El dilema de Guzmán: cumplir con la meta de reservas del FMI, pero frenar el crecimiento
El Ministerio de Economía festejó ayer que por las nuevas restricciones que aplicó el BCRA continuaron con la compra de dólares que, además, dejó más cerca el objetivo de acumulación de reservas que marca el acuerdo con el FMI para el trimestre que finaliza hoy. Por contrapartida, las importaciones están frenadas y en las empresas advierten por el impacto que puede tener esta situación en la actividad económica.
El Ministerio de Economía festejó ayer que por las nuevas restricciones que aplicó el Banco Central continuaron con la compra de dólares que, además, dejó más cerca el objetivo de acumulación de reservas que marca el acuerdo con el FMI para el trimestre que finaliza hoy. Por contrapartida, las importaciones están frenadas y en las empresas advierten por el impacto que puede tener esta situación en la actividad económica.
Ayer, el equipo de Martín Guzmán esperó al cierre de los mercados para dejar trascender que el BCRA había comprado US$ 583 millones, un récord en cinco años para una sola jornada, acumulando en los tres días desde que se “topearon” las importaciones un total US$ 1.000 millones.
Esto quiere decir que en lo que va de junio el saldo fue positivo por US$ 400 millones, luego del rojo por US$ 600 que se registraba en el mes por los altos niveles de compras de energía según comentaba el Gobierno. “Se frenó la suba especulativa de los últimos dos días”, comentaron desde un despacho oficial.
En ese sentido, Argentina quedó más cerca de cumplir la meta de acumulación de reservas del FMI para el actual trimestre, la cual fue revisada a la baja desde los US$ 4.100 millones hasta los US$ 3.450 millones. En concreto hasta mayo el BCRA había stockeado US$ 1.900 millones, que se sumarán al saldo actual de US$ 400 millones a los que habría que sumar US$ 700 millones que se esperan de organismos multilaterales y que, explicaban a Data Clave desde Economía, serían descontados en caso de no llegar. Así el faltante quedó en US$ 450 millones que Martín Guzmán aspira a conseguir hoy mismo.
En tanto, desde la autoridad monetaria que dirige Miguel Pesce esperan juntar por la financiación de pagos al exterior US$ 1.000 millones mensuales, o al menos US$ 3.000 millones en tres meses. Vale recordar que la vigencia es, en principio, hasta septiembre inclusive cuando esperan una menor presión por parte de las importaciones de energía.
Sin embargo, la contracara de esto son las nuevas medidas del Central y los inconvenientes que esperan las empresas para importar insumos que servirán para la producción. También los servicios están siendo afectados por la norma, ya que están paralizados los trámites de ingreso al país hasta que los sistemas oficiales se adapten a la nueva norma.
“Las empresas y el mercado cambiario están frenados, esto no se va a sostener por mucho tiempo porque en algún momento la rueda va a empezar a girar y ahí van a salir los dólares”, comentaba a Data Clave una fuente vinculada al comercio internacional.
En la industria están en estado de alerta por el impacto que pueda tener esta dinámica en el sector. Por caso, el presidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, explicó que “el acceso a insumos importados es clave para que el proceso productivo no se detenga. La industria está aportando desde la agregación de valor, la inversión y la generación de empleo para que Argentina transforme la recuperación en crecimiento. Queremos seguir por ese camino que para nosotros implica la continuidad de todos los procesos productivos”.
Desde la Cámara de Comercio y Servicios (CAC) también resaltaron que buena parte de las compras afectadas “no son bienes terminados sino insumos para los más diversos procesos productivos, esto amenaza con paralizar las operaciones de múltiples ramas de la actividad, dañando severamente a la economía en su conjunto, con su consiguiente perjuicio en materia de empleo, recaudación tributaria y tantas otras variables”. Asimismo, afirmaron que la menor oferta de bienes que se derivaría de esta medida agrega una presión adicional sobre los precios, “agravando así el fenómeno inflacionario”.