Secretos de la Casa Rosada: los tres objetivos del gobierno de Alberto
El jefe de Estado se respalda en su mesa política en un contexto donde se habla de “debilidad presidencial”. Una situación es la postura de Guzmán y las negociaciones con el FMI, dilatadas por la voz potente de Cristina Kirchner. ¿En el medio? ganar las elecciones, donde también juega Juntos por el Cambio.
“Estas últimas semanas leí algunos análisis políticos que eran verdaderas obras de ciencia ficción”, señaló a Data Clave uno de los más cercanos colaboradores del presidente Alberto Fernández. Desmentía, de esta forma, las versiones que circularon dando cuenta de que el primer mandatario estaba cansado, que la vicepresidente Cristina Fernández se había arrepentido de elegirlo y otras especies de la misma naturaleza.
“No me sorprende, estamos acostumbrados, esto siempre pasa cuando empiezan las campañas electorales”, explicaba la misma fuente. Según la interpretación oficial, estos rumores tienen distintos orígenes.
Entre ellos, interpretan, ciertos sectores empresarios que querrían ver un giro pro mercado en el Gobierno y, en tal sentido, alientan un mayor protagonismo del titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa (lo consideran más afín a este pensamiento).
También reconocen posibles trascendidos de colaboradores cercanos al primer mandatario que se sienten desplazados y aspiran a recuperar espacios.
Rechaza también la supuesta mala relación entre Cristina y Alberto: “se ven como mínimo una vez por semana y están permanentemente conectados por WhatsApp”.
La mesa política y de estrecho contacto con el presidente está conformada por: Santiago Cafiero, “que es la voz de Alberto”, Wado (Eduardo de Pedro, ministro del Interior) en sus temas específicos y como representante del kirchnerismo, Juan Pablo Biondi (secretario de Comunicación), Gabriel Katopodis (Ministro de Obras Públicas) por su trabajo con los gobernadores e intendentes y Juan Manuel Olmos (jefe de asesores). Estos son los funcionarios que junto al presidente delinean las decisiones políticas.
En el terreno de las acciones específicas o la gestión, señala que el presidente está “muy satisfecho” con el trabajo de Carla Vizzotti (ministra de Salud).
También se ocupó de aclarar que el nuevo ministro de Justicia, Martín Soria, “no fue una imposición de Cristina, lo eligió Alberto y refleja el pensamiento de Alberto”. Aunque tuvo la aprobación de la señora de Kirchner.
Martín Guzmán también es rescatado por el primer mandatario por su “capacidad y gestión” aunque aclaran que en materia económica -y más particularmente sobre la negociación con el Fondo Monetario Internacional- “las decisiones políticas recaen sobre Alberto”.
Trasfondo
Más allá de la intencionalidad de estos rumores, cualquier versión debe tener algún sustento en la realidad para que tenga cierta credibilidad y, desde este punto de vista, más de un analista político parte de lo que consideran la “debilidad presidencial”.
Esta debilidad es explicada desde distintos ángulos, como los pobres resultados en la gestión, la fuerte presencia de la vicepresidente en el Gobierno o la falta de construcción de un espacio propio como el que perfiló el propio Alberto Fernández cuando, al hacerse cargo del mando, dijo que sería el presidente de los 24 gobernadores. “Este es el presidente más desdibujado desde el retorno a la democracia” sostuvo en reserva un experimentado dirigente político. Asusta esta visión que es compartida por varios dirigentes de otros ámbitos.
El fuerte discurso de Cristina Kirchner del miércoles pasado, cuando clamó que Argentina necesita más plazo y una menor tasa de interés para pagar la deuda con el Fondo, fue interpretado como una desautorización a las negociaciones que se encontraba llevando a cabo Guzmán en el mismo momento en Washington.
El mercado y los analistas decodificaron que Cristina se manifestó en contra del acuerdo en las condiciones en que está negociando el ministro de Economía. Por esta razón es que se interpretó que la intención de la vicepresidenta era “debilitar aún más al ministro de Economía”.
Al día siguiente del discurso de Cristina, tanto Guzmán (¿y Alberto?) como el FMI se ocuparon de explicitar con más detalles que, por el contrario, se está avanzando en un acuerdo. Y desde el Fondo se indicó que no se estudia ni extender el plazo de los préstamos ni recortar las tasas de interés.
La duda es cómo seguirá de ahora en más Guzmán. Parece difícil pensar que el FMI acepte crear una línea de crédito nueva a más de 10 años y con una menor tasa de interés, pedidos fueron expresados no sólo por Cristina; su hijo Máximo Kirchner ya había hecho un reclamo en el mismo sentido.
Desde esta columna se señaló se quebró la fluida y buena relación que tenía Cristina con Guzmán, según fuentes de la Casa Rosada. Algunos aventuran que el funcionario podría abandonar su cargo si se complica su accionar. Otros, en cambio, afirman que en Guzmán comparte el pensamiento de Cristina respecto a obtener más plazo y menor tasa de interés. En realidad, el Fondo no deja de ser corresponsable del fracaso de los programas aplicados que no lograron el resultado esperado. Y, en definitiva, si el objetivo es que Argentina retome una senda de crecimiento sustentable, sin duda, sería necesario una reprogramación de más largo plazo aunque de la mano también de un ajuste fiscal.
Lo que queda cada vez más claro es que el acuerdo con el FMI deberá esperar para después de las elecciones. Y la apuesta del Palacio de Hacienda, sería, en ese momento, lograr un entendimiento en el que se comprometan objetivos fiscales, pero se aligeren las exigencias de reformas estructurales.
Ejes
En tanto, desde el círculo más cercano al presidente se señala que “Alberto tiene muy claro cuáles son los tres ejes a los que debe prestar más atención en lo inmediato: la vacunación de la población, consolidar la recuperación de la economía y frenar la inflación”.
En el Gobierno señalan que hicieron todos los esfuerzos posibles para conseguir vacunas, negociando y firmando contratos con la mayoría de los laboratorios, pero explican los faltantes por problemas de producción y escasez de los fármacos. Tanto es así, señalan, que hasta el presidente llamó a su par de la federación rusa, Vladimir Putin para pedirle que cumpliera con los envíos de vacunas.
“Creemos que pronto se va a ir normalizando el aprovisionamiento de vacunas” sostiene una alta fuente del área de Salud.
En el Gobierno confían en que irán llegando las vacunas rusas mientras realizan una apuesta fuerte a la recepción, a corto plazo, de 3 millones de vacunas de origen chino. Asimismo, se confía en que a partir de abril el laboratorio Astra Zeneca comience a realizar entregas.
Mientras tanto, el Gobierno estableció una serie de restricciones para viajes turísticos y mayores controles en las fronteras, pero “teniendo cuidado de no afectar la recuperación de la economía”, señalan en la Casa Rosada.
Ante la posibilidad de una segunda ola, el Gobierno no tiene partidas presupuestarias previstas para asistencias generales como fue en su momento el ingreso familiar de emergencia o el programa Asistencia a la Producción y el Trabajo. Por el momento, sí contemplan ayudas específicas como las asistencias del Ministerio de Trabajo para el pago de sueldos de las empresas con problemas (REPROs).
Encuestas
De cara a las elecciones de medio término, las encuestas que circulan en la Casa Rosada generan optimismo en los funcionarios. “Nos dan los mismos números con que ganamos las elecciones en 2019”, precisan.
Reconocen posibles derrotas en territorios tradicionalmente adversos (Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza) pero confían en lograr muy buenos resultados en el norte del país.
Otras mediciones no son tan optimistas en cuanto al desempeño del oficialismo. A cinco meses de las elecciones, el Frente de Todos cosecharía el 30% de los votos mientras que el 60% del electorado se pronuncia a favor de otra fuerza política, según la última encuesta de Synopsis.
Estos datos condicen con caída imagen presidencial que viene registrando desde hace un año. La apreciación negativa ronda el 60% contra cerca de 27% de positiva, según la más reciente medición de Giacobbe & Asociados.
Los analistas observan con particular atención a la provincia de Buenos Aires, no sólo por su valor simbólico sino, fundamentalmente, porque el territorio elegido por Cristina para apuntalar su proyecto político.
Si las elecciones fueran hoy, el kirchnerismo volvería a ganar en el territorio bonaerense, pero no con la enorme diferencia (unos 15 puntos de ventaja) que obtuvo en 2019, según Synopsis. Su encuesta arroja un 35% de intención de voto para el oficialismo contra 29% de Juntos por el Cambio.
Con estos datos, la consultora que dirige Lucas Romero cree que el escenario más probable a esta altura es que el oficialismo coseche en las elecciones de medio términos entre 30 y 40% de los votos. Aun cuando se acerque al 40%, no le alcanzaría para lograr mayoría en la Cámara de Diputados.
Este tema es importante ya que el Gobierno aspira al control de las dos cámaras (no corre riesgo la mayoría en Senadores) para llevar adelante reformas estructurales que proyecten en el tiempo su propuesta política.
“Cristina Kirchner es tal vez la única dirigente que tiene un proyecto de mediano y largo plazo para su fuerza política”, aseveraba un importante dirigente de la oposición. Al tiempo que admitía que Juntos por el Cambio aún se debate en una disputa interna. Los que apuntan a un partido contestatario y más duro en sus posturas representados por Patricia Bullrich y aquellos que ven más atractivo una propuesta más moderada y permita captar a ciudadanos desencantados con la política.
Y, en este escenario, irrumpe Mauricio Macri con su discurso que alegra y vigoriza al núcleo duro repitiendo el escenario “que nos llevó a perder”, se lamentan las “palomas” de JxC.
Los moderados de JxC piensan que si no se unen y atraen a otras fuerzas políticas será difícil obtener un buen resultado, salvo esperar “a que la economía vaya muy mal y el gobierno siga cometiendo errores”, se lamentan. Es decir ganar espacio no por virtud propia sino por la falencia ajena.