Formosa: aborígenes aislados en carpas con temperaturas de hasta 42°: “Por lo menos ahora tenemos agua”
Consiguieron trabajo en Salta y al regresar los instalaron en el monte entre promesas y engaños. Desde adentro, relatos crudos de una provincia que sigue negando identidades. Cuando la cuarentena puede ser una tortura.
No parece haber un límite para el gobierno de Formosa a la hora de marginar a sus ciudadanos. Han sometido a dormir en las rutas durante meses a quienes quieren volver a su tierra y ahora tienen a 98 personas originarias aisladas en un campamento de adiestramiento y supervivencia de tropas, expuestas al calor extremo, a los insectos y a maltratos por parte de quienes deben velar por su seguridad. “Les dicen que para qué quieren ser delicados si son indios”, cuenta un referente de la comunidad.
La comunidad está conformada en su mayoría por jóvenes de entre 20 y 40 años que vienen de trabajar en la cosecha de limones en fincas salteñas para la empresa La Moraleja: “No fueron a pasear, buscaron trabajo y lo encontraron en Salta”. De regreso a la provincia, los aislaron en condiciones infrahumanas: cuentan que los primeros días no tenían suficiente alimento ni agua, y que lo poco que había estaba a temperatura ambiente en una zona donde el calor puede alcanzar los 42°-43°. En la comunidad creen que gracias a la difusión de algunos medios locales, en las últimas horas les llevaron hielo. “Por lo menos ahora tenemos agua”, agradecen. Mientras, el ministro de gobierno Jorge González aclara que “los muchachos están bien, es un lugar arbolado y se resolvió el problema del hielo”.
La situación se da en la localidad de Bartolomé de las Casas, sobre la ruta nacional 81. Ya pasaron diez días y la angustia crece. Aunque les prometieron que el sábado los van a sacar de las carpas, no hay certezas ni anuncios oficiales al respecto. Es la fecha en que se cumplen los 14 días de cuarentena que impuso la provincia por las restricciones sanitarias. Pero existen dudas entre los aislados: el cacique contó que antes de llevarlos a las carpas les habían prometido y mostrado un lugar edificado de otras dimensiones donde cumplirían el aislamiento obligatorio, que él accedió y que cuando llegaron advirtieron que les habían mentido. En la comunidad temen que si crecen los contagios de coronavirus en la región los obliguen a quedarse más días en el lugar.
Hubo protestas en las rutas por parte de los padres y las madres de los jóvenes, exigiendo que les dieran una habitación para que pudieran pasar las noches: las carpas están pensadas para entrenamiento policial y no tienen siquiera un colchón para apoyarse. Además, “hay garrapatas y polvorines en el lugar”, según relatan los testimonios. “Es muy difícil de soportar: las garrapatas atacaron a varios jóvenes” y algunas personas sufrieron picaduras de araña y debieron ser asistidas. El padre de uno de los jóvenes en el campamento habla de su hijo y con un nudo en la garganta que puede escucharse: “No me gusta que mi hijo esté en esa carpa bajo tremendo calor. Necesitamos que alguien nos venga a ayudar. Después de la cuarentena también van a sufrir porque no tienen trabajo”.
En La Moraleja habría actualmente unos 400 empleados formoseños, muchos de ellos pertenecientes a las comunidades aborígenes. Pero las tareas laborales suelen ser temporarias. Los referentes temen que cuando liberen las carpas lleven a otros originarios a las mismas condiciones de precariedad y abandono. “No queremos que les pase lo mismo”, expresan. Y anuncian cortes de ruta para los próximos días.
La hipocresía y la negligencia de los gobernantes de Formosa siempre va acompañada de una dosis de impunidad, de menosprecio. La “repatriación” de los 98 originarios fue promocionada por el gobierno de Gildo Insfrán a través del Consejo de Atención a la Emergencia. En tanto, el ministro de gobierno dijo que “hay dos personas por carpa y cada circuito tiene su baño instalado” y negó que existiera discriminación. En las próximas horas, sin embargo, podría presentarse una grave denuncia ante el INADI.