Un informe asegura que la malnutrición afecta a más del 50% de niños en barrios populares de CABA
Se trata de un relevamiento que confeccionó el movimiento social Barrios de Pie. Dice que el 88,0% de las familias reciben un aporte proteico con una frecuencia menor a la recomendada. Será presentado esta tarde por la legisladora porteña Laura Velasco. ¿Cuál es la postura del Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta?
El movimiento popular Barrios de Pie realizó un relevamiento en la Ciudad de Buenos Aires en el que asegura que la malnutrición afecta a más del 50% de niños que viven en los barrios populares de esa jurisdicción. El informe será presentado esta tarde en la Legislatura porteña bajo la figura de la legisladora Laura Velasco, perteneciente al Frente de Todos.
El informe, al que accedió Data Clave, anuncia en primer término que la confección de este trabajo se debe a que la organización está realizando una “campaña nacional contra la malnutrición y por la soberanía alimentaria”, ya que detectan que hay un “fuerte incremento de la inseguridad alimentaria en los barrios más humildes, producto del aumento indiscriminado de los precios de los alimentos”.
El estudio fue coordinado por los equipos técnicos de la Universidad Popular Barrios de Pie y ser hizo un trabajo de campo en 10 barrios populares de la ciudad, en el marco de una campaña nacional que abarcó a más de 2.300 familias. En todos los casos, se evidencia una preocupante situación por el impacto que tiene el proceso inflacionario actual sobre la alimentación de las familias.
En este informe, el trabajo se hizo sobre 10 barrios populares que reciben asistencia alimentaria directa en espacios comunitarios. Apunta a describir los patrones de consumo de alimentos, cambios de consumo en los mismos e indicadores en la seguridad alimentaria en 179 familias. El informe se realizó entre agosto y septiembre de 2022.
“La investigación surge como una respuesta a uno de los problemas más acuciantes en los barrios populares. Cabe destacar que la malnutrición infantil puede causar enfermedades tempranas como la diabetes, osteoporosis, hipertensión arterial, hipercolesterolemia, caries, enfermedades cerebrovasculares, e incluso, un mal desarrollo cerebral que cause limitaciones en sus vidas en el futuro, problemas de aprendizaje y menor rendimiento escolar”, advierten en la introducción del trabajo.
En cuanto a los datos duros, el informe al que accedió este medio dice que “solamente el 12,0% de las familias comen carnes o huevo una vez al día como recomienda el Ministerio de Salud de la Nación (2016), o sea que el 88,0% de las familias reciben un aporte proteico con una frecuencia menor a la recomendada”. De hecho, a la oración siguiente señalan que sólo el 16,7% de las familias consumen estos alimentos solo una vez por semana o menos.
“Asimismo, el consumo diario de verduras alcanza sólo al 12,8% de las familias, mientras que el 20,1% las consume una vez a la semana o menos. Si vemos el consumo de frutas, es diario solo en el 21,2% de los casos, mientras que el 12,8% las consume 1 o menos veces a la semana. Al analizar los lácteos, solo el 20,6% los consume diariamente, en tanto que el 17,8% de las familias lo hicieron 1 o menos veces por semana”, sostienen.
Como era de esperar, en lo que respecta al consumo de carne vacuna, las familias de los barrios populares tienen escaso acceso a estos productos. Es más, Barrios de Pie asegura que los cortes más consumidos son aquellos altos en grasa y de menor costo, entre ellos falda, picada, osobuco y espinazo. Y en cuanto al pollo, los que más se consume son alitas, carcasa y menudos, cortes con alto contenido graso.
Pero no es lo peor. La investigación señala que si contamos las familias que solamente consumen cortes de vaca o pollo de estas características, el número alcanza al 21,1% de las familias. “O sea, 1 de cada 5 familias solo consumen carnes de vaca y pollo con alto contenido graso y bajo en proteínas”, describen.
“Si a esto le sumamos la baja frecuencia de consumo de carnes y huevo que describimos en el punto anterior, queda claro que el aporte proteico de las familias es bajo y con grandes proporciones de grasas saturadas”, completan.
“Cuando se indaga sobre variaciones en el consumo durante el último año para carnes, frutas, verduras y lácteos se nota claramente el deterioro del poder adquisitivo. Respondieron haber tenido que disminuir el consumo de carnes el 60,9% de las familias, de frutas el 51,4%, de verduras el 48,6% y de lácteos el 51,4%”, agregan.
Otro dato evidente es el alto porcentaje de inseguridad alimentaria que se desprende de los vecinos de los barrios populares de CABA. El 90% de las familias refirió preocupación porque los alimentos se acabarán en su hogar por falta de recursos. Es decir, 9 de cada 10 familias temen por poder alimentarse adecuadamente. Y en ese marco, otro dato doloroso es que “el 58,0% de las familias refirió que tuvo que servir porciones menores a lxs adultxs, mientras que el 45,0% tuvo que hacerlo también con sus niñeces”. El informe agrega que en el 49,1% de los casos, por lo menos un adulto de la familia dejó de realizar algunas de las comidas diarias por falta de recursos, mientras que eso replica para las niñeces en el 34,6%, prácticamente en 1 de cada 3.
Con respecto a la situación nutricional de las niñeces y adolescencias, el estudio arroja una malnutrición global de 54,6 + 0,5%, es decir, 1 de cada 2 niñeces y adolescencias en los barrios populares sufre de malnutrición. Las alteraciones más frecuentes fueron el sobrepeso 22,4 + 0,4% y la obesidad 31 + 0,4%. El déficit de peso, en cambio, se ubica en un 1,3 + 0,2% global. Al mismo tiempo, la franja etaria con mayor índice de malnutrición es entre los 6 y los 10 años, que alcanza un 61 + 0,9% con la obesidad tocando un pico de 37,7 + 0,8%, es decir, 3 de cada 10 niñeces.
En cuanto a las conclusiones, el informe dice que “se evidencian altos índices de inseguridad alimentaria en la población estudiada. Cabe aclarar, que consumir esos alimentos bajos en micronutrientes esenciales, fibra y proteínas puede significar que se cubran las necesidades energéticas, pero no los requerimientos nutricionales necesarios para un desarrollo y crecimientos adecuados, mantener una salud óptima y prevenir enfermedades crónicas (Diabetes, Hipertensión Arterial, Enfermedad Renal Crónica, Cardiopatías, etc.)”.