Crímenes en tiempos electorales, amantes de las conspiraciones e inseguridad real: un combo letal
Del crimen del kioskero Roberto Sabo en 2021 al del colectivero Daniel Barrientos. Cruces políticos en medio de la campaña. Responsabilidades reales y reclamos de vecinos.
“Nos tiraron un muerto”, es un frase recurrente en la política, cuando un hecho de inseguridad se mete en medio de una campaña electoral. Se remonta el asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas, en Pinamar, durante el verano de 1997, cuando el gobernador Eduardo Duhalde apiraba a suceder a Carlos Menem en la presidencia.
El asesinato del colectivero Daniel Barrientos durante la madrugada del lunes 3 en la localidad de Virrey del Pino, en el partido de La Matanza, genera un cóctel con ingredientes de todo tipo, donde se combinan los ingredientes electorales con los condimentos de una situación social complicada por una inflación que no cesa y hacer subir al compás el número de pobres.
Al crimen del chofer de la línea 620 se suma la agresión al ministro de Seguridad, Sergio Berni, y el cruce con su colega de la ciudad de Buenos Aires, Eugenio Burzaco, después de que un enardecido colega de Barrientos le rompiera la cara de un certero golpe.
En el Ejecutivo bonaerense recuerdan el caso de Roberto Sabo, el kioskero asesinado el 2 de noviembre de 2021 en Ramos Mejía, también en el partido de La Matanza, el de mayor población y peso electoral de la provincia de Buenos Aires.
Tanto Sabo como Barrientos eran dos personas muy queridas, no sólo obviamente por su familiares, sino por sus vecinos y compañeros. El caso del colectivero es quizás más dramático, si esa clase de mediciones son posibles, porque apenas le faltaba un mes para jubilarse y bajarse del bondi para siempre.
En uno y otro caso caso la oposición política aprovechó para pegarle al oficialismo por una materia que nadie puede solucionar. La inseguridad en el conurbano bonaerense figura en el primer lugar de la preocupación de los vecinos desde hace años.
"Valoro el trabajo de la Policía de la Ciudad, que lo salvó a Berni", dijo esta mañana el alcalde porteño y precandidato presidencial Horacio Rodríguez Larreta. “Matan a un colectivero a meses de jubilarse. ¿Cómo no indignarse? Esto sucede cuando, en vez de luchar de frente contra el crimen, se participa de un gobierno que avala la delincuencia. No admito la violencia contra la autoridad, ni hoy ni cuando fuimos víctimas”, lanzó su competidora interna, Patricia Bullrich.
"Había activistas políticos que los conozco", dijo ayer Berni y dijo ser víctima de una emboscada. También habló de un escenario de internas de la UTA, el sindicato que declaró la huelga tras el crimen y habló de la violencia en los "conflictos gremiales". "En las internas (de la Unión Tranviarios Automotor) estamos hablando de plata, no estamos hablando de la gloria de conducir", agregó.
Los amantes de las conspiraciones recordaron luego que Bullrich hizo hace dos semanas un video con choferes de una línea de colectivos de Morón. “Mientras los responsables de la seguridad miran para otro lado, el reclamo de los choferes de colectivos es el mismo: la incontrolable inseguridad que viven a diario junto a los pasajeros. En Morón visité la Empresa Línea 216 y escuché de primera mano el drama que están viviendo. Necesitamos ley y orden. Yo estoy decidida a cambiar esta realidad”, escribió entonces.
De todos modos, caracterizados vecinos de La Matanza dicen a Data Clave que la gente está a las puteadas contra la policía y contra el golpeado Berni. “Acá nos ves pasar nunca un patrullero, nunca”, remarca un conocedor de la zona.
La ausencia de patrullajes, por falta de efectivos, desidia o impericia, suma ingredientes a un caso que genera dudas por la forma en que se desarrolló. Tres ladrones en auto para robar un colectivo semivacío es algo poco habitual en los hechos de delincuencia común.