Economía 2022: qué factores jugarán en contra para sostener la recuperación
El estancamiento de Argentina en materia de actividad económica lleva una década. En los últimos años la caída fue muy pronunciada e incrementada por la pandemia. En ese marco, existen algunos puntos internos y externos que podrían afectar el sostenimiento de la reactivación.
Aún con la desaceleración que mostró en octubre, la actividad económica opera por encima de los niveles prepandemia (febrero de 2020) y tendrá un rebote cercano al 10% este año. Sin embargo, las dudas quedan planteadas para 2022, sobre todo con un acuerdo pendiente por la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la necesidad de corregir algunos desequilibrios, la amenaza de un empeoramiento del contexto internacional y, como siempre, el futuro de la pandemia.
Argentina no crece “realmente” desde 2011 y ese proceso empeoró a partir de 2018 cuando dio una caída libre que se profundizó con la pandemia. La reactivación de este año estuvo signada por la heterogeneidad, algo que el Gobierno denominó “recuperación a dos velocidades” en donde la industria, construcción y comercio estuvieron por encima de los sectores vinculados a servicios como hoteles y restaurantes.
En este sentido, la industria y el comercio que son los dos sectores que mayor peso tienen sobre el PIB, ya superaron los niveles prepandemia. Por eso también vienen mostrando cierta merma en los últimos meses. En cambio, los sectores ligados a la movilidad que siguen operando en niveles bajos se están viendo beneficiados por la eliminación completa de las restricciones y la vuelta a los eventos masivos, por lo cual es esperable una recuperación más pronunciada.
Las estimaciones privadas coinciden en la visión del Gobierno de que, a pesar del traspié que mostró la economía en octubre, este año se recuperará casi todo lo perdido durante 2020 cuando la actividad cayó 9,9%.
“De frenar la recuperación el 2021 cerraría con un crecimiento del 9,7% anual promedio, lo que sería consistente con una recuperación punta contra punta (dic/dic) de 6,2% sin estacionalidad”, dijo la consultora LCG.
En cambio, el contexto para 2022 luce más desafiante. “Sin el efecto rebote de 2021 ni un nuevo salto de precios internacionales a la vista, y con probabilidades de ingresar en un escenario en el cual se llevan a cabo determinadas correcciones -asociadas al dólar y tarifas- con impacto sobre los ingresos, las tasas de crecimiento económico se ralentizarían fuertemente en comparación a este año”, mencionó Ecolatina.
Además, habrá que estar atentos a la evolución de la pandemia. El ritmo de contagios crecerá de forma “exponencial”, tal como apunta el Ministerio de Salud y las jurisdicciones no descartan tener que tomar medidas, aunque sean focalizadas, durante el verano.
Esa dinámica podría afectar a los sectores de servicios, que ahora lideran la recuperación de la economía y podría significar un freno. “Es por estos motivos que proyectamos un crecimiento algo más acotado en 2022, por encima del 2%. Esta variación estará asociada en mayor medida al arrastre estadístico positivo (en torno al 2,4%) tras la recuperación más concentrada en la segunda parte del 2021”, estimó Ecolatina.
“En nuestra visión el nivel de actividad no va a despegar pese a una buena temporada de verano y una cosecha que viene mejor de lo esperado”, señalaron y proyectaron que “El PIB va a crecer 3% que es el número de arrastre estadístico que deja 2021”, sostuvo Econviews.
Ese porcentaje podría ser un buen número a largo plazo, pero será inevitable que haya ajustes fiscales y cambiarios que deprimirán el salario real y un incipiente consumo que comenzaba a despegar. Se estima que el consumo representa cerca del 70% del PIB de nuestro país. “Si salen bien, será a cambio de estabilidad futura. Si salen mal y no se hacen en el marco de un programa ordenado y con credibilidad, el 3% lucirá generoso y optimista”, advirtió la consultora.
Asimismo, consideraron que difícilmente se encuentren presentes de aquí en más condiciones positivas para el devenir económico. Los precios de los commodities están en buenos niveles, pero bastante menores a los del año pasado por lo cual no es esperable un efecto ingreso vía exportaciones, mientras que las condiciones monetarias y financieras pueden comenzar a tensarse más temprano que tarde dado el despertar de la inflación en Estados Unidos, con una esperable suba en la tasa de interés de la FED.
Pero lo cierto es que sin previsibilidad y con la cuenta financiera cerrada, el Gobierno se enfrenta a un escenario de “restricción externa” en el cual luce difícil sostener el ritmo de recuperación de este año durante el 2022. Ni siquiera el 4% presupuestado por el Ministerio de Economía parece alcanzable a la luz de los grandes desequilibrios acumulados.
Sin embargo, un acuerdo con el FMI que permita renegociar vencimiento y ordenar la macro de forma sostenida pero gradual, sin afectar la recuperación, podría servir para sentar las bases del crecimiento futuro. Sin duda, el futuro de la economía argentina va a estar condicionado por lo que se firme con el organismo multilateral de crédito. Este último punto todavía está lejos de resolverse.