La industria minera es un sector clave de la economía global ya que aporta insumos para una amplia gama de actividades, pero donde la gestión de riesgos ambientales y sociales es vital. Por lo tanto, su operación y desarrollo enfrentan desafíos particulares. Desde hace años el fideicomiso se convirtió en la herramienta distintiva para gestionar los proyectos mineros, por eso estudiamos los beneficios y desafíos de su aplicación, así como el potencial para promover la sostenibilidad y la responsabilidad social empresarial.

El fideicomiso fundamentado en la transferencia de la propiedad del fondo creado y la gestión profesional de los activos por el fiduciario, que debe ser un tercero, idóneo e independiente, asegura el destino de los frutos del negocio para los beneficiarios, que en estos proyectos suelen incluir a los ciudadanos, las comunidades indígenas locales, los inversionistas y otros interesados.

El financiamiento es uno de los mayores desafíos para el desarrollo de los proyectos mineros ya que necesitan grandes inversiones en equipos, infraestructura y mano de obra; entonces, el acceso al capital es fundamental. Los fideicomisos le ofrecen la solución con una estructura financiera ágil y eficaz que les permite a los inversores transferir fondos a una cuenta independiente y específica administrado por el fiduciario, lo que garantiza que se utilicen específicamente para el objetivo previsto, evitando el riesgo de malversación o desviación. También, pueden actuar como vehículos de financiación al permitir la emisión de instrumentos financieros respaldados por los activos del proyecto, es decir, respaldados por flujos futuros del proyecto que pueden atraer a inversores institucionales en busca de rendimientos estables a largo plazo.

Por eso es fundamental contar con el mejor Plan de Negocios posible para aprovechar las ventajas diferenciales del fideicomiso, ya que el diseño estratégico para esta industria es crucial porque promueve la correcta interpretación ambiental de la minería. Contractualmente a través de cláusulas y acuerdos, se pueden asignar fondos específicos para la mitigación de impactos ambientales, restauración de suelos afectados y monitoreo continuo, lo que permite confirmar que las empresas mineras asuman la responsabilidad financiera por los inevitables daños ambientales durante su actividad.

La industria minera enfrenta una creciente presión para operar de manera social y ambientalmente responsable y los fideicomisos desempeñan un papel clave en el cumplimiento de estas expectativas al proporcionar una estructura para la implementación y supervisión de programas de responsabilidad social corporativa (RSC). Un buen fideicomiso colabora para distribuir beneficios socioeconómicos a las comunidades locales afectadas, lo que se traduce en programas de desarrollo comunitario, acceso a infraestructura básica, educación, atención médica y oportunidades de empleo. Al involucrar a las comunidades en la gestión de estos fondos, se promueve la participación y se fortalecen los lazos entre la industria minera y las poblaciones locales.

Otra función importante de los fideicomisos en esta industria es la gestión de los pasivos mineros, lo que incluye la financiación de la rehabilitación de sitios mineros abandonados o inactivos, garantizando que se restauren de manera adecuada y segura para evitar riesgos ambientales y para la salud pública a largo plazo.

Sobre responsabilidad financiera, los fideicomisos proporcionan un mecanismo para garantizar la responsabilidad de las empresas al reservar fondos para la mitigación de impactos y la rehabilitación ambiental desde el inicio de un proyecto minero. De este modo, se reduce el riesgo de que las empresas se declaren en quiebra o se retiren sin cumplir sus obligaciones ambientales y sociales.

Así como los fideicomisos ofrecen una serie de beneficios tanto para las empresas mineras como para las comunidades y el medio ambiente, también enfrentan desafíos significativos que deben abordarse para maximizar su eficacia y legitimidad.

Entre los beneficios, se destaca la mejora en la “transparencia y rendición de cuentas”, al exigir informes regulares sobre el uso de fondos y la implementación de proyectos, lo que aumenta la confianza y ayuda a prevenir la corrupción.

Sobre la “gestión de conflictos”, al facilitar la participación y el conocimiento del proyecto, de todos los involucrados, especialmente las comunidades indígenas que, si son dejadas de lado, tienen la posibilidad de paralizar los proyectos. Entonces, el fideicomiso con sus normas y procedimientos, ayuda a mitigar conflictos sociales y promover relaciones armoniosas.

Por último, dan certidumbre porque aseguran que los fondos destinados a las inversiones, el WC, la mitigación de impactos ambientales y el desarrollo comunitario estén disponibles a largo plazo, inclusive a posteriori de la explotación minera.

Pero dada nuestra experiencia, también debemos enfocarnos en las debilidades y desafíos, como los referidos a temas de Gobernanza, donde la eficiencia del proyecto depende en gran medida de la capacidad comunicación y participación de las comunidades locales, lo que puede requerir de un plan de capacitación previo para garantizar una participación positiva y una toma de decisiones informada.

Sabemos que existe el riesgo que las mineras intenten eludir sus obligaciones mediante prácticas de evasión fiscal o manipulación de fondos. Para ello, es fundamental establecer mecanismos de supervisión y cumplimiento para garantizar que los fondos se utilicen de manera adecuada y transparente.

Relacionado con el tema educativo y comunicacional, figura el desafío sobre la equidad y los beneficios, ya que las comunidades locales pueden sentirse, o ser inducidas, engañadas o estafadas. Por ello es crucial diseñar estructuras que promuevan la equidad y la distribución justa de los beneficios entre todas las partes interesadas.

Como se puede apreciar, los fideicomisos, idóneamente diseñados, tienen un enorme potencial para promover la sostenibilidad y la responsabilidad social empresarial en la industria minera, al integrar aspectos ambientales, sociales y económicos (EAS) en la gestión de fondos y proyectos, logrando generar un impacto positivo y federal.

Nuestros estudios destacan que para lograr sinergizar todo este potencial, se necesita de la interacción inteligente entre empresas, gobiernos, profesionales idóneos, comunidades locales y otros actores relevantes. Pero sin duda, todo esto no alcanza si carecemos de un marco regulatorio sólido que establezca normas y procedimientos para la creación y operación de los fideicomisos mineros, así como mecanismos efectivos de supervisión, control, cumplimiento y sanciones.

En síntesis, los fideicomisos son fundamentales para la gestión exitosa de los proyectos y los impactos ambientales, sociales y económicos de la minería, ya que establecen un marco para la gestión transparente, eficiente y responsable de los fondos, pero también para minimizar los conflictos, promover la sostenibilidad y generar beneficios tangibles para las comunidades locales y el medio ambiente. Sin embargo, para maximizar su potencial se debe actuar sobre los desafíos clave relacionados con la gobernanza, la equidad, el control y el cumplimiento.