Vuelta a las aulas: ¿cómo fue el retorno en Uruguay y Chile?
Dos países vecinos de Argentina con diferentes experiencias. Mientras que la decisión de la administración de Lacalle Pou fue el regreso a clases presenciales desde abril del 2020, Piñera definió que sea a partir de octubre. Ambos Estados planean iniciar el ciclo lectivo entre fines de febrero y principios de marzo.
En medio del debate por la vuelta a las clases presenciales en Argentina, es interesante ver qué ocurrió durante el 2020 en los países vecinos y cuáles son los planes para el año en curso.
Por decisión del Poder Ejecutivo Nacional, los establecimientos educativos de Argentina cerraron sus puertas para los alumnos el 15 de marzo del año pasado y no volvieron a abrir hasta las últimas semanas del año lectivo, con horarios completamente reducidos. En otras palabras, esto fue simplemente para que los alumnos y docentes puedan despedirse. La excepción fue un pequeñísimo número de colegios rurales o ubicados en zonas libres de covid-19, pero casi la totalidad de las escuelas permanecieron sin presencialidad durante todo el 2020. Los alumnos cursaron de manera virtual (con las diferentes realidades y contextos de cada hogar).
En Uruguay ocurrió todo lo contrario. Al cruzar el Río de la Plata la situación fue completamente diferente a la de Argentina y los demás países de Latinoamérica. Las clases se suspendieron solo por unas semanas y el 22 de abril la gestión de Luis Lacalle Pou autorizó la reapertura de las escuelas a voluntad y con asistencia voluntaria, empezando por las ubicadas en áreas rurales, mientras que en junio se avanzó a zonas urbanas.
Meses más tarde, las autoridades locales decidieron que la asistencia a clases en los establecimientos públicos y privados volviera a ser obligatoria en todo el territorio nacional. La fecha definida para el regreso fue el 13 de octubre, con los protocolos sanitarios correspondientes, en la medida en que los alumnos sean convocados y dentro de las posibilidades de cada institución.
Los niños y adolescentes que integran la población de riesgo, quedaron exceptuados de asistir a la escuela.
Respecto a qué ocurrirá este año, el ministro de Educación y Cultura de Uruguay, Pablo Da Silveira, confirmó la semana pasada que el gobierno tiene la voluntad de “cumplir con el calendario de retorno a clases, que empieza en la última semana de febrero”.
“No vemos de momento razones para modificar eso, tendría que haber un cambio de situación muy grande y aún en el caso de que hubiera cierto cambio de situación, el calendario de clases está entre las últimas cosas que quisiéramos tener que tocar porque ya ha habido problemas y perjuicios importantes el año pasado en materia de pérdida de días y horas de clase, que son pérdida de aprendizaje”, sostuvo Da Silveira.
En Chile, en cambio, las clases tardaron en volver. Fueron suspendidas cuando se registró el primer caso de covid-19 positivo en marzo y los alumnos cursaron a distancia, al igual que en Argentina.
La administración de Sebastián Piñera tomó la decisión del retorno a las aulas recién en octubre. Para esto diseñaron un plan, fundado en los pilares de “seguridad, voluntariedad y gradualidad”. Es decir, que solo abran las escuelas cuyas condiciones sanitarias lo permitan; que los propios establecimientos podían decidir si abrir sus puertas, mientras que los padres también podían elegir si mandar a sus hijos o no; y abrir de a poco dentro de cada establecimiento.
Sin embargo, el primer día no pareció ser muy exitoso. Las cámaras de televisión acompañaron al ministro de Educación hasta la entrada de un colegio de Santiago, pero para su sorpresa, de los 15 alumnos que esperaban que asistan, no se presentó ninguno. La duda de si este momento incómodo estuvo coordinado por los detractores quedará sin responder. Lo cierto es que al ser voluntario, solo un porcentaje pequeño de establecimientos retomó las clases presenciales.
Para este año, desde el Gobierno ya plantearon que “la modalidad presencial será la regla” y anunciaron que las clases empezarán el 1 de marzo. Para esto, a fines del año pasado le solicitaron a las escuelas que entreguen un plan de funcionamiento con fecha límite el 8 de enero.
De esta manera, señalaron que priorizarán “resguardar el acceso a clases presenciales a todos los estudiantes en jornada regular”. Sin embargo, establecieron que “solo cuando por efecto de las medidas sanitarias no sea posible que lo anterior se cumpla (lo presencial), se deberán planificar medidas de educación mixta”.
Sugieren dividir el año escolar en trimestres, finalizando el primero el 28 de mayo, y la realización de una evaluación diagnóstica integral diseñada por el ministerio de Educación para que lo aplique cada establecimiento antes del 15 de marzo.
Desde el Colegio de Profesores de Chile se oponen a la vuelta a las aulas en breve, mientras sigan aumentando los contagios de covid-19. “Si no están las condiciones y siguen los índices de pandemia que hoy día tenemos, nosotros no vamos a volver el día 1 de marzo”, dicen desde la institución que nuclea a los docentes.