Sectores del Frente de Todos reclaman el fin del internismo, mientras la oposición bascula entre la ultraderecha y el centro
Alberto y Cristina siguen inmersos en un culebrón que mantiene al país en vilo, con Sergio Massa intentando acercar a las partes y un "Chivo" Rossi reforzando el mensaje de unidad, mientras Máximo continúa exhibiendo públicamente sus diferencias con el gobierno que "todos" integran. En Juntos por el Cambio, tratan de maquillar diferencias, pero no lo logran: desde Estados Unidos, Macri y Bullrich se pusieron traje de candidatos y el radicalismo se pintó la cara para la disputa interna. Rodríguez Larreta, expectante, apuesta a consolidar una alternativa moderada, sin perder de vista el caudal electoral de los "ultramontanos". Pasen y lean.
"Hay que cortarla con esto de instalar la profecía autocumplida de una derrota en 2023, falta un año y medio, tenemos todo el viento a favor que no tuvimos en los primeros dos años y condiciones objetivas para torcer el rumbo y garantizar otro período más de crecimiento". Sin demasiadas vueltas, Agustín Rossi se despachó con esta definición bastante parecida a una auto-arenga ante el cronista de Data Clave, tras el encuentro que mantuvo a mediados de la semana pasada con Alberto Fernández, en su despacho de la Casa de Gobierno.
El ex ministro de Defensa -que este sábado organizó un encuentro de la militancia en Rosario bajo la consigna "Reflexiones sobre el presente y el futuro de la Argentina"- es uno de los tantos dirigentes del Frente de Todos que está cansado de "las chicanas entre compañeros y compañeras del mismo espacio que a los únicos que favorece es a los que nos dejaron al borde del abismo", según explicó el rosarino ante la consulta de este medio.
En el multitudinario plenario del que participaron unos dos mil militantes, fueron muy fuertes los discursos de varios de los funcionarios nacionales presentes. El titular de la cartera de Desarrollo Social, "Juanchi" Zabaleta, avaló la línea de Rossi: "No es momento de especular, es momento de apretar los dientes e ir para adelante. hay pibes que no quieren mirar para atrás. Basta de golpearnos entre nosotros compañeros, basta. Dejemos de hablar entre nosotros y de nosotros", sostuvo el ex intendente de Hurlingham.
Otro de los presentes fue el ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, que sumó su palabra para amalgamar el discurso de unidad: "El Frente de Todos no lo decidieron los dirigentes, lo construyeron los militantes. Todos nos pedían que nos dejemos de joder y que nos juntemos. ¿Hoy alguien nos dice que rompamos? No lo dice, entonces dejémonos de joder e interpretemos a la gente para construir unidad", aseguró el ex director del Instituto Patria.
En el mismo sentido se expresó la Secretaria Legal y Técnica Vilma Ibarra: "Si no podemos poner en valor los buenos resultados, es más difícil poder maquillar los errores forzados que posiblemente tuvimos. ¿Hay 2023? No hay ninguna posibilidad para un militante no pensar eso. Hay 2023 porque tenemos que hacer lo que dijimos que íbamos a hacer".
Aislar los cables para evitar los cortocircuitos
Objetivamente, los números de la economía vienen mostrando una recuperación sostenida de los niveles de actividad y casi todas las variables parecieran estar acomodándose para generar un escenario más optimista que el gobierno debería aprovechar para consolidar su proyecto político. Sin embargo, hay un indicador que ninguno aún ha logrado exorcizar y que genera niveles crecientes de malhumor social: la inflación.
Claro que los cortocircuitos entre el kirchnerismo paladar negro y la Rosada no ayudan a apaciguar la tormenta y encendieron las alertas en el Frente de Todos. Los chispazos generaron máxima preocupación entre los sectores que comprenden la necesidad de resolver las diferencias puertas adentro y no seguir otorgando flancos a una oposición tan desarticulada como el oficialismo, pero con el objetivo claro de recuperar el poder en las elecciones del año próximo.
Una vez más, Sergio Massa se puso el mameluco y comenzó a aislar los cables pelados para evitar la ruptura tan temida. A tal fin, el jueves cruzó al ala sur del edificio del Congreso para visitar el despacho de la presidenta del Senado, Cristina Kirchner, con la excusa de anunciar un incremento salarial de 20.000 pesos para el personal legislativo, que regirá desde el mes de abril. Ambos dirigentes se conocen muy bien, se respetan, pero también se recelan.
Algunos kirchneristas lo critican por lo bajo al titular de la Cámara de Diputados y lo consideran "poco confiable" porque lo ven como un dirigente ambicioso, dispuesto a cualquier cosa con tal de cumplir su objetivo de llegar a la Rosada. ¿Quién que haya llegado a ser presidente no ha tenido la misma ambición de poder? Pero también en el entorno de la vicepresidenta son conscientes del rol fundamental que cumple dentro del armado político del oficialismo y no piensan en romper con el líder Renovador. "Lo necesitamos para consolidar el Frente", le apuntó a Data Clave un dirigente camporista.
Para culminar su labor armonizadora, al día siguiente, Massa desayunó en Balcarce 50 con Alberto, junto a quien repasó los proyectos legislativos impulsados por el Ejecutivo que aún aguardan tratamiento en el Congreso. "Hay una amplia agenda de leyes que van a servir para encender la economía, como la de Agroindustria, la de Construcción, la de Hidrocarburos, la de turismo y la de la industria del cannabis, todas iniciativas que nos multiplican y aceleran la generación de dólares", explicó a este portal un funcionario con llegada directa al principal despacho de la Cámara de Diputados. "Apuren el ritmo", le dijo el primer mandatario, "necesitamos tener esos plexos normativos aprobados cuanto antes", completó un Fernández decidido a pisar el acelerador del Congreso.
Otro de los capítulos del culebrón oficialista lo protagonizó -una vez más- Máximo Kirchner, quien el jueves encabezó un acto en Merlo y volvió a tomar distancia del gobierno nacional. En su discurso, el hijo de la vicepresidenta hizo un balance de lo que fue el armado electoral de 2019 y planteó que la falta de unión del peronismo en 2015, fue lo que propició aquel traspié electoral. Nada dijo, sin embargo, del poco compromiso que su sector tuvo con aquella campaña que impulsaba la candidatura de Daniel Scioli, a quien nunca terminaron de a digerir como el candidato del Frente para la Victoria.
Tal vez a modo de liviana autocrítica, el joven Kirchner sostuvo que "la derrota del peronismo en 2015 le salió cara a todos los argentinos y argentinas, piensen como piensen, no solo a los peronistas. Esa derrota, a nuestro pueblo, lo llevó a un infierno que el mismo peronismo lo había sacado en 2003. No se confundan, no perdió el peronismo. Perdimos todos y todas", expresó.
Sin embargo, planteó resistencias a la hora de consolidar una unidad dentro del Frente de Todos para enfrentar a la oposición. "Yo no quiero, ni juego a las divisiones. Pero tampoco pienso que hay que amontonarse por amontonarse", dijo el ex presidente del bloque oficialista en la Cámara de Diputados.
A la derecha de su pantalla
Los dos responsables de la dramática espada de Damocles que pende sobre el destino de la Argentina, se fotografiaron sonrientes tomando una birrita en la paradisíaca Palm Beach, del Estado de Florida. La imagen de Mauricio Macri junto Donald Trump, a carcajada batiente, fue una señal muy clara de la intención que ambos políticos ostentan de postularse a una nueva presidencia.
Además de negocios, los dos empresarios devenidos en políticos tienen varias cosas en común: ninguno pudo reelegir y dejaron el poder en medio de fuertes cuestionamientos; ambos están acusados ante la justicia de sus respectivos países de aprovechar la función pública para realizar negociados. Como si fuera poco, la gestión de Macri dejó al país endeudado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) a expensas de los buenos oficios de su amigo del Norte, que le facilitó las gestiones ante el organismo internacional.
La especulación sobre las intenciones del ex presidente argentino no fue solo de los partidarios oficialistas. Uno de los socios de la coalición opositora, el gobernador de Jujuy y titular de la UCR, Gerardo Morales, afirmó que está convencido de que Macri "será candidato" presidencial en los comicios del año próximo e indicó que el radicalismo lo va a enfrentar "con una coalición más amplia".
El titular del centenario partido que integra Juntos por el Cambio también habló sobre la foto con el platinado ex mandamás de la Casa Blanca: "Nunca me gustó mucho Donald Trump", dijo Morales para quien la imagen con publicada por Macri en sus redes sociales, es "una foto de campaña".
Al comentar la danza de nombres dentro del radicalismo para encarar la candidatura presidencial, donde ya están lanzados Facundo Manes y él mismo, afirmó: "Falta tiempo pero va a haber un candidato radical. Es momento de que el radicalismo, que tiene más musculatura, que es un partido de gestión, pueda, formando parte de Juntos por el Cambio y espero de una coalición más amplia, gobernar la República Argentina".
Claro que las intenciones de ampliar el espectro de alianzas tiene orientaciones diferentes para otros dirigentes del espacio opositor. Tal el caso de Patricia Bullrich, que procura ensanchar hacia la derecha, en coincidencia con el propio Macri. También desde los Estados Unidos, donde protagonizó una gira que la llevó por varias ciudades, la titular del PRO ya se puso el traje de pre-candidata y comenzó a vertebrar su "gabinete en las sombras" para ir elaborando planes de gestión en las diferentes áreas de gobierno.
Bullrich es consciente que su carrera presidencial tiene un escollo muy difícil de superar. Horacio Rodríguez Larreta emerge con mucha claridad como un candidato sólido, con experiencia de gestión y muy bien posicionado ante el establishment económico nacional e internacional.
Pero la ex ministra de Seguridad macrista no se achica y trabaja en la construcción de una imagen renovada, que le permita despegar paulatinamente de los posicionamientos talibanes que la emparentan con la derecha clásica y busca disputar el voto del "centro" que mira al jefe de gobierno porteño con mucha simpatía.
"La idea es mostrar racionalidad y certidumbre ante los sectores del poder que integran el Círculo Rojo y tomar distancia de las posturas más talibanas de los meses anteriores, dando a conocer los nombres de quienes la acompañarán en la gestión", explicó a Data Clave un colaborador cercano a la polifacética titular del partido macrista.
Este sábado, en el marco de una actividad partidaria, Rodríguez Larreta, se mostró muy optimista respecto al futuro al asegurar que la coalición opositora se quedará con el triunfo en los próximos comicios presidenciales. “No jodamos más con esa boludez de halcones y palomas, vamos a ganar la elección en 2023″, pronosticó con énfasis de candidato en campaña.
“Si bien este no es un año electoral, tiene que ser un año de fuerte construcción política. Primero, con la gente. Tenemos que estar en la calle para escuchar, abrazar y contener a todos los que la están pasando mal”, manifestó Rodríguez Larreta. Y en la misma línea, agregó: “Tenemos que cambiar la tendencia para que nos reconozcan los libros de historia. Tenemos que lograr cambios que se sostengan en el tiempo”.
Es la economía, estúpido
La combinación de pandemia con herencia macrista dejaron a la Argentina al borde de una verdadera catástrofe económica. Sin embargo, durante 2021 prácticamente se logró recuperar el terreno perdido, alcanzando un crecimiento del 10,3%, traccionado por la industria y la construcción.
Según las últimas cifras difundidas por el INDEC, el desempleo es el más bajo desde 2016 y la pobreza volvió a los niveles de 2019. Si bien son resultados para nada despreciables, la situación social continúa siendo preocupante y trae problemas al Gobierno. El principal de estos inconvenientes es el deteriorado panorama de los ingresos. En la comparación con el máximo de noviembre 2017, la pérdida de poder adquisitivo es “elevada” y alcanza al 21,7% promedio. “Los más afectados son los trabajadores informales con una caída real del 32,1%”, sostiene un informe privado.
La pérdida del poder adquisitivo tiene que ver centralmente con la inflación, que en los últimos meses se aceleró y en marzo tocó el 6%, el mayor nivel desde la crisis macro económica de 2019. Ese año, la inflación fue de casi 54%, la más alta desde 1991, mientras que para este año las estimaciones de las consultoras dan como base 55%, todo agravado por la guerra en Ucrania.
Desde los organismos crediticios diagnostican situaciones de “riesgo alimentario” y posibles estallidos sociales en las regiones más vulnerables a las subas internacionales de alimentos, que puede devenir también en faltantes. El kirchnerismo viene manifestando esta preocupación. “Estamos en un mundo muy difícil y el ministerio de Economía tiene que bajar líneas claras de política económica que reduzcan la volatilidad y preserven ingresos populares, si no esto se va a poner feo”, dijo este jueves el Secretario de Comercio Roberto Feletti, quien razonablemente deslindó la responsabilidad principal en el titular de la cartera de Hacienda.
Tanto Martín Guzmán como su par de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas apuestan a “anclar expectativas” coordinando precios con empresarios y sindicalistas y propician canastas con Precios Cuidados de referencia en diferentes segmentos. Mientras tanto, la situación se tensa cada vez más con las protestas en todo el país, que generan una reacción culpógena por parte del ala kirchnerista.
Fernández, mientras tanto, trata de alinear a la tropa propia y busca equilibrar los desacoples internos para evitar que cualquier fisura profundice las debilidades de su gobierno. Con la mira puesta en 2023, en el oficialismo están convencidos que si quieren tener chances de una reelección deberán lograr un mejoramiento sensible de los ingresos para la mayoría de los sectores postergados por las sucesivas crisis.