Bandwagon, Underdog y Milei presidente
¿Qué podría suceder si Javier Milei fuese más exitoso en las PASO, mucho de lo que hoy el establishment está dispuesto a aceptar?
Nos duele aceptarlo, pero somos mamíferos gregarios. Sí, como las vacas, los monos y tantos otros animales. Tratamos de ocultarlo, obviamente. Alguna vez llamaron a esta negación “herida narcisista”. Yo prefiero llamarla, las más de las veces, inconciencia o ignorancia.
Como buenos mamíferos gregarios hemos desarrollado enormes capacidades cognitivas para copiar a los otros, para seguirlos, para oponernos (incluso) desde la mimetización. Y esto que bien saben los buenos psicólogos, los sociólogos, los biólogos y los comunicadores, parece haberlo olvidado el establishment político argentino.
O al menos lo oculta con sagacidad.
En 1992 el sociólogo norteamericano William A. Gamson, experto en el estudio de la acción colectiva y teoría de los juegos, acuñó el término “Efecto Bandwagon” para ilustrar un fenómeno psicológico de masas que indica una tendencia natural de éstas a seguir el comportamiento de los demás.
Así como los trabajos de Solomon Asch ilustraron la tendencia a negar el propio juicio para conformar a otros, los de Stanley Milgram señalaron la tendencia a obedecer acríticamente cuando existe una autoridad y los de Elisabeth Noelle-Neumann indicaron la tendencia a guardar silencio de la propia opinión cuando se percibe que es contraria a una mayoría, los estudios de Gamson indicaron un tipo de comportamiento de “plegado”, sobre todo en escenarios electorales.
En dichos casos, si los votantes observan que un candidato tiene reales chances de prevalecer (nótese que no necesariamente esto debe ser “cierto”, sino tan solo “percibido”) es altamente probable que aquellos que hasta entonces se consideraban neutrales (los así llamados “indecisos”) se inclinen entonces por aquél. Algo que los encuestadores conocen de principio a fin y utilizan a su favor, filtrando a la prensa encuestas (no siempre reales) que se traducen luego en profecías autocumplidas (y jugosos cheques, desde ya).
También fue Gamson el que en su libro “Talking Politics” definió un fenómeno conocido desde entonces como “Underdog”; fenómeno que recibió mayor ampliación empírica años después de la mano de los psicólogos sociales Alice Eagly, William Hart y Dolores Albarracin.
Esta otra tendencia psicológica, muestra el comportamiento de los electores frente a candidatos que son percibidos como “minoritarios” o “atacados por el statu quo”. Dicho sea de paso, también se encontró evidencia del mismo fenómeno en el deporte, a partir de una investigación del año 2006 de los psicólogos Craig Blatz y Kurt Hugenberg. En este último caso, pudo evidenciarse una tendencia de parte del público (originalmente neutral) por apoyar al equipo menos favorecido, especialmente si este demostraba un comportamiento genuino de esfuerzo y dedicación.
Quienes no dedican su vida a estos fenómenos pueden considerar a priori que ambos son opuestos. Sin embargo, está demostrado que no lo son. Un candidato puede ser considerado minoritario y atacado por el statu quo y, al mismo tiempo y en determinado momento, ser percibido también como posible ganador. En ese caso, existe una probabilidad alta de que aquellos que hasta entonces se hubiesen mantenido “indecisos” o “neutrales” comiencen a inclinarse por éste. Si consideramos al mismo tiempo que según un tipo de distribución estadística típica, este segmento representa hasta el último momento de la elección a una mayoría del electorado, las chances de tal candidato crecen aún más.
Los contextos también afectan. De por sí, escenarios de crisis económicas, sociales o políticas, potencian las propuestas de candidatos del tipo “underdog”, toda vez que estos representan naturalmente la oposición necesaria a un statu quo que no satisface al electorado. Cuanto mayor la crisis, más probable es que un candidato de este tipo no solo surja, sino que aumente enormemente sus chances electorales.
El 13 de agosto de 2023 habrán de sucederse las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), esa onerosa encuesta nacional que fue instalada por el círculo rojo como barrera de entrada a nuevos candidatos, aunque las declamaciones formales indiquen lo contrario. Paradójicamente (como suelen ser las cosas cuando se intenta planificar lo que no debe ser planificado), ese día los resultados podrían provocar que aquella tercera fuerza representada hoy por Javier Milei, se encuentre mucho más cerca del sillón de Rivadavia de lo incluso el economista y su entorno más cercano están preparados para aceptar.
Si como indican algunos guarismos hoy, Milei obtuviese un resultado por encima del 18%, sus chances de protagonizar un escenario de ballotage tras la elección del 22 de octubre son sumamente altas. Si el resultado es aun mayor, la sumatoria de los dos efectos psicológicos mencionados anteriormente, junto al contexto social, económico y político actual, ponen al economista incluso más cerca de la presidencia.
A lo anterior, cabe agregar otro proceso que por la misma dinámica paradojal podría ocurrir y que remite a los momentos posteriores a las PASO de 2019: con el diario de ese lunes posterior, los mercados reaccionarán a la noticia dependiendo de cuál sea esta. Es dable pensar, en tal sentido, que un escenario que permita augurar una potencial llegada de Milei a la presidencia, dada la aversión del mercado a significativos cambios de timón, provocará inestabilidad y agravamiento de las condiciones económicas. Y esto porque, contrario a lo que suele decirse, Milei está lejos de ser para el empresariado nacional una buena noticia, especialmente si se considera lo acostumbrado que se encuentra éste a las reglas de un país cerrado a la competencia.
En tal escenario, un empeoramiento de la situación económica como el experimentado por Mauricio Macri tras la victoria de Alberto Fernández en las PASO de aquél año, potenciarían la imagen de Milei habiendo este construido su imagen pública justamente desde la necesidad perentoria de reformas económicas y cambio de rumbo. Dicho en criollo, una reacción de rechazo del establishment lo potenciará incluso aún más.
En lo cierto, la taba está en el aire y, aunque políticos, encuestadores y consultores intenten ocultarlo, este año absolutamente todo puede pasar.