Septiembre de 2019 fue un mes convulsionado. El batacazo del kirchnerismo en las PASO se combinaba, en aquel momento, con una cuenta capital abierta que tuvo por efecto un desplome de las reservas y escalada del tipo de cambio. El traslado a precios no se demoró, como así tampoco el descontento social. Hoy, cuatro años más tarde, visto en retrospectiva, aquel momento era todavía mejor que el actual. En 2019 el Banco Central contaba con un colchón de USD 12.000 millones de reservas netas que permitió al nuevo gobierno arrancar con cierto poder de fuego en medio de una coyuntura difícil. A la fecha, es un recuerdo nostálgico.

En la actualidad, pese a haber recibido aportes del FMI y devaluado en agosto, el Banco Central mantiene sus reservas en terreno negativo por USD 5.200 millones, a la vez que importadores elevan persistentemente su deuda con proveedores, la que ya asciende a USD 38.000 M según cálculos del FMI. Sobre este famélico estado contable se dispuso un congelamiento del tipo de cambio, con una inflación que, ex ante, corría al 7% mensual. En un contexto de demanda de dinero deprimida y una economía altamente indexada, la devaluación aislada, sin un programa de respaldo atrás, se trasladó velozmente a precios duplicando los registros mensuales de inflación y erosionando en poco más de un mes la efímera ganancia real del salto cambiario.

En efecto, el tipo de cambio real ya se ubica en niveles inferiores al vigente previo a las PASO, dejando como resabio un régimen de alta inflación, con registros de dos dígitos por mes. El corolario de este desastre de nominalidad es claramente una mayor pérdida de poder adquisitivo.

Durante la semana pasada se conoció que el 40% de la población se encuentra bajo la línea de pobreza. La realidad es aún peor al observar la incidencia por edad, donde 6 de cada 10 chicos es pobre, vulnerando generaciones presentes y futuras. Sobre este dañado tejido social es que el Gobierno entregará a la nueva gestión varios precios relativos que ajustar y la factura de los anuncios de un mayor gasto y beneficios impositivos que el ministro Massa está ofreciendo en la previa a la contienda electoral.

Pero tres meses parece largo plazo y el Ministro puso en stand by su labor técnica para atender con dedicación exclusiva su principal objetivo: ganar las elecciones. Quedará por ver cómo serán las próximas negociaciones con el FMI pactadas para noviembre por el desembolso pendiente por USD 3.300 M.

Desde agosto, y salvo por la devaluación post PASO que no logró el objetivo buscado, el Gobierno parece haber avanzado en dirección contraria al espíritu implícito en el programa del FMI. Por lo pronto, desde el resultado adverso de las PASO la política expansiva (vía mayor gasto o menores impuestos) propuesta suma 1,1% del PBI y el Presupuesto para 2024 proyecta un déficit primario de 2,4% del PBI (vs. 1,9% comprometido).

Octubre se anticipa como un mes agitado. En vísperas de los comicios generales, el dólar CCL (referencia para transacciones internacionales) saltó casi un 10% y el dólar Blue comenzó a acompañarlo desde atrás. El tipo de cambio de convertibilidad (la relación entre pasivos en pesos y reservas brutas) asciende a $ 1.000. Considerando que ha mantenido un comportamiento parejo con el CCL, el valor implícito induce a pensar que las cotizaciones paralelas aún tienen un recorrido alcista por delante. El límite lo impondrá la demanda en un contexto de clásica dolarización de portafolios preelectoral que se conjuga con un poder adquisitivo que se pulveriza con el pasar de las semanas.

Sin embargo, el partido no termina el 22 de octubre dado que el mercado descuenta que habrá un ballotage donde Sergio Massa podría ser partícipe, reflejando una menor expectativa de devaluación en octubre, trasladándola hacia el final del año.

Los agentes incorporan toda la información en su función de reacción y actúan en consecuencia. Pero no sólo se notó el traslado del salto cambiario, sino también la magnitud. No olvidemos, el congelamiento sigue y el reloj corre, por lo que toda la nominalidad que no se ajusta paulatinamente, se acumula con creces. Mientras tanto, la sociedad en su conjunto se encuentra expectante a una resolución que podría gatillar un escenario aún más incierto. En este sentido, las definiciones técnicas en materia económica que den los candidatos serán fundamentales para traer algo de calma a los mercados. O no tanto…