vez se habían registrado los niveles máximos de producción interna. Esto evidencia la fuerte elasticidad de las importaciones, que responde siempre de forma más sensible al ciclo económico. Si la disponibilidad de reservas es amplia, no surgen problemas. En cambio, en momentos de escasez de dólares vuelven las tensiones de la restricción externa, agudizadas ahora por una cuenta de capital muy debilitada.
Tras un mes de suma tranquilidad cambiaria en el que todos los segmentos de dólar registraron caídas nominales, el cierre de abril presentó una fuerte volatilidad. Primero con un aumento del 10% en una semana, y posteriormente recortando la mitad. Esto imprimió nerviosismo en el Gobierno, que apretó el puño tras la caída de los últimos días. Claro está que cada paso que den el Dólar Blue y los dólares financieros van a tomar la primera plana de todos los diarios.
De hecho se da un efecto paradójico ya que, dada la alta nominalidad de la cotización, variaciones cotidianas de baja magnitud pero persistentes pueden ser interpretadas como una escalada, a pesar de que porcentualmente no sean de una magnitud significativa. La aritmética marca que cada mes se requeriría un aumento nominal de más de $10, solo para evitar una apreciación contra una inflación que en el año ya promedia más de 5%.
A pesar del impulso reciente, la situación sigue mucho más apacible que en el inicio del año, cuando la brecha cambiaria había alcanzado casi 90%, tras la aceleración previa al cierre del acuerdo con el FMI. Hoy el diferencial entre el dólar MEP y el oficial minorista se posiciona en 66,5%, un nivel aún elevado pero no de colapso. Este recorte de la brecha también se explica por un mayor paso de la tasa de devaluación en el dólar oficial, administrada por el BCRA.
Claro que esta velocidad está dominada por la inflación, que erosiona mes a mes el valor de todos los precios de la economía. Con todo, el tipo de cambio multilateral hoy está solo 16,1% más bajo que el promedio de los últimos 25 años. La apreciación del oficial no es tan severa.
Los factores que hoy generan efervescencia en los mercados alternativos de dólar son varios:
-La salida de capitales financieros de los países emergentes (en el margen también de Argentina) por la suba de tasas en EEUU.
-La implementación de políticas expansivas en materia monetaria, con pesos que parcialmente irán a los mercados paralelos.
-La elevada inflación, que impide un congelamiento nominal de cualquier precio de la economía un largo período de tiempo.
-La débil acumulación de reservas, a pesar de la buena cosecha y los altos precios internacionales de los productos primarios.
Este último factor es el más preocupante. En números, el saldo de compras netas de dólares del BCRA este año corre a un ritmo 23 veces más bajo que el primer cuatrimestre del 2021. Si bien es real que las condiciones externas se deterioraron, esta menor velocidad de compras va a pasar factura más temprano que tarde.
Más allá del riesgo de incumplimiento con el FMI, preocupa la dificultad para romper lo que a todas luces parece ser un nuevo ciclo de estrangulamiento externo, en un contexto de incipiente recuperación macroeconómica. La dependencia de importaciones para mantener la actividad no es un rasgo único de la argentina, pero en nuestro país parece limitar cada vez más rápido el crecimiento. Tal vez sin un agujero monumental en la cuenta capital sería anecdótico, pero es un combo letal si hay altos pagos de deuda a la vuelta de la esquina.