El problema de Caputo es no reflejarse en el espejo de Machinea
Si el ajuste fiscal se torna en depresión económica puede seguir habiendo déficit en las cuentas públicas no por la suba del gasto, sino por la falta de ingresos.
Era diciembre de 1999 y el flamante presidente electo, Fernando de la Rúa, nombró como ministro de Economía a José Luis Machinea, quien no solo heredó una Convertibilidad malherida, el año anterior había devaluado Brasil, principal socio comercial argentino, sino también un déficit fiscal creciente.
Sin embargo, existía cierto clima de esperanza, porque “se terminaban con 10 años de Menemismo”, del “deme dos” y “la pizza con Champagne”. Eso se traducía en las expectativas de una economía que volviera en la senda del crecimiento ya que, si bien no tenía inflación, la actividad se venía reduciendo.
En ese contexto, Machinea optó por realizar una nueva suba de impuestos para cerrar la brecha fiscal, y “echo para atrás” a aquellas expectativas de reactivación en un contexto internacional que se iba poniendo cada vez más adverso.
Entonces, la actividad económica fue decreciendo, y con ella, la recaudación tributaria. El déficit fiscal se fue agudizando no por la expansión del gasto, sino por la falta de ingresos.
Algo de este temor expresaron el miércoles algunos economistas ante el fuerte ajuste fiscal anunciado por Luis Caputo. Por ejemplo, el economista Enrique Szewach calificó el plan no como un ajuste ortodoxo sino como un “ajuste brutal”.
En diálogo con Radio Rivadavia, el integrante del directorio del Banco Central anticipó “meses de fuerte recesión y fuerte inflación”, que impactará principalmente en los importadores, los jubilados, los que reciben el plan Potenciar, y las empresas de obras públicas.
Por su parte, Carlos Melconian dijo en que las medidas anunciadas por el Gobierno constituyen un “ajuste ortodoxo clásico”, y sostuvo que se cambió la “motosierra” prometida por Javier Milei en campaña por la “licuadora” en relación a que los pasivos irán quedando atrás por la suba de precios.
“Por un lado, tenemos que ver que el dólar no se escape, pero que tampoco se atrase”, dijo Melconian a radio Mitre, y apuntó que que “acá falta la heterodoxia salarial. Mirar para otro lado salarialmente no alcanza”, advirtió.
Por su parte el director del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación German Abdala, Juan Telechea, dijo que si bien se puede disentir con la magnitud o la velocidad a la que se quieren implementar las medidas, “sería una deshonestidad intelectual sostener que se podría haber evitado el ajuste y la devaluación, que son la contrapartida de los desequilibrios acumulados en los últimos años”.
En el mismo sentido, Héctor Torres, exrepresentante de Argentina ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) consideró que "con estos aumentos (que dispuso el gobierno) se está viendo toda la mugre que estaba tapada debajo de la alfombra".
"Hay que entender que se cayó la careta, pero hay que tener en cuenta el ritmo de los aumentos. En Argentina ya hay un 40% de pobreza y esto va a repercutir muy fuerte en la clase media", dijo Torres a CNN Radio.
El ex-representante enfatizó su preocupación sobre el empobrecimiento súbito de la clase media, comparándolo con situaciones pasadas: "Me preocupa algo que vimos en 2001. La pobreza estructural es muy grave para el país, pero el empobrecimiento súbito de la clase media es políticamente explosivo".