Argentina tiene oportunidades ciertas de desarrollo industrial en las áreas agrícolas, energéticas, mineras, automotriz y científicas. Nuestro impulso de desarrollo está sostenido por estas actividades, principalmente vinculadas a la exportación, muy activas y demandantes. Sin embargo, no es el caso de la industria de bienes de consumo, que se encuentra muy castigada por la pérdida de valor del salario.

Claramente estamos transitando un cambio de ciclo doloroso para nuestros procesos industriales, desabastecidos de insumos, divisas, aumento de costos y financiamiento, pero una vez más las personas del sector marcan un diferencial por su pulsión irracional a no bajar los brazos.

No hay industria que se sostenga sin optimismo y resiliencia, por ello los industriales esperamos que todo este esfuerzo devenga en un progresivo crecimiento, que cuando se consolide despertará nuevos problemas que ya hoy debemos prevenir, como lo es la localización de las industrias.

En la provincia de Buenos Aires hay pocos lugares aptos para producir. Por eso, es tan importante continuar con el desarrollo de agrupamientos industriales clásicos y aquellos que surgen de la re-funcionalización de fábricas en desuso, para acoger a todas las MiPymes industriales, que hoy funcionan en zonas no aptas, lo que impide su desarrollo.

Otro factor que hay que tener en cuenta es la necesidad de atender a la falta de capacitación que tienen hoy los trabajadores industriales, que los alejan de recursos para la sostenibilidad del desarrollo del sector.

En estos días debemos celebrar que tenemos una industria que goza de vitalidad y, por sobre todo, de esperanza; consciente de sus debilidades y atenta de sus amenazas, pero que sabe bien lo que tiene que hacer para generar riqueza a nuestro país. A la industria argentina. Salud.