La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó el martes el suero equino hiperinmune para el tratamiento de pacientes adultos hospitalizados con enfermedad moderada a severa de covid-19. Data Clave dialogó en exclusiva con Fernando Peirano , presidente de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I + D + i), que financió la iniciativa.

¿En qué consiste el tratamiento con suero equino hiperinmune?

Es un suero que está integrado por anticuerpos, que surgen porque primero se diseña un antígeno que se le suministra al caballo, que estimula el sistema inmunológico y produce anticuerpos muy potentes. Luego de un par de semanas de ese proceso biológico se extrae la sangre, se filtra, se retira el plasma y de ahí se concentran los anticuerpos que son equinos, que son compatibles con los del humano. Entonces el paciente recibe un refuerzo, una dosis, un acompañamiento de anticuerpos, que vienen a ayudar a los que está generando él mismo para enfrentar la respuesta del virus en los casos moderados a severos. Esto genera una novedad muy importante, porque hasta ahora no había un tratamiento con este nivel de efectividad, que surge de los ensayos clínicos que se han hecho con el mayor nivel de rigurosidad.

¿Cuáles fueron los resultados de los ensayos clínicos?

A 242 pacientes se los estudió. A la mitad se le dio este tratamiento ya la otra mitad un placebo. Las conclusiones son interesantes: el 45% de reducción en la mortalidad, 24% menos de instancias de estadía en terapia intensiva, menor uso del respirador en un 36%. Esto anticipa que es un tratamiento seguro, no hubo reacciones adversas y, sobre todo, es eficaz, de una manera que no teníamos hasta ahora una herramienta similar a esta.

¿Cómo se administra esta terapia?

Es para aplicar en casos hospitalizados, que son cerca del 20% de los contagiados, y cuando pasan de un pronóstico de mediana complejidad a un pronóstico de gravedad mayor. En ese momento, se estima a unos 10 días después de los primeros síntomas de contagio, conviene aplicar este recurso que se administra en dos dosis con una diferencia de 48 horas y empieza a generar sus efectos de manera inmediata.

¿Qué diferencia hay con el plasma de convalecientes?

Este es a partir del diseño biotecnológico de la utilización de ciertos caballos especiales como biofábrica y la posibilidad, por lo tanto, de generar tantas dosis como sean necesarias. Un método conceptualmente parecido como es el suero de convalecientes, que se obtiene a partir de la donación de quienes se han recuperado de esta enfermedad, requería de una logística compleja, de la voluntad de quien se había recuperado y lo que ofrecía eran anticuerpos de menor volumen y menor efectividad neutralizante. Estos son 100 veces más neutralizantes que los que se obtenían  por la vía del suero de convaleciente.

¿Ya se está utilizando en algún lugar del país?

Se empezará a utilizar en las próximas horas. Obtuvo la autorización de la ANMAT, como todas las que estamos viendo estos días de las agencias regulatorias. Es provisoria con una serie de condiciones. Se siguen haciendo los estudios y un seguimiento muy riguroso de los casos donde se aplican. En las próximas horas, a través del apoyo y comercialización de ELEA van a estar disponibles para aquel terapista que considere que los pacientes que tiene a cargo necesitan este recurso. No hay problemas de logística, ni de producción. Empieza con un stock importante producido íntegramente en Argentina.

¿Se está viene usando algo similar en otras partes del mundo o es completamente innovador?

No sé si completamente innovador, pero sí es innovador como resultado de dos ideas. Una de ellas que tiene gran tradición en Argentina. Maiztegui en los años sesenta resolvió el "mal de los rastrojos" que se transmitía por roedores y que afectaba a la población de la provincia de Buenos Aires. Se atenuó cuando se empezaron a hacer estos refuerzos de anticuerpos a partir de las donaciones de quienes se recuperaban. Esa idea se moderniza hoy y toma lo mejor de la biotecnología. La otra idea central es utilizar el proceso biológico de animales como biofábrica programándolos de alguna manera para obtener algunos resultados predeterminados. Son recursos que no son novedad, pero se combinan de alguna manera muy original, en poco tiempo y con muy buenos resultados. Hacerlo con precisión, con efectividad es lo que distingue a nuestros científicos y tenemos que estar muy orgullosos como argentinos.

¿Es correcto decir que este es el primer tratamiento específico para el covid-19?

Hubo un trabajo con un antiviral (Ivermectina) que también va bien, que no estaba pensado para el coronavirus y se hicieron ensayos, que dio lugar a buenos resultados. Así que sería el segundo. Pero la verdad que en comparación, el suero equino es mucho más efectivo. Es el primer tratamiento específicamente diseñado para mitigar o rebatir al coronavirus.

Todo esto, ¿perjudica en algo a los caballos?

No los perjudica. Está a cargo de una empresa que es BIOL, que tiene amplia trayectoria en trabajo con animales. Lo único que se hace y se busca es estimular al sistema inmunológico del animal. Se lo hace con este diseño biotecnológico del antígeno para no desarrollar la enfermedad en el animal, sino que simplemente se los estimula para que sus sistema inmunológico produzca el anticuerpo. El del caballo es un sistema inmunológico muy potente y tiene muchos más litros de sangre que un humano, con lo cual con la combinación de ello nos podemos nutrir de sus anticuerpos que son compatibles con los del ser humano.

El  primer paso para alcanzar un resultado exitoso

La Agencia I+D+i, junto al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y el CONICET formaron la Unidad Coronavirus el 18 de marzo. Unos días más tarde se lanzó la convocatoria para que investigadores y empresas de base tecnológica nacionales puedan desarrollar soluciones vinculadas a la pandemia en el corto plazo.

Se recibieron más de 900 propuestas. Entre los 84 seleccionados, estaba este proyecto, con un financiamiento equivalente a 100 mil dólares para desarrollarlo en 10 meses.

También participaron el laboratorio Inmunova, el Instituto Biológico Argentino (BIOL), la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud "Dr. Carlos G. Malbrán" (ANLIS), la Fundación Instituto Leloir (FIL), Mabxience y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).