Es como uno de esos cuentos que tienen un enigma policial. En los que se sabe que hay un crimen, pero el cadáver no aparece. El tan renombrado cuerpo del delito. Pero acá no hay ficción.

El abogado Rubén Carrazzone será juzgado desde este miércoles 31 por el Tribunal Oral en lo Criminal N°2 de La Plata, por el femicidio de su esposa Stella Maris Sequeira, que supuestamente se perpetró a fines de de 2016, porque sus restos nunca se encontraron.

En la quinta donde vivía la pareja, en el partido de Ezeiza, se realizaron varios procedimientos, pero sin resultados.

La causa se investigó en el fuero penal ordinario de Lomas de Zamora pero terminó en la Justicia federal porque Carrazzone denunció que su esposa había sido víctima de un secuestro extorsivo, por lo que el abogado se lo juzgará también por ese delito, al comprobarse que el secuestro nunca existió.

En la primera audiencia está previsto que concurran Carrazzone, los jueces, la fiscalía y la abogada querellante, Raquel Hermida Leyenda, quien representa a la hija de la mujer que, según sospecha la Justicia, murió a manos de su esposo.

Carrazzone era un abogado mediático, no al estilo de un Fernando Burlando, pero era un habitué de los programas de televisión abierta de la tarde, hasta que se convirtió en noticia y terminó preso por el crimen de su esposa.

La hipótesis es que Carrazzone quiso aprovechar la experiencia de tantos años de recorrer juzgados y cárceles de la provincia de Buenos Aires para tratar de llevar adelante un crimen perfecto: sin cuerpo y sin autor.

Pero su estrategia comenzó a hacer agua, pese al respaldo que Carrazzone tenía de otros abogados penalistas que no podían creer que fuera el asesino de su pareja, con quien convivía desde hacía varios años.

Sus dichos comenzaron a generar sospechas. Carrazzone dijo que su pareja había sido víctima de un secuestro, que era habitual que se fuera de su casa y no la llamara durante varios días, como si fueran una pareja liberal, abierta.

También sembró dudas sobre algunas amistades y contactos de Stella Maris, con el fin, está claro, de alejar a los pesquisas de la pista que llevaba hacia él. También dijo que la Policía Bonaerense lo quiso involucrar en el caso como una suerte de venganza, por alguno de los casos en los que intervino.

La urdiembre que había tejido Carrazzone empezó a deshilacharse en forma definitiva cuando el juez federal Alberto Patricio Santa Marina procesó a Miguel Angel Franco como cómplice del homicidio.

Franco trabajaba en el estudio de Carrazzone y fue quien realizó la llamada telefónica por la que se denunció que Stella Maris estaba en poder de una banda de secuestradores. Después de varias declaraciones indagatorias Franco terminó por admitir que hizo la llamada porque se lo pidió el abogado.

“Franco tenía en su poder la carcasa del teléfono desde la cual se realizó la llamada. Más allá de que se cambien los chips, los aparatos tienen una numeración que permite identificarlos. Y se pudo probar que él hizo la llamada”, dijo en su momento una fuente con acceso al expediente.

Santa Marina comenzó a investigar el caso desde un principio porque se trataba de un secuestro extorsivo, pero cuando probó que era un homicidio la envió a fuero ordinario. Sin embargo, volvió a sus manos por la falsa denuncia de un delito federal, luego de la intervención de la Corte Suprema que resolvió el conflicto de competencia.

Tras el dictamen del fiscal Leonel Gómez Barbella en el que pidió su arresto y procesamiento, el juez procesó al abogado en 2018. Hace un par de semanas, el Tribunal Oral Federal que lo va a juzgar decidió prorrogar su prisión preventiva, durante seis meses.

Se estima que en ese lapso deberá finalizar el debate, que tiene previsto la declaración de más de un centenar de testigos.